En momentos como el que transitamos, se nos presenta un horizonte de profundas incertidumbres para las y los que conformamos la sociedad argentina. Entre las cuestiones a destacar, analizadas recurrentemente por analistas políticos, especialistas de todo tipo, en lo que refiere al triunfo de la ultraderecha en nuestro país, los que estamos en educación, intentamos revelar qué parte de lo educativo tuvo que ver en esta decisión electoral. Para ello, retomamos algunas consideraciones del Prof. Manuel Becerra: “…Todos los docentes vemos a alumnos y alumnas con serios problemas de lectura y escritura y dificultades para organizar el pensamiento abstracto cotidianamente en la escuela. Esto es un dato de la realidad refrendado además por las evaluaciones estandarizadas. Se me ocurren muchas razones por las cuales tiene lugar este fenómeno, donde la cultura digital tiene un protagonismo central pero no excluyente: el consumo de imágenes, combinado con formatos más “flexibles” e intensos del uso del lenguaje escrito es una trompada frontal a las prácticas tradicionales. No es excluyente porque la cultura digital está presente en muchos otros países donde, aparentemente, este problema no tiene la ¿gravedad? o la generalización que tiene en Argentina.
La inclusión educativa, asociada a la gratuidad, es una bandera de la educación argentina. Pero ya no es suficiente no sólo para satisfacer las demandas de una sociedad cada vez más resultadista (resultados atados a las evaluaciones estandarizadas), sino para hacer de nuestros alumnos y alumnas personas con una base sólida de conocimientos para desarrollarse con autonomía en la sociedad y en el mundo laboral. Y la no resolución del problema de la calidad resuena, y mucho, en los discursos más corrientes sobre lo educativo. Y la respuesta a esa demanda con “pero tenemos un sistema educativo inclusivo” ya no alcanza. Tampoco alcanza con aumentar el financiamiento. Las mejoras deben ser visibles y fácilmente comunicables…”
En ese sentido, el mismo autor, expresa algunas dimensiones a tener en cuenta, para alcanzar lo que se presenta también como inabordable, ante el nuevo panorama político:
1- Una transformación radical de la carrera docente. No de la formación docente inicial, necesariamente, aunque habría que ajustar unas cuantas clavijas. Sino del puesto de trabajo, derechos y obligaciones de las y los docentes. Debe ser un puesto muy atractivo económicamente, pero eso viene necesariamente con muchas mayores exigencias que las actuales respecto de la enseñanza y los puntos básicos del contrato de trabajo (…) la reforma de la carrera docente también implicaría barrer con todo el sistema de kioscos, kiosquitos y kioscazos de las “capacitaciones”, hoy en manos de todo tipo de actores…Un bazar turco de puntaje docente que no aporta prácticamente nada a los problemas más urgentes, sino que es un espacio de acomodo y negociados de baja intensidad…
2- Un programa de alfabetización agresivo, intenso y medible en todo el país. Otra cosa que se podría hacer desde el Estado nacional con permiso de las provincias, pero con las propuestas de ajuste brutal que propone Milei -y su anunciada nula voluntad de articulación federal- probablemente nunca suceda… (Aunque, frente a una ilusión…) se podría armar un programa federal donde haya circulación de formadores de docentes, formación que debe ser necesariamente territorial y no virtual. A los docentes hay que acompañarlos en sus escuelas, en sus regiones, en sus provincias: las capacitaciones online no parecen haber dado los resultados esperados.
3- Una solución tecnológica a un problema tecnológico: los celulares en la escuela. Aunque este problema está presente más en el nivel secundario, no deja de ser un tema cada vez más acuciante. Más aún: ante el discurso “contra el adoctrinamiento” de la ultraderecha (y no solamente), que horada de manera casi irreversible la necesaria confianza entre docentes y alumnos y entre escuela y comunidad, (…) los celulares ya son un problema respecto del nivel de distracción que generan en los alumnos (…) El problema es cómo se soluciona un problema que es definitivo como cambio cultural, cuando la escuela necesariamente debe ser un espacio de resguardo frente a las lógicas más descarnadas del consumo online 24/7.
4- Bajar dramáticamente la cantidad de horas libres que tienen los alumnos por ausentismo docente o por otras circunstancias. (…) Para esto es necesario crear un sistema flexible y rápido de cobertura de cargos, una suerte de grupo rotativo de docentes que vayan sosteniendo la continuidad de las clases allí donde el docente a cargo del curso ha faltado. Se parece más a un sistema de cuidado que a un esquema de enseñanza sostenido propiamente dicho, pero es un inicio mientras se pueden pensar medidas más de fondo.
5- Escuelas verdes, con cielo, y fuertemente tecnificadas por orientación. Los edificios escolares responden hoy, en el mejor de los casos, a una organización edilicia decimonónica que pensaba cómo se distribuían las aulas, los espacios, los tiempos y las disciplinas. Incluso los edificios escolares construidos recientemente no dejan de tener, de alguna manera, esta lógica. Sin terminar de romperla del todo, las escuelas hoy deben tener lujos que sean difíciles de encontrar en los hogares de los alumnos, como planteaba Sarmiento hace más de un siglo. ¿Qué sería esto, además de aire acondicionado -que los alumnos sí tienen-, acceso a todas las plataformas de contenido audiovisual -que también-? Tal vez pensar en amplios espacios verdes, en acceso al cielo, en una informatización y puesta a punto de las actividades científicas que se llevan a cabo. Una infraestructura de vanguardia en un edificio amigable en un espacio que dé placer estar. Esto es lo más ambicioso y caro.
Las líneas precedentes, una síntesis en cuanto dimensiones analizadas, a lo mejor podrían ubicar a la educación argentina en un lugar más original y hasta vanguardista, pero que requiere de financiamiento, voluntad y decisión política. Es inevitable pensar que, en un país donde la escolaridad en los niveles obligatorios y superior, está en manos de las provincias, llevarlo adelante es puramente teoría
Con la desconfianza, fundada en las propuestas electorales, solo se remite a enumerar espacios de salida frente a la desesperanza educativa, que lleva ya mucho tiempo y que seguramente se filtró en las preferencias electorales. En el corto plazo, prevé el impacto del ajuste: pases de escuela privada a pública, frecuencias de paros docentes por malas condiciones laborales, etc. Más que la dificultad educativa que se avecina hay que razonar sobre el programa social y económico que presentan las nuevas autoridades del país.
¿Entonces qué hacemos en la escuela?
Los diseños curriculares hablan de Derechos Humanos, de convivencia democrática, de resolución no violenta de los conflictos, de Educación Sexual Integral. Hablan de Memoria, Verdad y Justicia como parte de un contrato democrático básico, que desde ya se puede someter a análisis pero que necesitamos como punto de partida. Habla de un cronograma de efemérides de conmemoración y celebración de hitos que nos hemos dado como comunidad amplia y que hoy están seriamente puestos en duda.
Vienen tiempos muy difíciles para nuestras y nuestros alumnos, y también para nosotros los docentes. Tal vez la función social de la escuela deberá ser reforzada y se vuelva más claramente un refugio, en la medida de lo posible, de una violencia que se avecina. Es importante que estemos para nuestros alumnos, extremar la paciencia y la autoridad epistémica y pedagógica. Es indispensable reforzar la enseñanza de las herramientas para pensar y estar en el mundo. Es más importante todavía la contención, mal que nos pese. Esto último no es deseable, sino simplemente una anticipación de lo que es muy probable que suceda. Y tendremos que hacer malabares para no colapsar nosotros mismos como laburantes frente a las y los alumnos que, en definitiva, están en la escuela porque esperan aprender. La escuela debe, lamentablemente, pensar en los tiempos que vienen mucho más su lugar de “fogón” y suspensión de las lógicas externas, porque probablemente ahí es donde tal vez aparezcan más las tensiones. Será muy difícil que mejoren los resultados de las evaluaciones estandarizadas con un programa como el de Milei.
Estemos con nuestros alumnos, simplemente, abracémonos con nuestros aliados** en la escuela más que nunca. Parece hipismo falopero, líneas a las que estamos bastante acostumbrados en los discursos educativos. Pero es una necesidad material, concreta e imperiosa en los tiempos que vienen…
La pregunta se repite: ¿Estaremos a la altura de las circunstancias o simplemente ejecutaremos el acto final de la mano invisible del mercado, que se puso en funcionamiento en las reformas educativas de los años noventa?
Tekoá. Cooperativa de Trabajo para la Educación. Ltda.
** Podríamos definir así a aquellas/os docentes que comparten inquietudes pedagógicas similares, estilos de intervención alineados o complementarios, con quienes podemos –si el tiempo escolar nos lo permite, cosa no muy frecuente– intercambiar pareceres y experiencias, en fin, alternativas ante situaciones que nos resultan complejas de resolver. https://n9.cl/d1b1z
* Es profesor y magíster en historia, enseña en secundaria, formación docente y universidades públicas. Debate educación en diversos medios y portales. https://n9.cl/49mzu
BERNARDO
Un profesor le dió un globo a cada estudiante, que tuvo que inflarlo, escribir su nombre en él y tirarlo en el pasillo. El profesor entonces mezcló todos los globos. A los estudiantes se les dió 5 minutos para encontrar su propio globo. A pesar de una agitada búsqueda, nadie encontró su globo. En ese momento, el profesor les dijo a los estudiantes que tomaran el primer globo que encontraran y se lo entregaran a la persona cuyo nombre estaba escrito en él. En 5 minutos cada uno tenía su propio globo.
El profesor dijo a los estudiantes: “Estos globos son como la felicidad. Nunca la encontraremos si todo el mundo está buscando la suya. Pero si nos preocupamos por la felicidad de los demás… también encontraremos la nuestra.”