De Chico, el tango, el jazz y después, en su vida, todos los géneros llenaron de alegría y creatividad la vida de Bernardo, que fue desplegando su vena talentosa y su inventiva en una dispersión prodigiosa de géneros, especialmente el bolero, con producciones memorables. Sin embargo, su tránsito por la vida hubiera valido ya la composición «Carta de un León a otro», una canción profunda y conmovedora, escrita en los 70 y popularizada en los ochenta por Juan Carlos Baglietto. Plena de metáforas que disparan una multiplicidad de sentidos e interpretaciones, bien podría haber sido inspirada por la triste carta de un preso político en Uruguay, como por la atribulada reflexión de la tendencia humana a construir zoológicos y circos, de la cruel pulsión de dominio y sometimiento. De la piedad por los animales encerrados y de la piedad por la pobreza espiritual de quienes los encierran. De las cárceles y los látigos y de la libertad, como una búsqueda natural de humanos y «fieras». De ese valor trascendente pero no absoluto. Porque no hay libertad en la selva, como no la hay en las sociedades en las que «el hombre es lobo del hombre», en las sociedades tramadas por la destrucción y la explotación del hombre (y los animales y la naturaleza) por el hombre. Por un individualismo exacerbado que se traduce en crueldad o indiferencia. Que confunde la libertad con la desesperación que se despierta en los límites de la supervivencia. Que no la supone como ausencia de necesidad, en un contexto de igualdad de oportunidades. Solo allí la libertad adquiere su verdadero sentido, al entramar sus hilos con los de la dignidad humana. Cuando no es puro egoísmo y desprecio por el otro, sino que se ata a la responsabilidad de cada uno por el destino colectivo.
Aunque los «leones» actuales rujan el aliento pútrido de una libertad que degrada al hombre, no perdemos la esperanza de que ese día, en el que podamos volver a la naturaleza para amarnos libremente, y no haya más zoológicos de gente, ese luminoso día, venga llegando.
Marta
Ojo… en el fanatismo, tampoco hay libertad. Decidir -como cada uno desee, sin que nadie interfiera- eso, eso sí es libertad.
Orlando
..siempre esperando tus palabras Sergio,en estos momentos tan desesperantes,de ambiciones crueles,un abrazo