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Nota escrita por: Sergio Brodsky
domingo 24 de diciembre de 2023
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A 5 años de su muerte, Osvaldo Bayer más vigente que nunca

Osvaldo Bayer falleció el 24 de diciembre de 2018 a los 91 años de edad. Su vida y maravillosa obra son inabarcables en pocas líneas. Su ética, su coherencia, su compromiso se expresaron en las multifacéticas dimensiones en las que batalló, como periodista, historiador, sindicalista y las diversas áreas de la cultura en las que participó activamente. Por eso, en este humilde homenaje, rescataremos solo algunos aspectos de su prodigioso pensamiento y enorme compromiso con la vida y los derechos humanos, sobre todo aquellos que iluminan la terrible actualidad de nuestro país, aquella que ha caído en una estafa electoral que habilitó la posibilidad de rifar al Poder económico, a través de un escandaloso decreto de necesidad y urgencia, el patrimonio y la economía de los argentinos, un decreto que pretende reemplazar, nada menos, que la constitución y consagrar a la miseria y el sometimiento a la esclavitud y la explotación laboral a las clases medias y trabajadoras, con un ajuste brutal y una feroz represión a las manifestaciones de descontento, expresadas de un modo cristalino, en la consigna "La Patria no se vende".

Nos preguntamos cómo llegamos a este punto tan grave y sin dudas las respuestas son complejas, pero algunas de ellas pueden iluminarse revisitando la vida y el pensamiento de este entrañable militante de la vida y la cultura.

La corrupción en las prácticas políticas y una economía que generaba niveles de pobreza e inflación insoportables, pueden considerarse causas coyunturales pero eficientes para que mucha gente cansada y frustrada eligiera un candidato que se presentó como una opción novedosa, con un discurso que supo direccionar las decepciones acumuladas sobre lo que llamó la «casta política», discurso que prendió en las emociones simples de quienes depositaron en esa dimensión ingenua, la esperanza de solucionar sus problemas.

El caso es que buena parte de la población, depositó su frustración sobre un candidato y un movimiento político que reivindicaba la Dictadura Militar y a personajes execrables de la historia como sus referentes, tales como Menem, Cavallo, Margaret Thatcher y una serie de inmoralidades que se banalizaban, como la venta de niños, la venta de órganos, la liberación de las armas de fuego y la privatización de la salud y la educación en nombre de la libertad, aquella que solo favorece a los poderosos, porque se trata, lisa y llanamente, de la libertad de mercado.

Creo que su triunfo ha sido posible, entre la multiplicidad de factores, por algunas causas estructurales, en las cuales Bayer ha tenido una actuación descollante, dedicando su vida a ellas.

En primer lugar a la educación y a la erosión de los valores de la Memoria y la verdad histórica. El sistema educativo ha fallado, en su rol de enseñar a pensar críticamente, que no es otra cosa que plantear interrogantes a los hechos de la realidad e investigar en profundidad sus fundamentos, en discutir y contrastar puntos de vista, es decir en enseñar a pensar. En su lugar impone una pedagogía basada en lo que Paulo Freire denominaba educación bancaria, en la que el docente, dueño de un saber y poder producido por Otros, deposita en la mente virgen del alumno ese conocimiento, aquel que debe memorizar y repetir mecánicamente, sin pensar, para poder aprobar las asignaturas.

Está claro que me refiero al sistema educativo como instancia de reproducción de las relaciones de poder y no al conjunto de los docentes, no se puede generalizar, en los que hay en muchísimos que se rebelan contra esta visión.

De ese modo muchísima gente aprende a repetir como una verdad, los postulados de los medios hegemónicos de comunicación, sin preguntarse ni cuestionarse sobre su verdad.

Una jovencita que cursa el nivel secundario me decía hace poco que la materia que menos le gustaba era historia, porque su docente les dictaba tanto que terminaba doliéndole sus manos y porque no podía recordar tantas fechas y nombres de batallas, acontecimientos que a ella no le importa, etc.

Fácil es comprender porque mucha gente, no solo jóvenes, no sabía que significaba diciembre de 2001, y mucho menos aun la tragedia de la Dictadura. Es decir repetición memorística sin sentido que triunfa sobre el pensamiento crítico.

Esta modalidad facilita que el periodismo mercenario, a través del copamiento oligopólico de los Medios, puedan imponer una visión mentirosa, prejuiciosa de la realidad que muchos repiten acríticamente, más allá de su desatino objetivo.

Bayer fue sin dudas un ejemplo, un paradigma de la ética en todas estas dimensiones. El valor de sus investigaciones históricas se ha sostenido en la ética, en la memoria, la restitución de la justicia y en la denodada lucha por desenterrar una verdad que los Poderosos intentaron ocultar y borrar y que supone una actitud crítica de la historia oficial.

Es el caso de su obra más notable, «La Patagonia Rebelde», en la que revela la masacre perpetrada por el Ejército y el gobierno de Irigoyen, en el fusilamiento de miles de peones de Río Gallegos, en favor de los estancieros, del Capital extranjero.

Hay, en el rescate de esa historia, la prefiguración del devenir de nuestra patria, en la continuidad, con otras formas, de la misma lógica del sometimiento de los trabajadores, a través de la represión y la muerte.

Ese libro que cuenta la violencia represora del Poder, la padeció en sus vicisitudes para darse a conocer: Tanto el libro, como la película fueron perseguidos con saña, primero por la triple A, luego por la Dictadura Militar, que mandaron a Bayer al exilio y prohibieron y quemaron los libros. Esa historia viva reprodujo su lucha por revelarse contra toda censura y persecución.

Ese es el valor que Bayer daba a la Memoria, como reaseguro de la transmisión de la verdad histórica y la conciencia política través de esa transmisión a las generaciones venideras, al entender, como lo define Galasso, que la historia es la Política del pasado y la política es la historia del presente. Del mismo modo, ética y compromiso incondicional con la verdad, fueron sus pilares como periodista.

Es increíble al indagar su actuación en los medios, comprender cómo el periodismo se ha degradado de tal modo, que los medios hegemónicos muestran en su lugar mesnaderos y mentirosos que ocultan y distorsionan los hechos en función de sus intereses, «la concentración mediática es la gran estafa de la democracia, hay que ayudar y apoyar a los medios de comunicación propios, alternativos o contrahegemónicos, ellos son el futuro», decía, para evitar que su poder ejerza una influencia absoluta en la imposición de su visión del mundo .

Tuve el placer de conocer a Bayer cuando fue, a partir de su propuesta de desmonumentacion, a nuestra ciudad para participar del acto de cambio de denominación de la «Avenida Roca», por la de «Avenida de los Pueblos Originarios» a la arteria que recorre nuestra costanera, en otra de las formas de iluminación de la verdad histórica a la que dedicó su vida, la de señalar aquellos genocidas que son reivindicados por la historia que escriben los que ganan, que los inscriben como «héroes» en plazas, billetes y calles, enseñando en estos actos, la historia viva y palpitante de los pueblos, no repitiendo de memoria los mandatos del Poder.

¡Cuánto nos falta Bayer en esta coyuntura dramática que vivimos! ¡Cómo se nota su ausencia en esta hora! ¡Cuánto nos falta su coraje, su claridad, su compromiso para denunciar a los canallas que han entrampado al pueblo y los trabajadores! ¡Cómo hace falta su lucha, su verdad y su autoridad, en un momento tan triste y desesperanzador! Aunque siga presente, indeleble y eternamente en su obra, aquella que quisieron desaparecer y no pudieron, aquella que apela siempre a la rebeldía, pero también a la esperanza, como cuando pudo celebrar el acto de Kirchner de bajar los cuadros de los genocidas y el establecimiento de La ExEsma como sitio de la Memoria después de décadas de oprobio, de los Juicios por la Memoria, la Verdad y la Justicia, siempre crítico y honesto, aclarando que no existe la Democracia si hay pibes con hambre y hombres y mujeres sin trabajo.

En aquel acto dijo: «El ser humano no se rinde nunca, la ética triunfa finalmente, aunque a veces tarda mucho en vencer sobre el crimen y la codicia»

Frase de una vigencia extraordinaria que nos ayuda a celebrar su vida y tener fe en el futuro, en la lucha de los pueblos.

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