Los fracasos han sido tan frecuentes desde que se impuso la contra revolución financiera, que el capitalismo está continuamente en colapso. Y si alguien lo mantiene a salvo no es el Dios «mercado», tampoco los Bancos que producen el 90% de la masa monetaria, sino lo que Milei absurdamente quiere eliminar: El Estado.
La privatización de la creación de la moneda se justificó con el argumento de que la racionalidad económica de los Bancos privados (sic), era superior a la del Estado, cuyas acciones estarían dictadas por intereses partidarios. Sin embargo, la historia del Capitalismo demuestra que sus crisis siempre se han originado en la irracionalidad sin límites de los bancos privados, impulsados por una sed de ganancias que los lleva automáticamente a la autodestrucción.
La mayor crisis de la historia fue en 2008, y obra de los Bancos privados, de sus operaciones sin escrúpulos que no respetan ningún principio económico, salvo el de la acumulación a cualquier precio. Prestaron dinero para comprar casas a familias estadounidenses que no podían pagar sus deudas, e inmediatamente se deshicieron de esas deudas que sabían que eran arriesgadas y las convirtieron en valores negociables. Los bancos de todo el mundo, especialmente en Europa, se llenaron de valores que garantizaban altos rendimientos porque eran arriesgados. La «genial» idea de los bancos privados, era que al repartir el riesgo entre una multiplicidad de actores económicos, ese riesgo se reduciría a algo insignificante. Cuando el ciclo inmobiliario se invirtió y el valor de las casas empezó a caer, la crisis se extendió a la velocidad del rayo, precisamente por la multiplicidad de tenedores de títulos/deuda que ahora no valían nada. Fue así que hasta fondos de pensión europeos, invirtieron en esos títulos y dejaron a jubilados empobrecidos, entre otros.
O sea que el Capitalismo de EEUU, origen del «credo neoliberal» de mercado, la privatización de la moneda, la eficacia económica y la estabilidad, produjo después de 2008, las condiciones que abrieron las puertas a la guerra. El capitalismo se ha salvado gracias a la intervención de los bancos centrales, quienes disponen de una moneda soberana, que cuando la moneda «privada» se hunde puede evitar las quiebras en cadena. Los bancos privados crean moneda, pero no pueden recapitalizarse ni acuñar moneda para evitar los desastres que provocan. Miles y miles de millones de dólares han sido puestos en el mercado por los Estados, de modo que las deudas privadas se han transformado en deudas públicas pagadas por el «contribuyente». Como lo hizo Cavallo en 1982 transfiriendo la deuda privada al Estado. La crisis de «las hipotecas subprime», para colmo, fue la ocasión de una enorme transferencia de riqueza de sus componentes más débiles a los privados, por medio de la acción del Estado.
Desde el punto de vista de la economía pragmática, el dólar es un buen ejemplo de cómo el mercado poco tiene que ver con su funcionamiento. Las 800 bases militares de EEUU diseminadas por todo el planeta son decisivas para fijar la «eficacia» y la estabilidad del dólar y desde luego no se rigen por la lógica del mercado y la libre competencia. Las decisiones sobre el dólar se forman ciertamente en colaboración con Wall Street y los oligopolios capitalistas, pero la dupla Estado/Pentágono tiene la última palabra.
Lo anteriormente expresado revela a las claras que lo que se propone Milei desde el punto de vista económico y el dólar es imposible, salvo que quiera someter al país a una subordinación económica casi esclavista como le pasó a Ecuador, y nuestra Nación se convertiría en una colonia de hecho de EEUU, cuando el socio mayor desde el punto de vista de relaciones comerciales es China. Tampoco estoy seguro de que ese proyecto cuente con la anuencia de las oligarquías de Argentina que tiene en los BRICS sus mayores compradores de sus productos.
Desde el punto de vista político hay dos enseñanzas: el fin del neoliberalismo empuja hacia centralizaciones, ya sean económicas, políticas, militares, que pueden adoptar distintas formas (neofascistas, reaccionarias, u oligárquicas), pero todas ellas parecen conducir a la guerra. Estas concentraciones de poder no pueden funcionar sin los dispositivos reaccionarios propuestos por Milei. Cada vez más negacionismos coexisten con la innovación más desenfrenada. Pero la aparición de este «libertario» que niega la libertad de todos los no-propietarios, augura una segunda opción estratégica; la guerra civil. Su programa solo puede conducir a un enfrentamiento más radical porque va a acelerar el empobrecimiento de los pobres y reducirá a la miseria incluso a la clase media. No creo que se pueda oponer un discurso «racional» al programa «irracional» de Milei. Lo que se debe proponer un programa de ruptura revolucionaria en la distribución de la riqueza. Los movimientos sociales leen la realidad a partir de las especificidades de las relaciones de dominación y de explotación en las que están atrapados, lo que sin duda es un punto de partida necesario porque hay una gran «deuda social» con gran parte de la población sin promesas que orillen lo utópico.
El domingo 22 de octubre, el tantas veces «castigado pueblo», será protagonista fundamental del destino de las próximas décadas en nuestro país. La consigna única y valedera será IR A VOTAR. La transformación real se hace cuando «la imposibilidad de cambiar se convierte en imposibilidad de vivir». En el cuarto oscuro está la claridad del futuro. Y recuerden que a los tibios los vomitan las urnas». ¡¡Fuerza Argentina!!
Marcelo
muy buen informe como nos tiene acostumbrado siempre el Sr. Monetta..impecable..