«Es la peor epidemia de dengue de la que tengamos memoria». Sin dudarlo, así comienza a caracterizar la situación la médica infectóloga Leda Guzzi. Consultada por este diario, la integrante de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) subraya cinco puntos que le sirven para sostener esa afirmación: «El aumento exponencial en el número de casos con un número hasta 11 veces mayor que el año pasado; el adelantamiento temporal del brote, que se anticipó al menos cuatro semanas; un 2023 que durante el invierno siguió con transmisión viral; la existencia de co-circulación de tres serotipos; y el hecho de que ya tuvimos varias epidemias en la última década, lo que lleva a que se vayan acumulando personas que ya tuvieron un episodio de dengue», enumera.
Los números la avalan en cada una de sus aseveraciones. El aumento exponencial se verifica en las cifras que el Boletín Epidemiológico nacional arroja sobre los casos confirmados desde que comenzó el año. Dentro de la temporada 2023/24, que arrancó a mediados del año pasado, se habían confirmado 17 mil casos hasta el último día de 2023, con una transmisión que se mantuvo durante el invierno, a diferencia de otros años. Desde que comenzó 2024 el brote se multiplicó y en sólo dos meses y medio se registraron 102.898 casos en todo el país, con una curva especialmente ascendente desde la quinta semana del año.
La comparación con los números de principios de 2023 es, quizás, el dato más alarmante. Si se toman las primeras diez semanas, el año pasado se habían registrado 8.343 casos. Los casi 103 mil de lo que va de 2024 representan, según el boletín, «un aumento de 11,3 veces en el presente año» con respecto al mismo período de 2023. El adelantamiento del brote es otro dato preocupante, ya que todos los años el punto crítico suele situarse entre las últimas semanas de marzo y las primeras de abril, por lo que no se descarta que la curva siga sin descender en las 19 jurisdicciones que ya tienen circulación autóctona del virus.
«A eso hay que sumarle la co-circulación de los tres serotipos: el DEN-1, el 2 y el 3. Esto aumenta la posibilidad de que algunas personas puedan infectarse con un serotipo diferente al que tuvieron en la primera infección, y eso incrementa la probabilidad de formas graves», advierte la especialista. Los números de fallecidos también despiertan preocupación. Aunque la enfermedad sigue teniendo una tasa de letalidad baja, con el 0,7 por ciento, en toda la temporada se registraron 79 muertes de las que 69 fueron durante los primeros meses de 2024.
La situación ya tensiona las guardias y unidades febriles del AMBA y otros puntos del país. En la Ciudad de Buenos Aires, desde las primeras semanas de marzo comenzó a verse un aumento de las filas en las unidades de testeo, pero entre la semana pasada y este lunes y martes, la situación se profundizó. «Siempre hay gente, a veces está más cargado, a veces menos, pero es constante que haya gente esperando y hay un 80 por ciento de positivos», cuenta a este diario Héctor Ortiz, enfermero y delegado del Hospital Durand, sobre la situación de la unidad febril en los últimos días.
Desde el Hospital Rivadavia trabajadores de ese centro de salud contaron a Página/12 que el promedio diario de pacientes que se acercan a hacerse el testeo es de 120 personas. En el Muñiz tienen un promedio de 200 consultas diarias, mientras que hay hospitales que debieron ampliar lugares en sus guardias para atender. Este lunes, en varias unidades se vieron filas que llegaban a doblar en las esquinas. Todas las fuentes coinciden en que las consultas por dengue ya se transformaron en el motivo mayoritario por el que los pacientes asisten a las guardias.
La escasez de reactivos para realizar los testeos es otro de los puntos que preocupa en las distintas jurisdicciones. Según pudo saber Página/12, la situación llegó a su punto crítico la semana pasada cuando los proveedores del mercado interno tuvieron problemas para abastecer la demanda. Con faltantes en el sector público y el privado, algunas unidades tuvieron que dejar de testear para racionar el uso del insumo. Fuentes de distintos puntos del país confirman que la situación comenzó a normalizarse desde el domingo al ingresar nuevos reactivos, pero aseguran que se mantienen en alerta de cara a las próximas semanas.
El Gobierno nacional, sin embargo, parece continuar con su política de pasar por alto la epidemia. El ministro de Salud, Mario Russo, casi no se refirió a la situación desde el comienzo del año y la comunicación está centralizada en el vocero presidencial, Manuel Adorni, que en su conferencia del lunes volvió a ratificar que no planean incluir la vacuna en el calendario obligatorio, ni reforzar partidas para campañas de prevención más allá de lo que existe hasta el momento. «Por supuesto que hay pauta publicitaria en caso de que haya alguna emergencia o alguna cuestión que haya que comunicar, por ahora el caso del dengue no está dentro de esa posibilidad», respondió el vocero ante la consulta de periodistas acreditados en Casa Rosada.
Desde Provincia de Buenos Aires, el ministro de Salud, Nicolás Kreplak, salió al cruce de las declaraciones del vocero. «Esto que hace el gobierno, ignorando o menospreciando, pone en riesgo la principal herramienta que tenemos para luchar contra el dengue, que es la educación comunitaria», advirtió y agregó que «nos tienen que ayudar porque hoy tenemos muchísimos casos, hay bastantes fallecidos y mucha tensión en las guardias». El ministro sostuvo que la situación se sostendrá durante marzo y «bastante entrado el mes de abril».
«En coherencia con el resto del discurso oficial, y contra toda evidencia científica, el Gobierno nacional persiste en apostar a la conducta individual para prevenir la infección», consideró en diálogo con Página/12 el sanitarista Leonel Tesler, presidente de la Fundación Soberanía Sanitaria. Tesler agrega que «en el marco de la que parece ser la peor epidemia de dengue de la historia, siguen evitando convocar al Consejo Federal de Salud (COFESA), órgano que reúne a todos los ministros del país, se resisten a coordinar acciones con las diferentes jurisdicciones y se niegan a pensar políticas articuladas con los otros países de la región».
En efecto, el Ministerio de Salud todavía no convocó a ninguna reunión del COFESA desde que Javier Milei asumió la presidencia en diciembre del año pasado. Se espera que, en medio de la emergencia que Adorni parece desconocer, el gobierno finalmente convoque a reunión para la próxima semana, aunque todavía no hay fecha confirmada.
Con la responsabilidad delegada en las jurisdicciones, desde el Ministerio de Salud porteño sostienen que ya tienen normalizada la situación de los reactivos, y que dispusieron 18 unidades febriles específicas para dengue en distintos hospitales de la ciudad. «Armamos circuitos independientes en todos los hospitales como estábamos con el Covid. Se atiende de manera especial, buscamos que las guardias puedan seguir atendiendo de manera habitual”, explicó el ministro de Salud, Fernán Quirós. En lo que va del año, en la Ciudad ya se confirmaron 4.360 casos, mientras que la Provincia de Buenos Aires sigue siendo la jurisdicción con más casos confirmados con 22.721, seguida de Santa Fe con 17.175.
En Provincia de Buenos Aires, donde 38 municipios están inmersos en brotes de dengue, destacan el sistema de triage que ya tenían preparado desde 2023, previendo la posible situación de este año. Aseguran que el sistema les permite diferenciar entre los casos graves que requieren testeo y entre casos más leves, que pueden ser atendidos con estudios clínicos, lo que permite garantizar los reactivos para los casos de alarma.
El otro punto en cuestión es el de la inclusión o no de la vacuna Qdenga del laboratorio Takeda, en el calendario obligatorio. Con la ratificación por parte del vocero de que «por ahora» esa medida no se encuentra en los planes, este martes Quirós también sentó posición en una orientación similar. La postura de Ciudad es que todavía no está la información completa para determinar los modos de aplicación, aunque el ministro sostiene que podría comenzar a aplicarse para la campaña del año entrante.
«Yo la incluiría en el calendario en personas que ya tuvieron un episodio de dengue y para mayores de cuatro años», opina Guzzi sobre este tema. La infectóloga explica que la vacuna no sólo ayuda a prevenir la enfermedad grave sino que, gracias a esto, se disminuiría «la tensión que los casos graves pueden generar sobre el sistema de salud cuando tenés muchas personas en esa situación». Tesler coincide en que «debería garantizarse el acceso a la vacuna a personas que ya tuvieron dengue para prevenir las formas más graves».
La discusión sobre las vacunas también llega a ámbitos parlamentarios. Los diputados del Partido Socialista, Mónica Fein y Esteban Paulón, presentaron un proyecto para que la vacuna sea incluida en el calendario. En la Ciudad de Buenos Aires el legislador Matías Barroetaveña presentó una iniciativa para crear el «Programa de vacunación contra el dengue», que prevé garantizar las dosis para mayores de cuatro años, además de un plan de entrega de repelentes y espirales. Hasta el momento, a la Qdenga sólo se puede acceder de forma privada, excepto en las provincias de Misiones –para personas de 20 a 40 años– y Salta y Corrientes donde la obra social provincial cubre el 50 por ciento del costo.
Todos los especialistas coinciden en que lo más importante siguen siendo las tareas de prevención para evitar la propagación del Aedes Aegypti: búsqueda activa de los criaderos, descacharreo de cualquier recipiente que pueda acumular agua, utilización de mosquiteros y repelentes. Subrayan que el Aedes es un «mosquito de domicilio y peridomicilio» u «hogareño»: se cría y desarrolla sobre todo en las casas para circular luego en un rango restringido. «Lo más importante es ir contra el vector», remarca la infectóloga, que explica que «el problema central son los huevos que están en los criaderos de los domicilios».
Fuente: Página 12