Tiene algunas cosas raras entre los jueces federales: no viene de familia de abogados, hizo toda su carrera en el Fuero. No recibe órdenes, es el primer gran líder de Comodoro Py después de Riva Aramayo. Después de trabajar en estudio, como muchos que comienzan, se comenzó a aburrir y dudar de su futuro, hasta que se cruzó con Federico Ferlini, excompañero de Facultad, que le avisó que en San Isidro buscaban gente para una Fiscalía. Se presentó y esa experiencia nueva le gustó y ya empezó a transitar ese espinoso camino, que sabía iba a llegar, que era sentarse junto a los Supremos y disfrutar del Poder Real, que tiene secuestrada a una sociedad porque decide como quiere, cuando quiere, y a favor de quien quiere.
Con la designación como candidato a la Corte Suprema solo puede haber ofendido a los republicanos que le adjudicaron una «pureza» judicial inmerecida. Este supuestamente insigne juez federal que representa desde hace dos décadas las acciones de la «familia» de Comodoro Py genera una mueca de desagrado intenso entre sus detractores. Lo novedoso de su asimilación a «las fuerzas del cielo» de Milei no es eso, sino la urgencia del presidente que necesita blindar la gobernabilidad, cueste lo que cueste. Lo mismo que hizo Macri con el nombramiento por decreto de espaldas a la confirmación del Congreso, a los paracaidistas Rosenkranz y Rosatti; además de elevar a rango de camaristas a Bertuzzi, Bruglia y Llorens, que desestimaron todas las causas que llegaron a más de un centenar con sobrados elementos probatorios. Hasta llegar a la impudicia de llevar una orden de detención a los Moyanos, padre e hijo, al juez Carzoglio para que la firme porque lo mandaba «el Jefe», o sea Macri. El juez probo se negó y sufrió una persecución feroz, hasta con reducción de su sueldo.
Pero volvamos a Lijo. Como puente hacia Ariel, el núcleo duro del gobierno consiguió a Ricardo Lorenzetti, el Supremo que durante 11 años lideró el partido judicial, y ahora fue desplazado por la trama de los conjurados Rosenkranz, Maqueda y Rosatti.
En la Casa Rosada están convencidos de que Lijo y García Mansilla (el nuevo aspirante junto con Ariel) tendrán los votos del PJ para llegar a los dos tercios del Senado, y quedarían a tener una mayoría automática para blindar a un presidente distópico e histriónico, lanzado a gobernar por decreto. Todo huele a trama secreta. Cerca de Lijo piensan que Juan Manuel Olmos, el jefe del PJ porteño que se entiende bien con Karina Milei (el «Jefe»), y con Daniel Angelici.
Ahora bien, el lugar que dejó Helena Highton de Nolasco vaya a ser «arrebatado», y que dada la edad de los supremos, por otro masculino, van a obligar a Lijo y Lorenzetti a trabajar «horas extras» para conseguir los votos que Milei, con su irracionalidad, desprecia juntar. La ultraderecha que viene a disciplinar el «ajuste» contra la sociedad apuesta que sus dos candidatos lleguen al 4º piso de Comodoro Py y conformen un bloque con Lorenzetti, un bloque para tratar de recuperar a Carlos Rosenkrantz. Por eso, los entusiastas del gobierno destacan las coincidencias entre Lijo y Mansilla.
Los supremos que acaban de recibir el ultimátum del gobierno llevan décadas en los primeros planos de la política y tienen por resolver una enorme cantidad de temas que podrían paralizar al gobierno. Sin ir más lejos, los fallos previsionales, una «especialidad de la casa», pueden dañar el «operativo licuación» de un presidente que volvió a ignorar al Congreso y decidió confiscar miserablemente parte de las jubilaciones por decreto.
O sea que las jubilaciones y pensiones van a perder el 30% de su valor en relación con la inflación. En «Inodoro Py», perdón, Comodoro Py, habrían decidido hasta el momento ser cautos (¿o cómplices?) de no impugnar el DNU de Milei y Sturzenegger.
Mientras tanto, en una batalla contra el tiempo, Milei decidió almorzarse la cena. No es el primero ni tampoco el único. Victoria Villarruel y Patricia Bullrich, con fino olfato de futuro próximo, acaban de confirmarse como rivales por la sucesión del presidente.
Lijo también fue denunciado por parte de la líder de la Coalición Cívica, Lilita Carrió, quien lo acusó de integrar una asociación ilícita junto a su hermano y al exministro de Planificación Julio De Vido para evitar el avance en determinadas causas por corrupción. Pero Lijo se blindó con su colega de Tribunales, la inefable María Romilda Servini, y también con Lorenzetti.
La candidatura a la Corte de Ariel Lijo está cruzada por intereses internacionales: durante la última semana recibió apoyos desde la Embajada de Israel a la ministra Patricia Bullrich. Ahora bien, la postura que llegó desde el exterior sobre el atentado de la AMIA, que apunta a Irán y «operó» el camarista Mahiques, ¿alcanzará a la causa central que está en manos de Lijo? Ariel está a cargo de la causa que subroga al Juzgado Federal N.º 6, que se abrió tras voto del camarista de la Casación, Carlos Mahiques (puesto por Macri) en la causa AMIA II, la del encubrimiento del atentado, donde Lijo fue apartado. ¿Es por si su posición afectará? Mahiques instaló el 11 de abril que fue el Estado iraní el que perpetró el atentado a la AMIA, sin ningún tipo de pruebas, solo que fue una jugada de alineamiento de la política exterior del gobierno. Esa misma semana Milei recibió una nota difundida por su par israelí, Isaac Herzog, en la que dice que «la Justicia argentina declaró culpable a Irán de ambos atentados», algo que no es rigurosamente cierto. La causa que hace al atentado de la AMIA está justamente en manos de Ariel Lijo, donde todavía no se ha expedido sobre culpabilidad o inocencia alguna. El expediente central sobre el atentado está a cargo de la investigación de la Unidad Fiscal AMIA (UFI-AMIA). Mientras tanto, Lijo fue recusado por Memoria Activa porque argumentan que puede ser parcial, porque en 2016, Lijo, que conduce el Juzgado N.º 4, se lo desplazó por no querer avanzar sobre quienes fueron los secretarios del exjuez Galeano, Juan José, acusado y condenado por la desviación de la investigación del atentado. Los secretarios de Galeano fueron filmados coordinando con Carlos Telleldín a quienes debían acusar en un armado que se había tejido entre el gobierno de Carlos Menem, la SIDE y los investigadores. El 8 de noviembre de 2023, Lijo rechazó correrse del expediente. Dijo que no posee interés personal en la causa, y que no debe existir temor de parcialidad en su gestión. El conflicto lo terminó resolviendo el camarista federal porteño, Mariano Llorens, que fue designado por Mauricio Macri, a quien visitaba en la quinta de Olivos en secreto, y que es el arquero del equipo de Liverpool conformado por jueces y fiscales que jugaban en la quinta Los Abrojos de Macri. Estos señores y otros de su especie son los que tienen «secuestrada a la Justicia en la Argentina. Otra cosa: ¿por qué Lijo pidió entrevistarse con el embajador de Israel en Argentina, Eyal Estela? Según la información oficial, se trataron temas con el crimen organizado, narcotráfico y colaboración internacional sobre crímenes de lesa humanidad (sic). Y el magistrado mostró su solidaridad (¿y su servilismo?) con el Estado de Israel por los ataques de Irán, todo por conseguir un «mísero aval», obviando que él es juez de la Nación, no sobre conflictos internacionales.
En una plena democracia, si la Justicia responde a los grandes poderes reales, solo tenemos una entelequia. Una fachada, en la cual, como dice la canción, «nadie es lo que parece, todos juegan a disfrazarse»…