El Senado había modificado el texto original aprobado por Diputados, tomando como referencia el modelo mendocino. Dicho sistema ubica los cargos en el margen izquierdo de la boleta y a los partidos o alianzas en filas verticales, cada uno con un color distinto. Sin embargo, uno de los puntos de tensión fue la eliminación de la opción para votar lista completa, un mecanismo que facilitaba el voto en bloque por una sola agrupación política.
Las fuerzas provinciales, lideradas por representantes de Río Negro y Misiones, jugaron un rol clave en esta discusión. Su postura firme en contra de la opción de lista completa buscaba evitar el «efecto arrastre» de los candidatos presidenciales nacionales, una estrategia que favorece a las grandes fuerzas. Finalmente, el oficialismo cedió ante la presión de los provinciales, lo que inclinó la balanza a favor de su propuesta.
Los defensores de la Boleta Única de Papel resaltaron las ventajas del nuevo sistema, subrayando que terminará con prácticas como el robo de boletas y el voto “cadena”, además de garantizar una mayor equidad entre las fuerzas políticas, particularmente aquellas con menos recursos, que hasta ahora enfrentaban dificultades para fiscalizar sus votos en todas las mesas.
Entre las novedades que trae la reforma, también se extiende el plazo de las campañas electorales de 50 a 60 días y se adelanta la presentación de listas a 70 días antes de las PASO, una semana antes de lo que estipula la ley actual. Además, la conformación de alianzas deberá realizarse con 80 días de antelación a las elecciones.
Por otro lado, desde el peronismo se manifestó una fuerte oposición al cambio de sistema electoral. Eduardo Valdés, uno de los referentes del Frente de Todos, argumentó que la boleta partidaria ha demostrado ser un mecanismo efectivo que ha garantizado históricamente la alternancia democrática.