Recientemente el INDEC difundió los resultados de la Encuesta Nacional sobre Consumos y Prácticas de Cuidado 2022 (ENCoPraC 2022) la tercera edición de un valioso relevamiento para la obtención de estadísticas sobre la magnitud del consumo de sustancias psicoactivas en la población nacional.
Argentina presenta el mayor índice de consumo de alcohol de América Latina. Tenemos una tasa de bebedores que alcanza el 94% en hombres y el 90% en mujeres. Por ello es tan importante conocer, analizar, debatir y reflexionar sobre los datos que ponen en evidencia la realidad en relación al consumo de estas sustancias.
Este documento presenta, por un lado, datos sobre la incidencia y la edad de inicio en el consumo de sustancias psicoactivas y, por otra parte, sobre los factores del contexto. El estudio presenta información correspondiente a 31 aglomerados urbanos del país
En relación al alcohol, el 84,7% lo ha consumido en algún momento de sus vidas. En las personas adultas en las edades centrales, de 25 a 34 años y de 35 a 49 años, se presentan los niveles más altos: 90,6% y 88,9%, respectivamente. Siendo los 17 años edad el inicio de su ingesta. Por su parte se observa que el consumo es mayor en los hogares con clima educativo alto: 92,2%, en tanto el menor porcentaje se observa en los hogares con clima educativo bajo, con 79,5%. El lugar o la situación en que las personas declararon consumir alcohol más frecuentemente fue “en su casa” (50,8%), seguido del consumo “en la casa de amigos/as o pareja” (23,3%), y luego quedó el consumo “en un boliche, bar o restaurante” (15,7%). Estos datos revelan que el hogar es un lugar donde se debe poner énfasis para producir cambios significativos.
Se estima que en Argentina más de 8.000 personas mueren cada año por enfermedades relacionadas al consumo excesivo de alcohol. Las consecuencias del alcoholismo, que pueden ser continuas o periódicas, comprenden los siguientes síntomas: ansiedad ante su consumo, sensación de pérdida de control, poco control para dejar de beber, dependencia física y psicológica, síndrome de abstinencia cuando se deja de consumir (sudoraciones, fiebre, temblores), tolerancia (necesidad de beber cada vez mayores cantidades de alcohol).
Otra de las sustancias relevadas fue el tabaco: el 49,2% reconoce haber consumido tabaco a lo largo de la vida. En las edades jóvenes, se registra el menor consumo, con 29,2%; mientras que, para las personas de 25 a 34 años, se sitúa apenas por debajo del 50%. El mayor porcentaje se observa en el tramo de edad que va de 66 a 75 años: 58,6%. En cuanto al clima educativo no hay diferencias entre las categorías bajo, medio o alto, promediando el 50%.
El consumo de tabaco es la principal causa de enfermedad, discapacidad y muerte en el mundo. El consumo de tabaco comienza a dañar el organismo ni bien se comienza a fumar, aun cuando se trate de unos pocos cigarrillos por día (1 a 4 cigarrillos) es dañino para la salud ya que aumenta significativamente el riesgo de enfermedad cardiovascular.
El consumo de marihuana también fue estudiado: en este caso el 26,3% respondió haberla consumido alguna vez en la vida En la distribución por edad, es más alto en la etapa etaria de los dos primeros tramos correspondientes a personas jóvenes (16 a 24 años) y adultas jóvenes (25 a 34 años): 33,5% y 39,4%, respectivamente. En relación al contexto aquellas en los hogares con clima educativo alto (35,3%) presentan un consumo superior a las de los hogares con clima educativo bajo (19,6%).
Es de destacar que los datos obtenidos, derriban algunos mitos en relación al contexto educativo y el clima del hogar que hace tiempo se construye en torno al consumo de sustancias.
Las cualidades terapéuticas de la marihuana, es la que genera mayor debate pues tiene propiedades antiinflamatorias, mitiga el dolor crónico, funciona como relajante muscular y se ha convertido en una solución muy común para tratar a pacientes que precisan de quimioterapia, a diferencia de las otras sustancias que no poseen ningún tipo de cualidades positivas para la salud.
Aun así el consumo de marihuana también tiene efectos inmediatos que no son positivos: pérdida de memoria, pérdida de la capacidad psicomotriz, lo que se traduce en lentitud y torpeza de movimientos, problemas para pensar y razonar, disminución de la facultad de aprendizaje, sensaciones paranoicas, estado depresivo, sensación de miedo, estado de ansiedad, incremento del número de pulsaciones y en ciertos casos alucinaciones.
¿Qué rol le cabe a la escuela? De responsabilidad y compromiso. La escuela es el lugar donde se pueden analizar todas las variables de contexto, donde se deben derribar mitos y acompañar en los procesos de reflexión; pero también es donde se debe ofrecer el desarrollo de recursos emocionales alternativos al consumo. Las emociones que mayor mueve al consumo son el placer y la curiosidad (según los datos del ENCoPrac), pero también lo son la ansiedad, inhibición, insomnio, entre otras. Otro factor a tener en cuenta es la costumbre, hábitos y tradición familiar. Por lo tanto, la escuela tiene la responsabilidad de abordar estos factores otorgando herramientas que permitan a la niñez y adolescencia transitar la diversidad de emociones y sentimientos sin que estos pongan en riesgo la salud mental y física a lo largo de la vida.
Lic. Verónica López
Tekoá Cooperativa de Trabajo para la Educación