¿Está mal apoyar el reclamo de los pobres viejos con ese sueldo que habría causado escalofríos a los esclavos de Espartaco? Una saña absurda, atacando a gente que lo único que hacía era aplaudir en la esquina de Callao y Rivadavia, reprimir a palos y gases a gente que solo cantaba un hit musical de hace bastante: “QUE SE VAYAN TODOS, QUE NO QUEDE NI UNO SOLO”. Reprimir a los hinchas de fútbol, que, guiados sin duda por Diego Maradona desde el Más Allá, decidieron salir a respaldar a los abuelos. Reprimir a gente por sacar una foto, como se ve en el video del pobre muchacho que sufrió graves fracturas craneales.
Ya cuando iba en el subte desde Urquiza en la línea B, vi gente con camisetas del Rojo, la Academia, el Gallito de Morón, Atlanta, la 12, River, Ferro y tantos más y, por supuesto, de Chacarita, que fue la primera hinchada en apoyar. Una gloria que nadie les va a quitar. La historia, la gran historia, tiene esas chispas, como la que produjo Chacarita. Esas chispas casuales, que no las causan los que se atragantan con frases y se enredan con palabras. A la historia las mueven las pequeñas chispas; muchas veces no encienden, pero cuando encienden, más les vale correr a quienes están del otro lado…
Yo, operado del corazón y con una válvula, no estoy para tirar piedras ni mucho menos. Igual fui manguereado, corrido y gaseado. Pero vi algo en la gente, algo diferente, una especie de decir basta, hasta acá llegan las bestias. Quizás la chispa encienda, quizás no. Igual la historia es larga, las estrellas no duermen y habrá rendición de cuentas, y sin duda: es lento, pero viene…
Por Marcelo Valko
Fuente: Periódico Vas