«No es lo mismo ganar que perder», señaló Lauritto, el intendente de Concepción del Uruguay, en la apertura del Congreso, y fue el primero de muchos mensajes que algunos entendieron que estaban dirigidos para los derrotados de Concordia que arrastraron al resto del peronismo de la provincia a su mala fortuna. Las autoridades elegidas para dirigir el congreso daban cuenta de ello, tres de los cinco eran los ganadores en sus territorios. En particular, Rosario Romero de Paraná, digitando desde la mesa y marcando el voto a sus congresales de la capital entrerriana. Concordia, afuera.
La moción de formar comisiones, con integrantes de las departamentales y «notables» seleccionados por el Consejo provincial, para definir la nueva carta orgánica del partido y el tribunal de disciplina se impuso sobre aquellos que pretendían el voto directo de los congresales. Desoyendo una frase atribuida a Perón que reza que lo mejor “para que una investigación no avance es crear una comisión”. Crear una comisión es una típica jugada política para eludir un asunto espinoso, confinándolo al letargo de la inoperancia o la inacción.
Muchos declarantes con posterioridad al congreso optaron por destacar el «éxito» del encuentro, sobre todo porque «no hubo sobresaltos» y «tuvo buena concurrencia». Pero los que estuvieron ahí, presenciando las intervenciones cargadas de críticas, saben que la cosa estuvo más movida. Las paredes del salón fueron testigos de un debate que, si bien no rompió platos, dejó claro que la paciencia con Bordet y los viejos carcamanes del partido se agotó -sobre todo- cuando se trata de clausurar el debate interno, la toma de decisiones partidarias inconsultas, y cerrar listas a dedo.
Y, como era de esperar, la figura del senador Edgardo Kueider, el «monje negro» del ex gobernador fue el blanco principal de las críticas.
El senador, que armó bloque propio en el Senado y ha estado más que coqueteando con La Libertad Avanza de Javier Milei, se ganó el título de «traidor» entre una mayoría de «ex compañeros» que quieren su cabeza en una pica. No fue casual que uno de los temas más candentes del congreso haya sido el pedido de su expulsión. Las bases reclamaron una postura clara, y aunque el asunto se pateó con gran habilidad para adelante, quedó claro que este es un tema que no se va a diluir tan fácilmente.
El ex gobernador Gustavo Bordet aguantó estoico en primera fila las más de cinco horas de debate. Mientras varios lo señalaban por los errores del pasado, algunos con crudeza, él permaneció en su lugar, casi inmutable. Su momento llegó al final, para cerrar el congreso, un privilegio que llamó la atención de unos cuantos que pensaban que lo iban a dejar que se quede calladito en el banquito de la penitencia. Fue entonces cuando Bordet, ya sin la autoridad que le brindaba la banda de gobernador, pero con una tribuna mayoritariamente a favor a esa altura del partido cuando muchos congresales se habían retirado, intentó despejar el aire con un tibio “tal vez se hicieron mal algunas cosas”. Aclaró, por si hay dudas, que su rol es ser opositor y que no le debe quedar dudas de ello a nadie: «Todas las leyes que me tocó votar como diputado fueron en ese sentido y así serán», remarcó. A su vez, sostuvo que el rol que encarna es el mismo en la Nación y en la Provincia: «No transo con ningún dirigente y lo digo en cuanto micrófono tenga abierto», dijo. A pesar del énfasis, su figura devaluada no logró sacudirse las críticas por ungir a Kueider como senador en 2019, armar la lista a dedo con Bahl, Bahillo y su esposa, entre otros, en 2023; además de que se le achaca un tibio rol opositor frente al actual gobernador Rogelio Frigerio y haber mandado a votar a sus diputados las leyes de Macri durante su primera gestión como gobernador.
Todo está guardado en la memoria y el Congreso no fue un Jubileo. Aunque muchos que tomaron la palabra, a pesar de esbozar las mismas críticas, fueron comprensivos y entendieron que «cualquiera puede cometer errores», exculpando de alguna manera al ex gobernador y habilitando el «borrón y cuenta nueva».
Los vientos de renovación todavía soplan lejanos. La jornada se convirtió en un termómetro del malestar que atraviesa al PJ entrerriano y las bases reclamaron más participación, más diversidad de voces, y, sobre todo, saber qué tipo de oposición se pretende ser. Es cierto, no hubo un estallido, pero las grietas dentro del PJ se hicieron visibles, Bordet y la cúpula pejotista ya no tienen el control absoluto ni la obediencia debida.
Los sectores más jóvenes del PJ dejaron en claro que quieren que no se siga demorando el próximo debate y las definiciones postergadas y pasen otros 13 años para un nuevo encuentro. «Que no se haga el boludo nadie», fue el mensaje implícito cuando exigieron que el próximo encuentro se realice en Octubre… una expresión de deseos que pocos confían que se concrete. La jugada de la cúpula del PJ -dicen- sería aguantar hasta que se haga el Congreso Nacional del Justicialismo donde se cocinan las alianzas y se posicionan los nombres para las candidaturas…
La foto del final, la instantánea con el medioevo peronista en primera plana, con referentes que parecen tener más deseos de permanencia que proyectos, avisa que la renovación no será una autopista despejada de obstáculos y resistencias.
juan
En Concordia no queda otra que enfrentarlos a los mismos de siempre…hay que dar la batalla aunque se pierda…perdiendo se gana!!!
de Peron
¡que buena, pero que buena delantera! Varios procesados y/o sospechados por la Justicia. Una verdadera paquetería que solo el pejotismo nos puede brindar a los entrerrianos como esperanza.
Leticia
Si son afiliados tienen derecho a estar, pero no hay que dejarlos que ocupen ningún cargo importante más. La expulsión de Kueider, no se tiene que hacer esperar más. Ya lo tendrían que haber echado del partido. ¿Qué otro gesto están esperando para entender que es un traidor al PJ? Él y todo aquel o aquella que traicione los principios peronistas, no merecen estar en nuestras filas.
La única salida a este nuevo atropello será el Castigo popular!
El tren de la derrota! ¿Se creen perpetuos? Se creen fuertes e impunes!!! ¿Los votará el afiliado???…lo que si es concreto que se avecina otra gran derrota para el Peronismo de los muertos vivos. No sé van porque están convencidos que pueden negociar cargos dentro de otros gobiernos. ¡El único empleo que conocen es el empleo de vivir siempre del estado!!!
Mario
Lo nuevo es parte de lo viejo. Son hijos de y morraleros del Estado en su mayoría.
Korea del Centro
Tal vez no sea tan malo que dentro de «lo nuevo» hay agentes estatales, al fin de cuentas cuando llegue la hora de gobernar se necesitará gente que conozca el estado por dentro. Probablemente lo preocupante de «los nuevos», es que muchos de ellos tienen las mañas de los viejos o responden solapadamente al sector de los viejos mañosos.