Director: Claudio Gastaldi
Concordia
jueves 19 de septiembre de 2024
Nota escrita por: Luis Jakimchuck
lunes 22 de abril de 2024
lunes 22 de abril de 2024

La Batalla por la Educación

La lucha por los sentidos del derecho a la educación pública ha sido una constante desde la recuperación de la democracia. Descentralización, desfinanciamiento y ajustes educativos han caracterizado los gobiernos a lo largo de los años, sin importar su orientación ideológica. Sin embargo, la actual gestión se destaca por su abierto desprecio hacia el Estado y su función social, llegando incluso a calificarlo como una "organización criminal". El presidente, que parece disfrutar del sufrimiento de la gente, ahora ataca uno de los pilares fundamentales que ha permitido la movilidad social en el país: la educación pública, gratuita y de calidad.

Un dato alarmante es que entre 2004 y 2021, la mitad de las provincias redujeron sus presupuestos educativos. Además, más del 90% de estos presupuestos se destina al pago de salarios, según un informe de Argentinos por la Educación. A nivel nacional, desde 2006 a 2020, solo en tres años se alcanzó la meta de inversión del 6% del PBI en educación, según un estudio de CIPPEC.

Esta situación ha llevado al deterioro del panorama educativo actual. Milei, de manera insensata, eliminó por decreto el Fondo Nacional de Incentivo Docente, un acuerdo que fue clave para levantar la carpa blanca durante la década menemista. Pero los recortes no se detienen ahí; también afectan al Fondo de Compensación Salarial y al financiamiento de programas educativos nacionales. Estos recortes apuntan claramente a debilitar la calidad educativa y socavar la legitimidad de las luchas que se han llevado a cabo durante décadas para implementar un modelo privatista, excluyente y meritocrático.

En 1999, Guillermo Jaim Etcheverry escribió «La tragedia educativa», seguido en 2019 por «Educación: la tragedia continúa». Veinte años después, poco ha cambiado para bien. Es necesario reformular el papel de la educación secundaria para enfrentar los desafíos actuales y evitar la consolidación de un ciudadano dócil a cualquier expresión política.

No podemos pasar por alto la función esencial de la escuela: el acceso al conocimiento. La pedagogía actual parece menospreciar la importancia del contenido de la enseñanza, priorizando la búsqueda de información por sobre el conocimiento adquirido. La escuela secundaria debe ser el centro de este aprendizaje, fomentando la interacción con el entorno y promoviendo la reflexión.

Milei nos conduce hacia la anarcoeducación. Más allá de sus exageraciones, su desfinanciamiento de las universidades públicas y el desmantelamiento del desarrollo científico y tecnológico son preocupantes. La paranoia de Milei busca desarmar instituciones fundamentales dedicadas a fomentar la investigación científica. Sin embargo, como señaló Bernardo Houssay, «la ciencia no es cara, cara es la ignorancia».

Es fundamental que la sociedad comprenda el papel de los investigadores científicos en nuestra vida cotidiana. Si los seguidores de Milei creen que sus ideas extremas transformarán la realidad, se llevarán una sorpresa, especialmente los jóvenes. Es necesario evitar que caigan en la trampa de un gobierno que busca distraer mientras avanza en ajustes que benefician a los ricos.

La marcha del 23 de abril es crucial para limitar la crueldad del gobierno y proteger las universidades públicas. Debemos marchar por el futuro de millones de estudiantes y docentes, por el fortalecimiento de los derechos adquiridos y por la defensa de la educación como pilar fundamental de la sociedad.

Esta movilización va más allá de un reclamo presupuestario; se trata de proteger la dimensión existencial colectiva de la sociedad. No podemos tolerar tantos ataques y humillaciones. Como dijo Ariel Pennisi, «marchemos por nuestras capacidades y esfuerzos, y veamos qué pasa si las sustraemos por un momento de la maquinaria». Este es el momento de construir una huelga social.

 

Por. Luis Edgardo Jakimchuk.  Docente