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Director: Claudio Gastaldi | sábado 18 de enero de 2025
Nota escrita por: Ricardo Monetta
viernes 17 de enero de 2025
viernes 17 de enero de 2025
Antony Blinken en su momento más duro con la prensa internacional
En el ejercicio del periodismo y sus variantes o especialidades, ser corresponsal de guerra es uno de los más complicados y peligrosos. Se puede estar lejos del frente de batalla, cómodamente en un estudio de un medio, o en la versión más audaz, que es estar en el teatro de operaciones bélicas. Un maestro en estas lides, el gran Kapuściński, decía que en una guerra la primera víctima es la "verdad".
Ricardo Monetta

Y precisamente, esta verdad secuestrada, distorsionada, manipulada, es lo que está aconteciendo en los distintos escenarios que tienen en vilo a la comunidad mundial.

En el marco de este conflictivo panorama periodístico, ya al filo de dejar el ominoso gobierno neoconservador y asesino, partícipes necesarios de todas las guerras en el siglo XXI, el Secretario de Estado Antony Blinken, sionista empleado del CIM, cuyas determinaciones favorecieron a sus «patrones» en la venta indiscriminada de armas por sumas fabulosas, resolvió dar una conferencia de prensa en la Casa Blanca. Pero nunca se imaginó que un par de periodistas lo expusieran a la máxima desnudez política, sin saber qué contestar.

Fue entonces cuando Max Blumenthal, editor de The Grayzone, acusó al Secretario de Estado Blinken de «haber sacado la bandera blanca» en la Franja de Gaza cuando Israel aún no ha puesto freno a los bombardeos. Y siguió preguntando: «¿Por qué siguen lanzando bombas cuando llegamos a un acuerdo en mayo?». También le expresó al Secretario que su legado es el genocidio de Palestina. Luego de esto, las fuerzas de seguridad se llevaron a rastras al periodista.

Hubo otro periodista, de ascendencia jordana, que le dijo que había entregado al judaísmo al fascismo sionista. Además, el reportero y activista político le cuestionó: «¿Cuándo serán aplicados los acuerdos de Ginebra de 1949, que buscan proteger a los civiles durante los conflictos bélicos?». Cuando los guardias de seguridad fueron por él, le recriminó: «¡Criminal! ¿Por qué no estás en La Haya?», refiriéndose al lugar donde funciona la Corte Penal Internacional.

Como antecedente, se puede mencionar que, en la sala de conferencias del Atlantic Council en Washington, D.C., una mujer lo acusó de ser el «Secretario del genocidio» y aseguró que tiene las manos manchadas de sangre de miles de víctimas inocentes.

No les será cómoda la vida civil a los autores directos e indirectos, por acción u omisión, de una tragedia que todavía tiene varios capítulos por escribirse.

Serán necesarios varios Juicios de Núremberg para que un paradigma de justicia pueda emerger entre tanto latrocinio y crueldad nunca antes vistos en la historia humana.

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