Yo hice parte de mi secundaria en Dictadura. En ese entonces, la escuela era un lugar para obedecer, una institución vertical y autoritaria. Era impensable nuestra participación como alumnos en la construcción de acuerdos de convivencia.
Las normas impuestas eran transmitidas por el Director el primer día de clases como un código disciplinario inapelable. Recuerdo especialmente aquellas referidas a la apariencia y el control del cuerpo. El uniforme estricto. El pelo debía estar corto y no tocar el cuello de la camisa, frontera precisa de la transgresión posible. El último botón debía estar prendido y allí, precisamente producirse el anudamiento de la corbata. Uno llegaba así a la escuela como si un dedo le presionara permanentemente la garganta y en un estado de asfixia naturalizado. Las conductas y actitudes, las relaciones interpersonales, eran evaluadas de acuerdo a un código disciplinario, de sanciones punitivas, como las amonestaciones que, llegadas las 24, constituían las puertas de la expulsión de la Escuela. El proceso de enseñanza se basaba en lo que Freire denomina “Educación bancaria” que consiste en que el docente que posee el saber–poder lo deposita en el alumno que carece de él , para que lo memorice y reproduzca, acríticamente.
Con la democracia las cosas han cambiado bastante. Hoy las normas de la convivencia son construidas en base a los llamados Acuerdos escolares de Convivencia (AEC), en base a la participación de todos los miembros de la comunidad educativa, docentes, padres y estudiantes. Tienen un tiempo estipulado para la elaboración de esos acuerdos. Es en ésta época que las instituciones educativas se abocan a trabajar los A.E.C, tiempo coincidente con la semana de la Memoria. Me emociona que las escuelas estén ocupadas en forjar procesos democráticas al tiempo que recordamos el comienzo del Genocidio y la Dictadura cívico militar eclesiástica responsable del secuestro, tortura, asesinato y desaparición de 30 mil personas, que estemos viviendo esa época.
Me preocupa mucho que, efectivamente, los A.E.C sean desarrollados como lo establece la Resolución correspondiente. Sobre todo porque las escuelas siguen siendo instituciones que, por el carácter vertical de su estructura, reproducen las relaciones de poder del sistema en las que están insertas. Así , en la mayoría de los casos, la escuelas con gran responsabilidad están emprendiendo este proceso fundamental para construir ciudadanía y ejercicio de participación democrática. En otros casos, los acuerdos son trabajados muy superficialmente, constituyendo al fin, reproducciones de los establecidos los años anteriores, escritos por muy pocas manos y sin participación real de la Comunidad educativa.
Creo que es necesario crear consciencia de la importancia fundamental de los A.E.C, del involucramiento activos de padres y estudiantes en su edificación. Es, tal como lo define la resolución del C.G.E que los crea, la ley de la escuela. Obviamente que no todas las normas pueden ser construidas por los A.E.C. pues existe un marco normativo previo que constituye las bases del funcionamiento institucional. Por ejemplo no podrá ser objeto de acuerdo si se permite o no golpear o discriminar o no a un compañere , el horario de ingreso a la escuela o si se puede o no fumar tabaco en los pasillos de la institución escolar.
Tampoco será materia de acuerdo si se debe o no cambiar en el registro o legajo escolar el nombre de estudiantes que lo soliciten, conforme a la autopercepción de su género, o el baño que deben utilizar, ya que es un derecho que la escuela debe garantizar y respetar. Pero si existe una variedad de pautas que regulan el modo en que nos vinculamos, que no están contempladas en ninguna legislación, como por ejemplo, el uso de vestimenta y accesorios piercings, gorrita, capuchas etc. (pienso entre paréntesis cuales son los prejuicios por los que persiguen, sobre todo a los gorros en las escuelas, como si fueran grandes enemigos del aprendizaje), el consumo de alimentos y bebidas en el aula, el tema tan controvertido de tomar mate, el uso de los celulares, el uso, la organización y el cuidado de espacios comunes, tales como baños, comedor y espacios de recreo, modos de vinculación tanto en espacios físicos como digitales.
Un ejemplo concreto (1): En una escuela los chicos usaban el parlante para escuchar música. La Directora prohibió esa actividad porque las canciones tenían letras no apropiadas al marco educativo. El equipo de tutores solicitó a la conducción un espacio para debatir con la comunidad educativa esa norma. Un grupo de alumnos defendió, en la asamblea, el contenido de las canciones argumentando que las letras no usaban otro lenguaje que el que practicaban cotidianamente. Muchos padres objetaron que tenían un contenido claramente discriminatorio. El debate permitió reflexionar, de manera transversal, sobre la discriminación, en diferentes espacios curriculares. Se acordó que en las clases de música se armarían listas con canciones que no fomenten la cristalización de estereotipos. Un grupo de jóvenes propuso grabar pistas para rapear o trapear, generando en los recreos batallas de free style.
En Concordia hemos tenido algunas experiencias, que se han hecho públicas, donde ciertas medidas normativas impuestas por los equipos de conducción, han generado “sentadas” de los chicos, como manifestación de protesta ya sea por la imposición del uso de la vestimenta y accesorios, de la infusión del mate o de la asistencia obligatoria en jornadas de un calor agobiante, a escuelas que carecían de las condiciones mínimas para aliviarlo, todas ellas formas sanas de desobediencia (en los términos que lo plantea E. Fromm y como decía Mahatma Gandhi “cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecer”), pero que tenían como conflicto subyacente el rechazo a los A.E.C.
Hoy es un día muy especial, es 24 de marzo y todos los ciudadanos que queremos defender la Democracia de los avances autoritarios y negacionistas que reivindican la Dictadura, nos encontraremos para conmemorar el Golpe, el Nunca más y para reafirmar el ejercicio de la Memoria, la verdad y la Justicia en una marcha que partirá a las 19 desde el emblemático mural “Secuestro” en Salta y Damián P Garat hacia la Plaza Urquiza, donde se realizará el acto oficial. La democracia que conseguimos debe defenderse en todos los espacios de la vida social, pero la escuela, como institución crucial en el aprendizaje de la ciudadanía de los niños y jóvenes, posee un valor literalmente fundamental, y ese ejercicio que requiere el compromiso de la Comunidad educativa y de la comunidad toda, tiene que encontrar una vía real y efectiva en el trabajo responsable y comprometido de los A.E.C, herramienta clave para la vida democrática, para la participación comprometida y para que NUNCA MÁS el Terrorismo de Estado, el dolor, el horror y la muerte oscurezcan el camino de nuestro pueblo.
(1) Documento: la convivencia y la vida escolar.