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Nota escrita por: Ricardo Monetta
domingo 13 de agosto de 2023
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Facundo Molares Schoenfeld: Réquiem para la muerte de un revolucionario cuyo pasado lo condena

Facundo Molares, nació en 1975, hijo de una generación que luchó mucho en la Argentina. Su familia la pasó mal en la dictadura. Su padre Hugo era militante sindical del Hospital Ciudadela. Zafó de milagro de ser "chupado" por los grupos de tareas. Después de la Primavera democrática y con el caos económico del Gob. de Alfonsín, su familia decidió dejar Bs.As. y partir a la Patagonia para forjarse un futuro mejor. Pero comenzaba la pesadilla del menemismo. El padre era comerciante y estudiaba Derecho y la madre estudiaba en el secundario. Pero eso no les impedía poseer una educación militante. Las marchas contra la Ley de Educación, la defensa de la Escuela Pública. Con apenas 14 años el joven Facundo puso el cuerpo, se hizo Comunista, y leía los Diarios del Che .Cuando terminó el secundario, (es Técnico Forestal) decidió volver a Bs.As. para estudiar, justo antes de que la Alianza neoliberal estallara por los aires en 2001. Se instaló en el Bajo Flores, en la estigmatizada Villa 1-11-14, donde militaba por los pobres. Vivía en una" piecita" que forjó con sus propias manos. Desencantado luego de que nada cambiaba luego del estallido, Facundo vendió sus pocas pertenencias y decidió cambiar de rumbo: Cataratas, Paraguay, Bolivia, Ecuador, lo vieron pasar. Miles de Km recorridos. Cuando entró en Colombia tuvo una epifanía al ver una pintada de las FARC en la puerta de un cuartel del ejército que decía: "Hasta la Victoria". El comentaba luego, que desde que ponía un pie en esas tierras, era imposible abstenerse de la realidad. La lucha era muy poderosa, convocante. Se fue quedando. Escuchaba a los campesinos desplazados, los masacrados por los paramilitares, la pobreza extrema. Ver esa realidad, le hizo sumarse a las FARC. Se acordaba del Che cuando decía: "Vengo a ofrecer, mi corazón".

En julio de 2003, se sumó a la Columna  Teófilo Forero, adoptando el seudónimo de Camilo Fierro, en Los Pozos. Un pueblito  donde el líder Marulanda  había firmado un fallido acuerdo de paz dos años antes. En la selva sus compañeros lo llamaban «El Argentino». Por su formación , fue instructor político de La Teófilo. Organizaba la comunidad. Así entró en la selva Amazónica. Muchas veces razonaba Facundo, estuve a punto de perder la vida»

«Muchas veces me tocó enterrar a compañeros destrozados por las bombas de los aviones». Reinaba entonces el Plan Colombia, alimentado por fondos de EEUU. Uribe gobernó ocho años y dejó 100 mil desaparecidos. Y millones de campesinos desplazados de sus tierras y hogares. Los campesinos no querían que se fueran las FARC luego de los diálogos de La Habana. Luego de un proceso de desmovilización, viajó tres días por el río Putumayo, hasta un pueblo llamado las Carmelitas, donde entregaron las armas. Luego firmó un documento, que lo tiene la ONU, que impide la extradición.

De regreso en la Argentina, Molares Schoenfeld, decidió seguir sus luchas por otros medios, era Fotoperiodista, y se hizo comunicador Popular. En 2019 partió hacia Bolivia para retratar el golpe de Estado contra Evo Morales. Estuvo en la oligarca Santa Cruz de la Sierra, en el Oriente, opositor al gobierno del MAS. Tierra de las juventudes fascistas cruceñas. Fue herido cuando cubría un enfrentamiento en la localidad de Montero. Recibió tres disparos y estuvo en coma inducido tres días. Los médicos que le salvaron la vida terminaron presos. Perdió el ojo derecho y adquirió un problema cardíaco por las balas de los golpistas. Terminó preso 13 meses  en Chonchocoro, la cárcel de máxima seguridad a 5.000 metros de altura.

En diciembre de 2020, con la usurpadora Yañez en el poder, y con una campaña internacional, Facundo fue repatriado a la Argentina. En noviembre pasado fue detenido en el sur. Pasó por el penal de Rawson y desde hace meses esperaba un juicio.

Los incidentes del Obelisco ya son conocidos por todos. A Facundo ya lo tenían «registrado». La represión sin motivos, sirvió de pretexto para encubrir las «cacería» de la Policía de la Ciudad.

El ensañamiento contra Facundo, registrado por decenas de videos y filmaciones de las cámaras de seguridad de la zona, muestran como lo apalean lo tiran al piso, y primero uno de los policías, le asienta su rodilla en su cabeza y cuello, estando el boca abajo. Esta técnica es la que adoptaron los americanos en la Escuela de las Américas de Panamá, donde instructores franco-argelinos instruían a los torturadores de los regímenes totalitarios que asolaron a Latinoamérica durante el Plan Cóndor. Pero Facundo no murió de un infarto  como dijo Larreta, que le informó el médico Alberto Crescenti, Jefe del SAME y «una eminencia» como para respaldar el  diagnóstico del médico sin conocer los resultados de  la autopsia. Esta estrategia fue asumida por los dirigentes de JXC, después que se conociera la muerte de Fernando. Pero la autopsia reveló que murió por congestión, edema pulmonar, hemorragia de los pulmones por los golpes recibidos, y cardiopatía dilatada, que tenía desde hace tiempo.

Es cierto que se le hicieron maniobras de resucitación cardíaca, pero ya era tarde. El paciente no se desplomó solo . Lo desplomaron, como a muchos de sus compañeros.

Crescenti habló después con La Nación (¿casualidad?) y dijo que este hombre  se desplomó a las 17.08Hs, aparentemente por un infarto. ¿Cómo sabía la hora exacta si no estaba presente?  A pesar de que más de un video muestra cómo los efectivos policiales pisoteaban y aplastaban las cabezas de algunos manifestantes, Facundo se había puesto morado porque le faltaba aire. La ambulancia demoró media hora en llegar. Crescenti dijo:» Puede haber sido un infarto masivo». Repito,  pero espontáneo, sino inducido por la debilidad orgánica preexistente. Crescenti, no es la primera vez que está envuelto en declaraciones confusas. En el año 2010, durante la represión del Indoamericano por la misma policía de la Ciudad, hubo tres muertos al menos y Crescenti confirmó la muerte de un cuarto joven que había sido herido y estaba siendo llevado al Hospital Piñero, cuando fue sacado por la fuerza por cuatro desconocidos cuando ya estaba dentro de la ambulancia. Y continuó asegurando, «lo remataron en el lugar » .- Luego dijo; «Yo no hago preguntas, solo salvó vidas» Lástima que esta vez no pudo. Horacio Rodríguez Larreta, como siempre salió a justificar a la Policía represora como en toda su gestión .Dijo:» Se estaba generando un caos y hechos de violencia, por eso la policía actuó.» La violencia empezó con la represión policial con balas de goma y palos por doquier. Y la urna gigante se quemó en protesta por la represión. Y no creo que el nuevo secretario de Seguridad de la Ciudad, Alejandro Burzaco le otorgue legitimidad ya que tiene varios asuntos pendientes con la justicia.

Pero el colmo del cinismo lo expresó Patricia Bullrich, que apenas tomó conocimiento  del hecho, corrió a  los estudios de La Nación Más, para decir muy suelta de cuerpo que «el kirchnerismo se haga cargo de lo sucedido». Y por supuesto el corifeo de periodistas ensobrados», salieron a respaldar la tesis de culpar al oficialismos sin ponerse colorados, aunque la vergüenza y la ética ya la han dilapidado hace tiempo.

 

MUERTE EN EL OBELISCO

 

Ha muerto un revolucionario,

Estamos invitados a la gala,

donde la mismísima muerte,

la huesuda, dejará su túnica negra

y aun costado su guadaña,

para calzarse un traje, y colgar una

medalla tantas veces postergada…

El Fascismo está de fiesta.

Lo que no pudo el Plan Colombia,

Uribe y los paramilitares, 

lo que no pudo la fuerza cruceña, y

el golpe Boliviano y Añez,

lo hicieron la Policía de la Ciudad,

Burzaco y Rodríguez Larreta.

Dejar la selva y el altiplano, 

para caer bajo las botas contra el asfalto.

Dejar en cada espacio, en cada camino,

en cada lucha, un jirón de vida…

La muerte condecora a sus verdugos porteños.

Que sean pocos los que asistan a su fiesta,

aunque aturdan con sus parlantes y sus pantallas.

Que las páginas de sus diarios sirvan para encender

un fuego que nos reúna  y nos caliente y

nos haga olvidar la tibieza… 

Ha muerto un revolucionario.

!Viva la Revolución!

 

Lucas Yañez

  • cacho sorokin

    No es una necrológica. Es la crónica de un asesinato. Es la muestra de persecución de un aparato represivo fascista. Con coraje, y a pura verdad, Monetta nos muestra lo que los medios infames adictos al sistema capitalista, con periodistas comprados y pagados con sucias monedas, callan o tergiversan.
    La voz de Monetta no se calla y a su pluma nunca le falta tinta.

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