Todos tenemos presente donde estábamos aquel dos de abril de 1982 cuando el nefasto Galtieri anunciaba la recuperación de las Islas. Recuerdo haber salido en ese momento de la Escuela de Comercio –yo tenía 12 años, y la algarabía general que había generado la noticia. Que mi corazón dio, como todos, un vuelco de euforia y felicidad, porque en ese momento sentíamos una reparación de la injusticia que habíamos sufrido tanto tiempo por la ocupación de nuestro territorio, aquella consciencia lastimada que habíamos forjado en la escuela. No sospechábamos que era una estrategia de la Dictadura para sostenerse en el Poder, pensábamos que teníamos que sentirnos unidos para pelear contra el invasor, anular las diferencias en pos de ese ideal patriótico vivíamos la guerra como si fuera un mundial de fútbol, celebrando los aviones caídos o los barcos hundidos de los ingleses como si fueran goles.
Poco a poco fuimos dándonos cuenta, a pesar del cerco informativo, que la Dictadura hizo otra vez, lo único que sabía hacer, mentirnos. Vi un junio la derrota en los ojos llorosos de mí madre, en su cara triste y descompuesta, junto a la radio de la que no se despegaba. Una enorme frustración nos volvió a la realidad, y poco a poco la ilusión se derrumbó y con ella la más sangrienta Dictadura que asoló nuestra Patria y que Malvinas empujó a su final.
Muchos, como si lo sufrido por los combatientes fuera poco, volcaron su desazón sobre ellos, sumando así a la ignominia, la mayor de las injusticias. Esta se prolongó desde su ocultamiento en camiones blindados, hasta el olvido y falta de reconocimiento. La guerra, la indiferencia y el abandono del Estado, durante demasiado tiempo profundizaron el dolor en el sufrimiento psíquico que dejaron como secuelas. Poco a poco hemos ido reparando nuestra ingratitud inicial, cuando claramente pudimos percibir el heroísmo intachable de nuestros combatientes, en esa lucha extraordinaria por nosotros, por la Patria, en la que entregaron su sacrificio, su honor y sus vidas.
Es necesario reivindicar más que nunca hoy su gesta, su causa y sus ideales, hoy cuando el peligro y la amenaza de nuestra soberanía, no nos acecha solo desde afuera.