Ayer mismo, no le aprobaron tampoco la transferencia de los 100.000 palos con los que se regodeaba el Agente no tan secreto Santiago Caputo, al que apodan con ostensible agudeza: “paciente en terapia intensiva”: porque ni los familiares lo pueden ver.
Y si algo le hubiera faltado a la gélida jornada de ayer, se rompió -de hecho- el bloque manicomial de Los Locos de Atar (LLA) en la (ex) Honorable Cámara de Diputados de la Nación, con grandes y pintorescos escándalos con notas de conventillo de arrabal, entre la joven Diputada Arrieta (que parafraseando a Fito, diría:….”nací en el 93, cuando Astiz no garpaba y llegué a Ezeiza, engañada, sin saber a quiénes visitaba….) y Lilia “Dragón con diarrea” Lemoine (si no te quema, te caga), por culpa del “degenerado” ideológico/negacionista, Beltrán “ Bujía de madera” Benedit, a quien así apodan, por no tener chispa para nada, siendo sindicado por sus pares, como el mentor y organizador del infausto, moralmente lesivo y antirepublicano tour de visita a condenados genocidas alojados en la cárcel de Ezeiza.
Hasta Mauricio “ el fracasado” Macri se sumó a la troupe de los que le jugaron mal y duro al novel novio de Yuyito González y a la propia Tarotista de Estado, Karina Milei.
Será que, a esta altura de los acontecimientos y cumplidos ya los primeros 8 meses, no se puede disimular más la desnudez del rey, a pesar que el monarca aferrado a las fuerzas del cielo y formado en la Escuela Austriaca, está convencido de que los demás mortales que habitamos estas tierras, no podemos percibir su falta de ropa, como en el encantador e interpelante cuento del escritor Hans Christian Andersen.
Pasan los días, los bolsillos de los argentinos flaquean, la pobreza e indigencia alcanzan niveles paroxísticos e inmorales, las provincias incrementan y endurecen sus reclamos al gobierno nacional que, enarbolando una mentira de precaria categoría intelectual, logró la fantasía, efímera e inconsistente, por cierto, de fabricar un periodo ficcional de desaceleración de la inflación (no desaparición del fenómeno) a costa de no pagar una serie de compromisos, algunos legalmente obligatorios y otros de carácter discrecional, pero no menos urgentes e importantes.
Esto que hace El Desqui de Milei, es como que uno en su economía familiar dejara de pagar la luz, el gas, la prepaga, la cuota del crédito en el banco, etc. Y claro, así, seguramente, voy a tener un “superávit” en mis cuentas domésticas, aunque falso, por poco tiempo e inconsistente.
En fin, todo depende, en adelante, de la fórmula polinómica que tiene como principal variable desconocida, hasta dónde llegará la paciencia de los argentinos, en base a la necesidad que expresen los bolsillos de cada ciudadana y ciudadano.
Este plan siniestro y destructor de enclave neocolonialista en que pretende convertir a la Argentina El Desqui y su claque de aplaudidores (entre los que suelen encontrarse personajes del radicalismo como el Top Game Luis Petri, el llorón De Loredo, el ex K Cornejo o el impresentable Valdes, por nombrar algunos y por ahora no aludiendo con nombres y apellidos a gerentes locales del radicalismo entrerriano que operan en la UTE electoral JxER, presidida por el gobernador importado de CABA) no tiene futuro y sólo nos conduce, como ya experimentamos otrora, a un camino sin salida, cuyo límite es el precipicio.
La UCR no puede ni debe permanecer impávida ante tanto desatino y muestras de indignidad. Tenemos la obligación y el mandatorio de 134 años de historia, con sus más y sus menos, pero con muchos legados que cumplir, fiel e inquebrantablemente.
Este amontonamiento de personas que nació en Gualeguaychú en 2015 y que desde el día cero de su conformación en UTE electoral relegó a la UCR a un segundo plano y con el tiempo ni siquiera a eso, a tal punto que en los medios, se refieren a nosotros ni siquiera como radicales, sino como “los de cambiemos”, cuando no, que directamente nos engloban en el PRO. Colijo, más bien barrunto con ilusoria convicción Krausiana, que se nos debe fruncir el ceño y retorcer la panza cada vez que ello ocurre, casi como una tortura recurrente, que nos debería interpelar para decidir si pondremos de pie al radicalismo como partido con vocación de poder y aspiraciones de ser alternativa de gobierno en una coalición socialdemócrata, moderna, plural, con arraigo en lo nacional y popular o si, por el contrario, sucumbiremos como tales, para finalmente quedar en la consideración del pueblo argentino, apenas y en el mejor de los supuestos, como una referencia histórica, una especie de mojón de algo que fue grande y prolífico en clave de servir al país, pero meramente testimonial, lo que equivaldría a darnos de baja de la existencialidad social misma, por haber abdicado inexcusablemente de la práctica de conductas concretas para que nos crean. Porque sólo con la doctrina, no alcanza.