Los locales gastronómicos, panaderías y supermercados podrán vender los productos que no lograron comercializar a lo largo del día con descuentos de hasta el 50%. Pero lo que en otros países puede ser presentado como una estrategia ecológica para reducir el desperdicio de alimentos, en Argentina adquiere otro matiz: la necesidad de conseguir comida más barata en un contexto donde los precios de los alimentos aumentan sin tregua y donde las familias ven día a día recortadas sus posibilidades de compra.
Desde su fundación en 2020, Cheaf ha expandido su modelo de negocio en México y Chile, rescatando más de 5.500 toneladas de comida. Sin embargo, en Argentina la plataforma no solo viene a resolver un problema de desperdicio, sino a insertarse en un mercado donde cada vez más personas deben ajustar su dieta a lo que pueden pagar. Según datos de la Cámara Argentina de Comercio, el consumo en supermercados y almacenes cayó drásticamente en los últimos meses, al tiempo que los restaurantes y locales gastronómicos atraviesan una crisis por la falta de clientes.
La llegada de Cheaf se suma a otras iniciativas como la aplicación argentina Buen Provecho, que ya funciona con una lógica similar. En otros tiempos, estos proyectos podían leerse como parte de una política de sustentabilidad; hoy, en Argentina, parecen más bien un reflejo de una economía que expulsa a miles de personas del acceso a una alimentación digna.