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miércoles 11 de diciembre de 2024
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Director: Claudio Gastaldi
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Nota escrita por: Luis Jakimchuck
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Un recorrido por la anomalía política del 2024: Azcué y Frigerio, el ajuste local como reflejo del proyecto nacional

A un año del triunfo, el anarco capitalista Javier Milei avanza con su plan de destrucción del Estado con una aceptación de la mitad de la población, mientras la otra mitad no encuentra una oposición que ponga límites. Nuestra sociedad tiene un largo y sinuoso traqueteo anómalo, extraño, que suele deshacerse de cualquier preocupación respecto a su recorrido. Un país que cuanto menos lo reflexionamos, nos atrapa nuevamente con intentos del pasado. La anomalía salvaje por la cual atravesamos hoy, pelea por su realización a través de tres cuestiones fundamentales: la política, la economía y lo cultural, con aberraciones, irregularidades, mentiras, deformaciones y rarezas. La anomalía en nuestro país presenta aspectos políticos y económicos, que se podría resumir en la lucha entre dos culturas societarias, también políticas, que se deben tolerar: la cultura rentística y la cultura productiva. En el ámbito local, el gobernador Rogelio Frigerio y el intendente Francisco Azcué destacan la implementación de programas de asistencia social como la Mesa de Desarrollo Humano y el respaldo a la Ley de Bases. Sin embargo, los resultados de estas medidas son cuestionables por su impacto limitado frente a las crecientes cifras de pobreza e indigencia en la región. A su vez, la auditoría externa anunciada sobre la gestión anterior duerme en una caja negra y las declaraciones de Frigerio sobre la recuperación económica dejan un océano de dudas en la ciudadanía. Mientras tanto, el peronismo desarticulado, con una conducción de "cáscara vacía" y herida de muerte por el escándalo de Kueider.

La llegada al poder de Javier Milei, que es en sí misma una situación anómala, suponía limpiar la corrupción política y poner fin a la turbulencia económica y social a la que llevaron Macri y Fernández. Pero el final de esta anomalía trajo una nueva: la llegada del primer verdadero outsider de la historia política argentina.

Para percibir la anomalía económica, es necesario salir de las propuestas abstractas, y eso requiere observar las medidas concretas y cuáles son los logros y los retrocesos de esas medidas. Basta un solo dato para tomar dimensión de la magnitud del acontecimiento cuando Milei expresa: “Mi desprecio por el Estado es infinito. Todo lo que sea para romper me encanta”.

Estas frases violentas, hostiles, impropias de un presidente demócrata, borran precisamente a gran parte de los incontables de la sociedad. El recorrido trazado en este primer año, con los resultados económicos, arroja dos anomalías salvajes: el ajuste para lograr superávit fiscal trajo hambre y desesperación en niveles no vistos por su profundidad.

El Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) informó sobre algunas de las causas que llevaron al destrozo social: 53 % de devaluación en un solo día, desregulaciones económicas del DNU y la Ley de Bases, la caída del salario real y del poder adquisitivo, produciendo un derrumbe del consumo; 200 mil empleos registrados destruidos; 23 millones de pobres y 6 millones de indigentes. La pobreza juvenil creció un 76 %. Una inflación del 193 % interanual, que no es correcta porque no pondera los servicios. No existe una política social que perfile con terminar el hambre y la pobreza.

Por otro lado, sin Estado, con políticas desregulatorias y sin protección a la industria, vamos a contramano del mundo. Lo paradójico es que nunca interpretaron los industriales cuando decía Milei: “La industria es un sector adicto al Estado, con subsidios y aranceles. Ahora que se fundan”. Estas anomalías crecientes, en términos políticos, naturalmente traspasan a la economía, afectando lo social.

El déficit cero resultó ser licuación de ingresos a jubilados y quitas de medicamentos. Educación desfinanciada; gobernadores arrodillándose por sus legítimos recursos y por obras públicas; no pagar deudas del sector público, del sector energético y de constructoras. Mientras tanto, las grandes fortunas, muchas alimentadas por las tetas del Estado, multiplicaron sus ganancias. Lo financiero y los ricos no pagan impuestos a los bienes personales.

Está claro que es un proyecto político-económico antisocial y con poca expectativa para la industria y el agro. Es de una clase social: los dueños del capital.

Más allá de cómo podamos pensar analíticamente, la ideología del gobierno es autoritaria, porque el comportamiento político se caracteriza por una serie de pasiones movilizadoras que exteriorizan aporofobia (odio a los pobres), xenofobia, un horrible odio a la razón y exaltan conductas fanáticas e irracionales. Hoy, el peligro es que la democracia puede convertirse en una forma de represión con el consentimiento popular.

Los elementos que nutren la anomalía son los acontecimientos.

Hace pocos días, el intendente Azcué lanzó la Mesa de Desarrollo Humano. El objetivo es desarrollar acciones en forma conjunta con instituciones intermedias, las políticas nacionales y provinciales, a fin de mejorar la esperanza. Así lo definió: “En nuestra gestión las familias no son un número”.

De acuerdo al presupuesto 2025, los gastos para la asistencia social, compra de alimentos, ayudas económicas dinerarias y asistencia a instituciones para fines sociales —también para tierras y viviendas, EDOS, entre otros— es de 10 mil millones (el 11,17 % del presupuesto total).

Matemática pura: si dividimos los 10 mil millones por un poco más de 100 mil concordienses vulnerables y lo dividimos por 365 días, nos da un promedio de poco más de 260 pesos.

Las propuestas y la realidad.

Frigerio y Azcué destacaron efusivamente el acompañamiento de Kueider a la Ley de Bases. Coincidían en que “políticos como él son lo que necesitamos, es un aporte muy valioso para las herramientas necesarias”. Esto no se corrobora al observar los efectos del DNU y la Ley de Bases en sus presupuestos: pérdida de recaudación y más pobreza e indigencia.

Algo pendiente del intendente es informar a los ciudadanos sobre los alcances de la auditoría externa a cargo de profesionales de la UNL, que costó 19 millones de pesos a los concordienses. El objetivo era investigar, en 90 días, una serie de irregularidades de la gestión de Enrique Cresto. Ese acuerdo también incluye las operaciones del municipio con Centaurus.

¿Qué hay frente a estas singularidades?

Lo más desesperanzador del presente, para quienes no creen en el modelo de país que, con viento en popa, construye el mileísmo, es la completa desarticulación hoy del peronismo. Dónde va el peronismo solo depende de CFK, Kicillof y Massa.

De fondo se divisa el proyecto emancipador de Kicillof y la postura de CFK de conducir. Ambos parecen querer poner sus condiciones; lo mismo quiere Massa. Lo que sí es seguro es que las decisiones no son abstractas ni individuales; son políticas y colectivas, para resolver posiciones sobre lo electoral, fundamentalmente por la implementación de la boleta única de papel para las categorías nacionales. Solo eso garantiza una narrativa que deliñe la estrategia y llegue a los que desertaron su voto en 2023.

La conjura de los derrotados en la provincia y en nuestra ciudad

Un peronismo entrerriano sin ideas ni representación, que con el arresto del senador profundiza aún más la crisis de identidad a la que llevó al peronismo el exgobernador Bordet. Kueider es el mejor ejemplo de la irresponsabilidad de conducción. Nunca pudo mostrar la trazabilidad de los personajes que ponía en las listas.

La conducción de la cáscara vacía del PJ —Cáceres, Bordet, Romero, Cresto, Lauritto, Giano, entre otros tantos— no tuvo la voluntad de abrir una investigación para revisar la conducta del que, invocando la “gobernabilidad”, puso “el culo en la silla” permitiendo la aprobación de la Ley de Bases.

Los manejadores del PJ, en ese momento, entendían que la conducta del poderoso exsecretario general no incurría en la figura de inhabilidad moral. Había que encontrarlo con 200 mil dólares (anda a saber su origen) para que ahora pidan al unísono su expulsión. En realidad, si uno agudiza la capacidad de leerla, fue la amenaza de Kueider: “Si me expulsan, voy a hablar, tengo un libro para decir”.

Todos sabían quién era Kueider. Este corrupto “sacudió un camoatí sin careta” y seguro que, desde Bordet para abajo, temen que revele la intrincada red de intereses, bienes y sociedades que hasta ahora no están siendo investigadas por la justicia.

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