Por Miguel Rettore – Dirigente Radical
En nuestra democracia, al igual que al Presidente, los Gobernadores son electos para defender los intereses de sus provincias y existe un parlamento nacional donde confluye la mayor diversidad política del sistema y es donde están reflejadas todas las vertientes ideológicas de nuestro país; por lo que en cada tema en particular cada cual expone su pensamiento y defiende sus posiciones; por lo tanto nadie puede creerse dueño de la verdad y mucho menos descalificar un pensamiento diferente, porque el fascismo también hizo mucho mal en el mundo y está en las antípodas de nuestro sistema democrático.
Sigo sosteniendo que, desde la democracia recuperada en 1.983, nuestra formación ideológica de un rol del Estado preponderante no ha funcionado y hemos sumado muchos fracasos que hartaron a la sociedad argentina que en las últimas elecciones generales nos dio la mayor derrota a la dirigencia política de todos los Partidos y nos enrostró crudamente nuestro fracaso.
Honestamente creo que el Presidente Milei quiere producir el cambio que la gente está exigiendo y necesita que la oposición colabore, no ponga palos en la rueda o por lo menos colabore con su silencio; pero también el Presidente debe entender que la política es diálogo, es negociación, es consenso. No puede desacreditar a todos los legisladores que no piensen como él o a los gobernadores que legítimamente están defendiendo el pago de sueldos de sus maestros, el transporte de sus trabajadores, la rentabilidad de sus productores, en definitiva, los intereses de sus provincias para lo cual fueron electos.
Si bien en estos 20 años de gobiernos kirchneristas se adueñaron del Estado, lo sobredimensionaron y en nombre del progresismo hicieron barbaridades; eso no nos debe llevar a plantear la antítesis y pasar de un Estado Gendarme a un Estado Desertor, sería un gran error. El Estado debe zanjar desigualdades sociales, no puede dejar librados a sus ciudadanos a la voracidad del mercado.
Por todo ello creo que todos debemos reflexionar y llegar al juicio aristotélico que la equidad es el justo medio entre dos extremos.
La sociedad está cansada y necesita que su dirigencia, de una vez por todas, nos pongamos a la altura de las circunstancias y saquemos este País adelante.