Hay algunas cuestiones que sustentan el enojo con los inversores, que desde el Presidente para abajo vienen haciendo público hace 11 meses, en diferentes foros empresarios. En pocos días se conocerá el indicador de inversión privada bruta que elabora Orlando Ferreres, un consultor liberal. En septiembre, mostrará otro desplome del rubro, que viene cayendo 25 puntos por mes. Desde que Javier Milei es gobierno, hay 9 meses consecutivos de caída en las inversiones, y el modelo de desregulación y libertades empresarias produjo un récord: los libertarios, aún después de concesiones inéditas al sector privado, son el gobierno de la democracia con menor nivel de inversiones en el primer año de gestión. En contraposición, los años más virtuosos en desembolsos fueron, paradójicamente, los de Gobiernos que fomentaron la actividad desde políticas estatales y donde la economía creció sostenida.
En este contexto, el Gobierno no parece comprender la lógica del fenómeno y, en parte, eso ocurre porque los empresarios, en lugar de decirles a Sturzenegger y Milei lo que falta para que entierren plata, les elogian el ajuste para seguir sentados sobre mejoras competitivas que sean permanentes y que duren más allá de la existencia, más o menos larga, de La Libertad Avanza en el poder. En síntesis, los ceos no invierten porque no hay demanda ni confirmación política del rumbo. Y tienen la sartén por el mango.
Por eso, en estos días, Sturzenegger habla con obsesión de dos cuestiones: la primera es que «les abrimos las jaula y se siguen mirando entre ustedes, en lugar de salir», frase que pronunció ante un ceo que conoce de años y que hace unos días repitió en el Coloquio de IDEA. En esa misma reunión empresaria, se mostró visiblemente molesto y pidió que el sector privado no le reclamara más la baja de impuestos. «Ya nos están tomando el pelo», admitió ante este diario un importante cuadro que camina los pasillos de Hacienda, en referencia a la insistencia del Círculo Rojo por conseguir más beneficios. Es curioso, pero el Gobierno parece no saber de los peligros de nadar con tiburones. Y hay aquí un deja vu: el ministro Luis Caputo y Sturzenegger ya padecieron lo mismo durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando hubo una invasión de inversiones golondrina de capitales especulativos tras la apertura del cepo, y cero pesos para la economía real. El escenario actual parece calcado.
La impaciencia del Desregulador
El segundo asunto del que habla Sturzenegger es una especie de amenaza, por una doble vía, para intentar que inviertan por la fuerza: «los voy a inundar con importaciones», contó días atrás en una charla privada. En ese contexto, el funcionario usa de ariete al ceo militante libertario Marcos Galperín, el dueño de Mercado Libre, la empresa más grande del país y cuyo titular superó en fortuna individual a Paolo Rocca, de Techint, y Luis Pagani, de Arcor, en base a un esquema de beneficios fiscales que no tienen ni las pymes. Alejandro Gorodisch, el ceo de Farmacity, se sorprendió cuando Sturzenegger les avisó que «miren que cuando se caiga la cautelar por remedios, van a tener que aguantar que se vendan en todos lados».
¿A qué se refiere el ministro? Hoy, a raíz de un fallo del Juzgado Federal de Mendoza, se frenaron dos artículos del DNU 70, que permitían la venta libre de remedios fuera de farmacias. Galperín, cuando salió el DNU, ya había empezado a preparar su plataforma on line para comercializar medicamentos, lo que sacudió a la industria y, sobre todo, a Farmacity, que no tiene hoy un esquema para competirle a la firma de uno de los ceos que eligió el exilio fiscal en el Uruguay.
Asimismo, por el enojo con los empresarios de la economía real y los industriales, Sturzenegger prepara una embestida para quitarles poder de lobby. Según supo Página I12, va por cortarles el «aporte convencional», que es un aporte que hacen los dueños de empresas a las cámaras que integran. Tres casos concretos, el de los metalúrgicos de ADIMRA, los textiles y la propia CAME. Se trata de aportes del 1,5 por ciento de la masa salarial de cada empresa. Para el ministro Desregulador, eso encarece el costo empresario. En realidad, esos fondos se utilizan para capacitación y hay más de 30 sectores que lo tienen. Sturzenegger los tiene en la mira.
Las dudas que esgrime el poder
El martes 5 de noviembre, el Gobierno irá a tratar de contener la bronca de la Unión Industrial por las importaciones. Los enviados serán Juan Pazo, el secretario de Producción, Marcos Ayerra; el secretario de Economía del Conocimiento y el secretario de Comercio, Pablo Lavigne. Tratarán, según los industriales, de morigerar el avance de Stuzenegger, que además vienen siendo un condicionante para el despegue de la actividad. El desembarco de funcionarios oficiales se da, además, en el medio del proceso electoral de la UIA, que el año que viene tendrá un nuevo presidente. Hasta ahora, el candidato más firme para reemplazar a Daniel Funes de Rioja, según supo este diario, es el actual titular de Unión Industrial bonaerense, UIPBA, Martín Rappalini.
Las importaciones, para los sectores productivos, son uno de los factores que explican por qué no invierten. El tipo de cambio favorece, hoy, una transformación de las plantas en depósitos que reciben importaciones. Es más, la recesión es tan fuerte que el uso de Capacidad Instalada (porcentaje de máquinas operativas) está en un 50 por ciento. Es decir, de haber una leve recuperación de demanda, alcanzaría sólo con prender las máquinas que están juntando polvo para producir más sin necesidad de invertir.
Pero las consultas de este diario a sectores empresarios dan cuenta, además, de otras razones para que la inversión sea la más baja en décadas. En el caso de las empresas del consumo masivo, hay muchas que esperan, aún, una política de incentivo a las ventas que no llegará. «¿Vos pondrías un supermercado hoy? ¿Una industria?», le preguntó un ceo a un funcionario con el que tomó café esta semana. Le contestó que no. La falta de demanda es el principal problema, hoy, para no facilitar inversiones. Y el consumo está cerca de caer casi 30 puntos. Inviable.
La otra razón es más de fondo y, quizás, la más relevante. La mayor parte del Círculo Rojo no tiene claro, aún, qué niveles de estabilidad política tiene el Gobierno de Milei y cuánto puede durar el rumbo que hoy elogian. «Hay que esperar a las elecciones», admiten, en referencia a las legislativas del 2025. Los empresarios creen que lo que pase en Provincia de Buenos Aires es clave para que los libertarios se ordenen. Y ven riesgo en ese terreno. Por eso, muchos empezaron a rogarle a Mauricio Macri, en diferentes charlas que han tenido con el líder PRO, que hagan un acuerdo para ir juntos en las boleta de Milei. Un estudio de Opina Argentina que se conoció esta semana da un empate entre el peronismo y los libertarios sin Macri. Si se le suma Macri, Milei consigue 39 por ciento de apoyos, contra 33 del peronismo. Muy ajustado todo.
Un dato extra: el análisis de estabilidad política que hacen los inversores es exactamente igual que el que hace el Fondo Monetario Internacional (FMI). En estos días que Luis Caputo estuvo en Washington, los técnicos de Kristalina Georgieva volvieron a decirle al ministro que hay que corregir de forma urgente el tipo de cambio e ir a una unificación cambiaria para que el plan sea consistente. Sólo así el Fondo soltará 10 mil millones de dólares para Argentina.
Fuente: Página 12/Leandro Renoud
Juan Martin
Cuánta estupidez de estos HDP. Quien va invertir en un país, sin trabajo, sin actividad, con achique de empresas de todo nivel y tenor, sin obra pública, y con un mercado empobrecido, sin poder adquisitivo. Son realmente brutos, miserables, que presos deberían estar.