Por ejemplo: Atenas, la famosa ciudad del nacer de la Democracia, tenía solo 25.000 habitantes y 300 mil esclavos (sic). Precisamente, luego de aquel lejano 12 de octubre, fue una fecha que marcó a fuego el devenir de la Humanidad. Casi todos los historiadores coinciden en que a partir de ese momento se iniciaba un proceso que luego con el desarrollo de las naciones se dio en llamar la Globalización. Porque simplemente globalización fue un proceso asociado a la interrelación desde el punto de vista cultural, económico y social en el cual se dio un proceso de conquista primero y luego dependencia entre los conquistadores y conquistados. Hubo luego de ese acontecimiento un intento de despolitización de la Historia tratando de darle un significado a la conquista del Nuevo Continente como un proceso de civilización y religiosidad diseminado en una ampliación pacífica del reino imperante en Europa. Hete aquí que surgió el apelativo de «Madre Patria» a las naciones que subrepticiamente se apropiaban de un territorio con pueblos originarios, sobre los cuales se ejerció una fuerza coercitiva, aniquiladora y supresora de identidad. No nos olvidemos que la Corona Española aprobó finalmente las leyes nuevas en que «sus nuevos hijos de esta parte del mundo también eran seres humanos, pero que quedaban a la guarda de los españoles residentes en el nuevo continente».
Dicho esto quiero aludir a un artículo de un diario ultraconservador y supresor de la libertad de expresión escrito por un ex-Juez de STJ, donde dice que hay quienes escriben «plagados de ataques verbales a España y su conquista y niegan el término de «descubrimiento», ignorando que dio un gran impulso mundial y permitió el contacto y conocimiento de distintas culturas». Vaya contacto en que se fundó una nueva colonización a la que estaban acostumbrados los europeos del Siglo XV que se sentían el centro del mundo y las cosas solo empezaban a existir a medida al momento que las descubrían. América fue tanto para España (como lo fue luego para Portugal, Inglaterra y Holanda) una fuente inagotable de riquezas y una ampliación de los mercados obtenidos de la manera más despiadada de que se tenga memoria, de la misma manera que hicieron los anglosajones en la América del Norte.
Para los «naturales», sería una tragedia, ya que ponía fin a siglos de posesiones legítimas y de vidas organizadas a su manera, con sus propias culturas ancestrales y conocimientos científicos como las Civilizaciones de los Mayas, los Aztecas, los Incas cuyas ciudades superaban a la de los europeos en la estructuras de ingenierías, acueductos y sistemas de explotación de la tierra. Colón fue un emergente de la Casa Real de España y de sus necesidades de conseguir financiamiento para sus poderes terrenales. Ya en 1459 los turcos ocuparon Constantinopla y se cortó la ruta que permitía el comercio entre Oriente y Occidente y se hacía necesario pensar en otras vías alternativas. Por eso Colón, como los otros conquistadores que le sucedieron, llevaron al nuevo continente toda la intolerancia de una España que necesitaba afirmar su dudosa unidad e identidad basada en la conquista y el sometimiento del «otro». Así, luego de la expulsión de los moros y los judíos, se pasó a los para ellos «salvajes» que habitaban las nuevas tierras. Se habló de la necesidad, de la expansión de las potencias europeas, de la voluntad de expandir la nueva Fé para lo cual se instrumentó la alianza entre la Cruz y la Espada. Una somete el cuerpo, la Cruz, sus espíritus.
En términos más modernos, la nueva «colonialidad» fue uno de los elementos constitutivos y específicos del patrón mundial capitalista. Se funda en la imposición de una clasificación racial/étnica de la población del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder y opera en cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones materiales y subjetivas de la existencia cotidiana y a escala social. Esto se refiere estrictamente a una estructura de dominación y explotación, donde el control de la autoridad política, de los recursos de producción y del trabajo de una población determinada, lo detenta. El colonialismo se impuso mediante la violencia extrema justificada bajo la creación del concepto de «raza», y que el producto de la raza, el «racismo» es uno de los factores que sostuvieron y sostienen la estructura permanente de la colonia.
Cuando uno piensa en el 12 de Octubre, se remite a considerar Europa como una maquinaria de producción de dolor, desigualdad y exclusión que sigue generando más violencia social, porque el concepto de «raza», lejos de haberse disipado, exuda una resiliencia a través de los siglos a desembocar en un fascismo creciente que está llevando a las sociedades a una desintegración colectiva.
Ya no caben dudas. Pensar en 12 de Octubre, nos vuelve a revisar viejas historias, nuevas formas de explotación, que ni han desaparecido con el tiempo, sino que se han reactualizado alimentando imaginarios supremacistas, racistas y xenófobos que legitiman grupo de derecha y extrema derecha. O sea que nos referimos a un momento histórico que perduró en términos formales, más de cinco siglos, pero cuyas raíces se mantienen y configuran el mapa social, geopolítico, cultural y económico de nuestro continente. Gracias a esa globalización y su manera de ejecutarla, los dominadores europeos occidentales, y sus descendientes euro-norteamericanos, son todavía los principales beneficiarios a pesar de la seudo legitimidad de gobiernos vasallo y corruptos.
Volviendo a Colón, al que tantas estatuas se erigieron en su nombre, cuando llegó a lo que hoy es Haití, tomó contacto con el cacique más poderoso llamado Caonabó, quien le dio la bienvenida, alimentó y alojó a Colón y a sus hombres. Pero Colón no estaba interesado en intercambios culturales. Quería enriquecerse sin más trámites y, como el oro era abundante, en su segundo viaje le tendió una celada al cacique Caonabó y, luego de meses de suplicios, Colón lo mandó de vuelta embarcado a la fuerza y el cacique inició la primera huelga de hambre que se conozca.
En su tercer viaje, volvió preso y engrillado. Fue esclavista y traficante. No olvidemos que Isabel la Católica, que era la que mandaba, ya que Fernando Rey estaba más preocupado en los «safaris» femeninos. Isabel nació en jueves Santo, había fundado la Inquisición española, y había nombrado a su confesor, el célebre Torquemada, como Inquisidor Supremo. ¿Cuántas hogueras incineraron inocentes que no se sometían a los dictados del «confesor»?
Desde el punto de vista del saqueo, para tener una idea, podemos decir que estimaciones rigurosas relatan que entre 1503 y 1660, los saqueadores de esa época se llevaron a España 185.000 kilos de oro puro y 15 millones de Kg. de plata.
Si aplicáramos esos términos a la economía actual, los conquistadores deberían devolver con intereses a los descendientes de las tribus exterminadas y explotadas, la módica suma de U$ 484 billones de dólares. Pero en esos siglos de conquistas no solo se llevaron riquezas, sino que dejaron millones muertos. Claro, no existían Derechos Humanos ni Crímenes de Lesa Humanidad.
Los soberbios conquistadores de ayer, hoy sufren en la vieja Europa las consecuencias del racismo que supieron aplicar en otras partes del mundo, pero de una forma más execrable: el Fascismo.