“No la ven” diría hoy Dupin, parafraseando a los cínicos de hoy. Muchas veces no vemos lo que está delante de nuestras narices, precisamente por ese motivo. En otras circunstancias los poderosos recurren a la censura para garantizar el ocultamiento de la verdad, y en otras a la distorsión y a la apropiación para imponerla y evitar cuestionamientos.
Nuestra carta robada es el himno y puede serlo además- sino juramos con gloria vivir- la Constitución y la Patria.
El 11 de mayo, ayer, fue el aniversario del himno nacional, ese que cantamos con convicción y solemnidad, sobre todo en los Mundiales de fútbol, aunque últimamente la FIFA haya decidido reducirlo a un coro onomatopéyico un tanto vacío. A tanto no llegó Julio Argentino Roca, que no solo desapareció pueblos originarios en el genocidio que se conoció con el eufemismo de “Campaña del desierto” ,sino que además, en 1900 , decidió cercenar la” marcha patriótica”, que era como se llamaba el himno hasta entonces. La excusa del borroneo era el respeto a los españoles que pudieran sentirse ofendidos por estrofas referidas a la liberación de nuestra nación del yugo colonial, expresada en frases del estilo “A sus plantas rendido un León”, en clara alusión a la Corona derrotada.
Es el único respeto que la Oligarquía ofreció a los españoles, sobre todo a los inmigrantes que, anarquistas o socialistas ellos, maltrató con los palos de Falcón, los fusilamientos de obreros y la ley de residencia entre otras formas poco diplomáticas de reprimirlos, en tanto y en cuanto cuestionaran el Orden Oligárquico y exigieran una transformación social en beneficio de los trabajadores.
En ese castre y pegue de Roca es inexplicable, tal como lo señala Marcelo Valko , la mutilación de versos tales como “se conmueven del Inca las tumbas, y en sus huesos revive el ardor, lo que ve renovado a sus hijos de la Patria el antiguo esplendor”. Estos versos del himno original, que nada dicen de los españoles, “no solo imaginan la emoción del Inca ante el despertar de la Nación Argentina, sino que además, nos sitúa en calidad de sus hijos, recordando el antiguo esplendor del Tahuantinsuyo, es decir, de la nueva Patria que asoma a la historia para cobijar a TODOS sus descendientes” (Marcelo Valko “Pedagogía de la desmemoria” ediciones continente), y que las autoridades que gobernaban para el puerto de Buenos Aires, aprovecharon para eliminar la presencia indígena de nuestra canción Patria.
Menem completó en la década del 90 la obra de Roca, suprimiendo la obligatoriedad de publicar la versión completa, que hasta ese momento se imprimía hasta en la libreta de enrolamiento. De esta forma, dice Marcelo Valko “no solo perdimos las estrofas del himno que nos vinculaban con la “América profunda(Rodolfo Kusch), sino que se suprimió, todo rastro y vestigio del espíritu americanista que había impulsado a nuestros revolucionarios”, quienes pensaban en una Patria integrada por Todos, incluyendo la importante presencia indígena y su hermandad, reconocida hasta Alberdi quien reconoció que los revolucionarios que conformaron el primer gobierno patrio, invocaron, antes de confeccionar su juramento a Tupac Amaru II:”Por el Dios de la libertad, de la igualdad y de la Patria, por los sepulcros sagrados de nuestros Abuelos los Incas, por las víctimas de Tupamar” (Marcelo Valko “Pedagogía de la desmemoria” Ediciones Continente), entre otros acontecimientos que reconoce su participación principal en el triunfo de la revolución y la independencia ,como la propuesta de Manuel Belgrano de constituir una Monarquía constitucional liderada por un Inca.
El himno es la carta robada de nuestra historia, como en el cuento de Poe, para ocultar la historia, por razones vergonzantes para las elites gobernantes, a través de la amputación de los versos que incomodaban al Poder.
En los 90 el himno vuelve a ser sacudido de su solemne modorra por una excepcional versión de Charly García, que produce un extraordinario y saludable escándalo, porque la canción Patria no solo había sido intencionalmente cercenada, sino que su música fue apropiada, despojada de los caracteres civiles y populares que restauró Charly.
Era una versión adaptada a un momento de entrega del País, del consenso de Washington que la imponía a través de diversas políticas de saqueo, exigidas por el Imperio, fundamentalmente las privatizaciones de las Empresas Públicas y la retirada del Estado de Bienestar en favor de la mano invisible y ladrona del Mercado. Sin modificar el texto ni la melodía, salvo ciertas inflexiones expresivas, pequeñas modificaciones de tono, que pueden interpretarse como indicios de sufrimiento existencial frente a la dolorosa realidad nacional, sobre todo en el quejido final de “…con gloria morir”, produce un gesto revolucionario al sustraer el himno de su apropiación castrense, devolviéndola al pueblo y desobedeciendo el gesto autoritario y despótico de cantarlo de un solo modo, rígido e impuesto. Es que así lo exigía el decreto 10302/1944 que resuelve, en su artículo 7”…será esta en adelante la única versión musical autorizada para ejecutarse en los actos oficiales, ceremonias públicas y privadas, por las bandas militares, policiales y municipales y en los establecimientos de enseñanza del país”.
En base a este decreto, dos personas denunciaron a Charly García por su versión del himno, cosa que al genial músico le pareció poco en un país de 30 millones en ese momento, generoso al evaluar este país de genios y talentos, pero también de patéticos en ese cambalache que sufrimos cotidianamente.
El himno es nuestra carta robada por la intencional mutilación de su sentido, de la censura y el ocultamiento que resulta del borrar sus partes más significativas, pero además, este momento histórico es una carta robada que muchos “no ven”, y otros se hacen los ciegos, una carta cuyo contenido es, ya no la venta, sino llanamente la entrega de la Patria, corriente que se lleva los medicamentos de los enfermos graves y de los adultos mayores, el alimento de los niños, el trabajo de los desocupados y la enorme tristeza de todos los ciudadanos solidarios que la aman, aquellos que han jurado, con gloria no solo morir, sino, fundamentalmente y parafraseando la bellísima versión de la negra Sosa, han jurado con gloria, con honor, y dignidad, vivir, para defenderla.
Orlando Sosa
Gracias Sergio, ningún esfuerzo es suficiente , en ese momento de anestesiamiento del pueblo…..desesperación,incertidumbre…la imbecilidad humana se impone ,milei como un niño pequeño habla con un amigo invisible….con perdón de les niñes