En Concordia, como en todo el mundo, pasan muchas cosas. Al modo del vértigo, del desorden de los acontecimientos, compartimos la experiencia, ardua, compleja, a veces insoportable de vivir, juntos, de convivir. Sucesos opacos, propios del tránsito de lo cotidiano, se juntan con acontecimientos excepcionales, explosivos, extraordinarios, que nos urge procesar, digerir, expresar, compartir. La comunicación es una necesidad humana, y el DIARIOJUNIO, del que me siento orgullosamente parte, como lector y, desde que me invitaron a decir algo, sobre todo los domingos, una reflexión, una opinión, una mirada, siempre subjetiva, sobre las “cosas que pasan”, como columnista, cumple 20 años de existencia, original, de intercambio, profundo, estrecho con los lectores, que se transforman subrepticiamente, en sujetos de la enunciación, en ese sutil intercambio que propone, permanentemente.
En ese acto democrático por el que se hace al lector, muchas veces apasionado partícipe, de la discusión que se propone. Del acto libre de decir la verdad. O de buscar esa princesa huidiza, que se escapa, como el agua entre los dedos, cuando parece apresada. Este diario constituye un espacio colectivo, libre, democrático, de indagación de una verdad. Porque, como dice Foucault, la verdad está lejos de constituir la adecuación de la representación a la cosa, sino que es, el producto de una lucha, de una batalla, en la que se intenta imponer la verdad. Siguiendo a Nietzsche, dice que no existen los hechos, sino las interpretaciones. Es una versión inquietante de la verdad la que propone el Filósofo francés.
Sobre todo hoy, en una coyuntura en la que la ley de medios, que venía a equilibrar esa contienda, fue barrida de un plumazo. La verdad no es otra cosa, en ese concepto, que la versión de los hechos que el Poder impone. Y pueden imponer aquellos que tienen los medios para hacerlo. Y aniquilada la ley de Medios, seguimos asistiendo a la imposición de falacias y mentiras, que dicho todo el tiempo, entre el cielo y la tierra, repetidas hasta la saturación, equivale para un individuo desprevenido, a una verdad, que incluso, está dispuesto a sostener, defender y reproducir, como suya, con un épico apasionamiento. Esta idea de la verdad como producto de una lucha y del periodismo como un campo de batalla cultural, de las ideas, la conocía, claro, a la perfección, el fundador de la “Gaceta de Buenos Aires”, extraordinario acontecimiento por el cual, hoy se celebra el día del Periodista.
Mariano Moreno, que creó ese periódico para, no solo difundir los actos de gobierno de la primera junta revolucionaria, sino fundamentalmente, para “educar al soberano”, decía que resultaba imprescindible una política de prensa dirigida a “difundir todo aquello favorable al gobierno” y que, en cambio, cuando haya que dar noticias adversas, “el número de gacetas impresas, sea muy escaso”. Es claro que en una revolución, no se puede regalar nada. Hacerlo sería un suicidio, o, como finalmente le sucedió al “sabiecito del sur”, arriesgar la vida a la ferocidad de los enemigos. Aquellos que no dudaron un instante en envenenarlo en alta mar, como un siniestro mensaje del triunfo del ala más conservadora de ese gobierno, es decir, del sector de Saavedra.
Entre tanto la Gaceta fue una herramienta de lucha cuya verdad se emparentaba con las nobles causas de la libertad y los ideales de Moreno, Belgrano, Vieytes, etc. Era además, un periódico que buscaba crear un lector crítico, pensante, que pudiera reconocer su lugar, en esa lucha de intereses. Por eso, porque Moreno representaba los intereses de la independencia, nacional y popular, de la libertad y de la igualdad, ordenaba como Secretario, la lectura de la Gaceta en los lugares públicos, en las plazas y las iglesias, dado que, producto de la opresión y la desigualdad, la mayoría no sabía, leer ni escribir, y él consideraba imprescindible que se apropiara, esa mayoría, de las nuevas ideas y los nuevos vientos que sacudían el mundo.
Tal vez se trate, en esa búsqueda de la verdad, de identificar quiénes, por los intereses que representan, están más preocupados en revelar la verdad, y quienes en ocultarla, disfrazarla o distorsionarla. Quiénes, como en el caso de muchos periodistas en nuestra historia, Osvaldo Bayer y Rodolfo Walsh por nombrar los más emblemáticos, están dispuestos a sacrificarse por la verdad y quienes a sacrificarla. Experiencia ésta última más expresiva tal vez de la coyuntura, en la que el aparato oligopólico comunicacional, opera estruendosamente, difundiendo hasta la exasperación y la asfixia, escandalosamente, mentiras que pretenden pasar por ciertas. No solo copando monopolicamente el mensaje, sino también, creando un lector, un oyente o televidente acrítico, creyente en la verdad “Única y transparente”, que repiten hasta la sofocación.
Por eso son importantes las experiencias como las de DIARIOJUNIO en la que el pensamiento único es interpelado, en la que el lugar de la enunciación es transparente, lo que le otorga honestidad intelectual, en la que las ideas y pensamientos que la sostienen, la orientan hacia una búsqueda, siempre renovada, del des-ocultamiento de los hechos. Por esa razón deseo felicitar a los Directivos y trabajadores de DIARIOJUNIO, en este día de doble celebración y compromiso, y agradecerles la posibilidad de compartir esta rica experiencia de intentar contar y dar sentido, con honestidad, compromiso y libertad, a las alegrías, las penas y las injusticias que compartimos, en este maravilloso experimento de la existencia.
(1) Norberto Galasso, “El sabiecito del sur”