Después de Santiago Caputo, el asesor fiel de Javier Milei y su hermana Karina, la secretaria de la Presidencia, Federico Sturzenegger es el personaje que más veces entró a la Quinta de Olivos para reunirse con el Presidente. Y es, a la vez, el único con el que el Presidente es capaz de charlar tres horas sin perder el interés. El otro con el que tiene una dinámica similar es con Demian Reidel, jefe de asesores económicos y hombre de Sturzenegger, a quien el jefe de Estado empoderó aún más estos últimos días.
En síntesis, la designación definitiva de Sturzenegger como ministro de Desregulación Económica es bastante más que un cargo paralelo a Hacienda. Su ascenso al poder es la consagración del alter ego presidencial, enemigo del Estado y border, y abre una segunda etapa de la gestión que acelera y tiene como pelea de fondo la representación del modelo económico y la disputa, más tarde o más temprano, de la silla del quinto piso de Economía. Es que el nuevo ministro cree que la crisis se precipitó porque se frenó el ritmo de las reformas de fondo, y eso es lo que está poniendo en riesgo toda la estructura política de Milei.
Casi especie de revival, por ahora cuidadosamente tapado, de la interna de economistas del PRO que hoy lo vuelve a enfrentar a «Sturze» con el actual ministro, Luis Caputo, quien fue parte de la jura que se dio ayer por la tarde en La Rosada, porque se lo pidió el propio Milei. «Qué lujo me estoy dando», fue la frase que el Presidente le dijo a Sturzenegger luego del «si, juro» del flamante ministro. Pocas veces se lo vio al Jefe de Estado tan entusiasmado, contaron en su entorno. El que pegó el faltazo, en tanto, fue Santiago Caputo, que semanas atrás tuvo que frenar una intentona límite de Sturzenegger por quedarse con más de lo que le terminaron dando.
Así las cosas, la designación del «desregulador» generó un sacudón en el Círculo Rojo, que ve un proceso de mayor inestabilidad que se montará en una crisis ya muy delicada. ¿Por qué? porque el corazón del programa del nuevo ministro es más ajuste y sin anestesia. «No hay nadie que se encargue de la economía real y ahora suman a otro que se encarga aún menos», sintetizaron en los sectores productivos. Para los mercados, en tanto, no hubo una reacción positiva al desembarco de Federico, porque las alertas amarillas están encendidas respecto a la falta de dólares y, sobre todo, de un plan económico consistente.
El plan
En el top 10 de visitantes presidenciales a Olivos aparecen, además, dos de sus lugartenientes históricos. La referencia es para Lucas Llach, ex vice del Banco Central (BCRA) en la era Macri; y Shunko Rojas, ex secretario de Comercio Exterior PRO, quien además trabaja, en paralelo, como asesor de empresas privadas, entre ellas la minera Río Tinto, interesada en beneficios del RIGI. Cerca de Llach confiaron que no planea asumir en el gabinete del nuevo ministro. «El equipo lo está armando», dijeron desde el Gobierno a este diario respecto a los lugares en el ministerio.
Sturzenegger, autor del DNU de Desregulación de la Economía, asumirá al frente de una cartera llamada Desregulación y Transformación del Estado. Tendrá allí 27 funciones específicas, que les comen como un pac-man tareas a los ministerios de Interior y Economía. Entre ellas, el manejo del remate futuro de empresas públicas, revisión de esquemas tributarios y hasta baja en los salarios de la administración pública.
El ex BCRA tiene bajo el brazo la tan promocionada Ley de Hojarascas, con la que busca derogar más de 100 leyes que considera «obsoletas». Tal como adelantó Página I12 días atrás, el flamante ministro quiere cerrar, además, la ex ONCCA, el organismo que se usa para controlar la evasión en sectores del agro. Con esa movida, que es ejemplo de lo que busca hacer, intenta sacarles de encima controles a empresas, a la vez que ajusta el presupuesto achicando el Estado y los ingresos. También, según confirmaron en Casa Rosada, irá por cortar regulaciones que afectan a la actividad aeronáutica.
Una disputa por el poder
Miguel Pichetto, el referente de Hacemos Coalición Federal, es uno de los que menos quiere a Sturzenegger y más lo conoce. «Esta es la revancha de Federico», suele describir en reuniones privadas, refiriendo a los dos yerros serios en la previa: el 2001 y el gobierno de Mauricio Macri, donde estableció un esquema fallido de metas de inflación desde le BCRA que lo terminó expulsando del cargo. Pichetto entiende de poder y entiende, a la vez, qué Sturzenegger corre una carrera de largo aliento con intereses superiores.
Hace unas semanas, de hecho, Santiago Caputo y Francos debieron salir al auxilio de Caputo porque Sturzenegger le había pedido a Milei un superministerio que arrasaba con más funciones de Hacienda. Eso es lo que terminó demorando la designación del nuevo ministro de Desregulación. Entre todos, lograron convencer a Milei de bajar las expectativas, conociendo las ansias del recientemente designado.
En las últimas charlas con el Presidente, el ministro de Desregulación le blanqueó que la política económica llegó a un cuello de botella porque Caputo paró el proceso de reformas estructurales y, sobre todo, pisó precios que deberían estar libres. De aquella primera guerra pública por los abonos de la medicina prepaga, que Caputo decidió anular, ahora también hay diferencias por la decisión del ministro de parar con las subas pautadas en las tarifas de servicios públicos. Sturzenegger entiende que esa demora en particular es la que termina afectando al superávit, como pasó en los últimos dos gobiernos.
A decir verdad, Caputo tiene cierta sensibilidad para observar cuándo la situación queda cerca del límite y qué es lo que Milei espera de él. Desde que llegó, se le complicó el ingreso de dólares, algo para lo que se lo había contratado, y le quedó solamente atarse al mástil de la desinflación como sostén de su puesto. Para que el número se sostenga en el rango no mayor al 6, Caputo aceptó frenar subas de energía y combustibles. Pero Sturzenegger le dice a Milei que ese esquema es «insostenible». «Es lo mismo que nos pasó con Mauricio, por no ir a más, nos quedamos en el medio del río», le dijo al mandatario.
En este escenario, el avance de Sturzenegger es una señal de riesgo para Caputo. Desde el equipo de asesores económicos que comanda Reidel, ya venían posicionando a su líder en un lugar de relevancia. Esa línea la calcaron en algunos sectores privados, entre ellos el del agro, afines a los libertarios, que vocean que el paso siguiente en el plan económico es Sturzenegger. Postales de una convivencia que se vislumbra ruidosa y con final incierto.
Fuente: Página 12