Chapitel consignó que el lunes 24 de febrero, día en que comenzaron oficialmente las clases en la provincia, se había convocado a una jornada de paro de 24 horas. Ese día no pudieron realizar un relevamiento del acatamiento a la medida de fuerza ya que en la mayoría de las escuelas no se estaba dando clases por la ola de calor o por cuestiones de infraestructura.

Por lo tanto, anticipó que esa situación seguramente incidirá en otra semana con horarios reducidos porque los pronósticos dan cuenta de que la ola de calor, con temperaturas máximas de 38 °c, se mantendría hasta el próximo viernes.

La secretaria adjunta no descartó que haya escuelas que deban cortar sus actividades por la falta de agua o por las malas condiciones en que se encuentran los sanitarios. “De hecho, ya lo denunciamos a eso respecto de la escuela Normal que iban a estar complicado el inicio normal de clases por el tema de los sanitarios”, dijo. Incluso, mencionó que ya se está hablando en esa escuela de una reducción de los horarios “ya que no andan todos los sanitarios”.

Para que se adopte la reducción horaria en las escuelas, sostuvo que se deben pergeñar previamente los acuerdos institucionales. Chapitel explicó que los equipos directivos también tienen una herramienta que les permite adoptar esa medida cuando las condiciones climáticas lo exigen o cuando no están garantizadas las condiciones mínimas para la enseñanza.  “Un caso concreto es la falta de agua. Cuando hay reducción de agua o no hay buen caudal, se pueden llegar a estos acuerdos de reducción horaria y no un corte total”, remarcó.

Por otra parte, sostuvo que siempre se debe tener en cuenta que siempre se debe garantizar el funcionamiento de los comedores en las escuelas. “Siempre hay que garantizar que los gurises puedan acceder al comedor”, dijo.

En cuanto a las dificultades en la provisión de agua, explicó que se produce tanto en escuelas periféricas como en los establecimientos ubicados en la zona céntrica. En el primero de los casos, se produce por factores externos como una provisión deficiente de agua al barrio que rodea al establecimiento educativo. En el segundo de los casos, ocurre porque hay sanitarios en condiciones defectuosas. “En muchas escuelas se han reemplazado las mochilas viejas de hierro por mochilas plásticas muy livianas y con el uso diario y 700 estudiantes transitando por esa escuela todo el día, colapsan”, remarcó.

Chapitel dijo también que el año pasado no se efectuaron los arreglos menores. “La Dirección Departamental de Escuelas no está suministrando el dinero para arreglos que en otro momento tenía cuando había problemas con el agua o con las bombas”, expresó. Por ese motivo, indicó que muchas veces las cooperadoras de las escuelas deben salir a hacer frente a ese tipo de gastos como también de pintar o cortar el pasto. “Son las fotos que solemos ver en las redes de los padres pintando las escuelas o algún funcionario haciendo como que pinta las escuelas”. El resultado de la tercerización de esas tareas es que se deja de hacer el mantenimiento a conciencia.

La  gremialista sostuvo que las lluvias que apaciguaron el calor a fines de la semana pasada, en algunos casos, sirvieron para desnudar la situación en la que se encuentran algunos edificios escolares tal como la escuela primaria N° 55 “Justo José de Urquiza”. “Llueve adentro igual que afuera”, explicitó.