Marchamos porque no nos vamos a quedar quietas, sentadas, calladas, inmovilizadas, arrodilladas, dormidas, cuando la democracia, nuestros derechos, nuestra vida y nuestro futuro están en juego. Marchamos porque las mujeres sabemos que el pasado era peor y si los hombres quieren pensar en el imperio romano y tienen fantasías de ser los emperadores o los leones y no los esclavos que tiraban a los leones, tienen que saber que los de abajo tienen el pulgar abajo antes de empezar. Pero nosotras sabemos que no teníamos derecho a votar, a denunciar si éramos golpeadas, que nos podían secuestrar para la trata y no era un delito federal, que si un violador nos amenazaba nos teníamos que callar y quedaba exculpado y que teníamos el único mandato de ser madres, pero que no teníamos la patria potestad de nuestros hijos.
No queremos volver al pasado ni que nos tiren a los leones, ni al león. Marchamos porque las mujeres fuimos la gran avanzada a partir del 2015 en Argentina e hicimos avanzar América Latina. Marchamos porque quieren hacer retroceder los derechos que conseguimos para que aprendamos la lección y volvamos a bajar la cabeza y a no incentivar a Chile, a Perú, a México, a Colombia, a Ecuador a frenar la violencia sexual y a pedir más libertad y autonomía.
Marchamos porque durante el macrismo escribimos que la CGT tomaba el té y las mujeres, la calle y protestamos por nuestros derechos e hicimos una huelga junto con Colombia, otro país en el que la derecha es regresiva, o sea, quieren quitar derechos ganados y regresar, por eso es regresiva, a una época anterior en el que las mujeres no tenían derecho a abortar.
La huelga feminista que nació en Argentina movió a los sindicatos e hizo entrar a mujeres en las conducciones gremiales, la de la CGT no, pero bueno, a otras sí, y a obreras en las fábricas en ramas que antes solo hacían los varones, como la mecánica que construye los repuestos para los autos. La huelga del 19 de octubre del 2016 se convirtió en masiva en el 2017 y se replicó en el 2018 en España. Marchamos porque fuimos precursoras y porque fuimos perseguidas antes que la persecución se convierta en masiva y porque sabemos que la persecución va a venir con represión, con militares libres y posiblemente pagando la libertad con nuestra sangre y con la palabra terrorismo para justificar el linchamiento de la protesta social.
Marchamos porque no queremos llorar muertos y no defender la vida. Marchamos porque no solo hay un neofascismo que nos amenaza de muerte, nos censura, nos amedrenta y nos deja frente a la mayor violencia desde que comenzó la democracia. Marchamos porque no se responde a la violencia y nosotras, pocas o muchas, respondemos poniendo el cuerpo y pidiendo protección para nuestros cuerpos. Marchamos porque el neofascismo regresivo, autoritario y machista supo que las mujeres éramos sus enemigas y puso mujeres al frente que reivindican el genocidio, la violación en campos de concentración, la ejecución ilegal y tener a embarazadas secuestradas bajo tortura. Además, dicen defender la vida porque quieren prohibir el aborto. De paso legitiman el robo de bebés, del cual Victoria Villaruel dijo que no le constaba en un juicio en Tucumán, pero que Laura Carlotto, estudiante de historia, embarazada de 21 años y claramente una militante periférica, como consta en la biografía escrita por María Eugenia Ludueña, era terrorista.
Marchamos porque no necesitamos hablar más del pasado sino del futuro, de cómo salen de la pobreza, del malabar y de las deudas de las mujeres que ya no saben cómo ir al supermercado. Pero Victoria revuelve el pasado porque quiere eliminar la gran victoria de Argentina. Ser el país que más lejos ha llegado con los juicios de lesa humanidad en el mundo. Un orgullo como ser campeones del mundo. Y además de un orgullo, marchamos porque no somos tontas. La palabra terrorista se reinstala porque cuando haya despidos masivos y saquen la tarjeta alimentar y el hambre haga mucho más ruido – nadie niega el ruido que hace ahora el hambre- van a decir que son terroristas las madres que marchan y las mujeres que llevan a sus hijos a pedir comida. Marchamos porque Ramiro Marra dijo, en el debate de candidatos de la ciudad: “había una mujer ahí… dando de mamar en la calle”, y una fuerza que dice estar a favor de la vida solo está en contra de las mujeres. Quieren ser madres o no quieran ser madres. Si no quieren, pretenden que vuelvan a ir presas o que se mueran o que tengan hijos las que no tengan para pagar anticonceptivos. Y si son madres, que se las arreglen solas, sin jubilación, ni asistencia, ni libertad para dar la teta… ¡Mamita!!!
Marchamos porque queremos hablar de los deudores alimentarios en épocas de inflación y de una híper que ya llegó para las madres solas, que solo en el 10% de los casos, o sea, solo las más ricas tienen una cuota que les alcanza y el 51,2% no cobra cuota alimentaria y el 24,9% la recibe regularmente. O sea que casi 7 de cada 10 mujeres separadas, no recibe cuota alimentaria o la recibe regularmente de parte de los padres de sus hijos, según el relevamiento del Ministerio de Mujeres Bonaerenses. ¿Por qué no se habla de eso? ¿Por qué es pianta votos? o ¿por qué muchos de los candidatos no pasaron la cuota alimentaria y ahora aprovechan para demonizar al feminismo? ¿En serio creen que las madres que tienen que dar de cenar no les importa que ya no saben qué inventar ni cómo endeudarse más?
Marchamos porque no dejamos de marchar cuando nos dicen que no, porque no recibimos órdenes ni somos burócratas al servicio de genios de las encuestas ni de la libertad financiada por el Tea Party, Vox y el Grupo de Lima. Marchamos porque la libertad está en peligro y no avanza. Retrocede para las mujeres y las disidencias sexuales.
Marchamos porque el 90% de las mujeres no podría acceder a la jubilación si se termina la moratoria previsional y que solo el 10% de las mujeres serían jubiladas si se realiza la reforma jubilatoria que prometen, sin que nadie avise en un cartel octogonal que la boleta electoral llega con un boleto de defunción no declarado. Marchamos porque se jubilaron 376.000 mujeres gracias al reconocimiento de las tareas de cuidado, que da un año de trabajo reconocido por cada hijo, y el 70% de esas 376.000 mujeres no se hubieran podido jubilar sin el reconocimiento de las tareas de cuidado.
(…) queremos que la maternidad no sea forzada, pero la maternidad sí sea reconocida, y quienes dicen defender la vida, atacan a las que eligen la maternidad y les quitan los derechos.
Marchamos porque queremos políticas que frenen la violencia de género. No se va a desmantelar un ministerio, porque nadie marcha por un organismo estatal, sino por políticas públicas que no recrudezcan las violaciones y los asesinatos. Porque Victoria Villarruel ya dijo que no existe la violencia de género y va a dejar sin ningún apoyo a las que sean golpeadas, acuchilladas o amenazadas. Porque Francisco Oneto, el candidato a vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, es el mayor defensor de abusadores sexuales y dice que las nenas mienten, y es capaz de mostrar una prueba de himen para decir que una niña no fue abusada, aunque su defendido fue condenado por abuso sexual. No es un caso, es una defensa sistemática de los violadores. No es una palabra, todo es violencia, sino que es el desmantelamiento de las políticas para que las mujeres que son golpeadas en su casa puedan dejar de serlo, y que las que denuncian, que las amenazan con matarlas puedan ser salvadas.
No marchamos para tener aborto legal, porque eso ya lo logramos. No se necesitaría en este contexto económico hablar de un derecho que ya está conseguido, pero lo hablamos porque la amenaza no es solo el aborto, sino la mayor victoria de las mujeres en una democracia pagada. Es un ataque a una forma de construcción política latinoamericana que demostró que todavía hay derechos para conseguir, y que se consiguen con más democracia, con más calle, con más palabras, con más escucha y con más debate. No nos quieren mandar al matadero a nosotras solas, quieren mandar al matadero a la democracia. Y sí, el 28 de septiembre es el Día de Acción Global por el Aborto Legal. Salimos a la calle a defender un derecho que se expandió como una ola en América Latina. ¿Por qué? Porque logramos bajar la muerte, y eso no se tira a la basura. Desde la sanción de la ley de aborto legal, seguro y gratuito, el sistema público de salud ha garantizado 170.151 interrupciones voluntarias legales del embarazo en todo el país, y las muertes maternas por aborto descendieron de 23 en el 2020 a 13 en el 2021.
Marchamos por la vida. ¿Les parece poco? Nos parece muchísimo”.
Tekoá. Cooperativa de Trabajo para la Educación. Ltda.
[1] Periodista especializada en género.
[2] Editorial jueves 28-09-23 Pasaron cosas, en Radio con Vos.