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Nota escrita por: Ricardo Monetta
domingo 1 de diciembre de 2024
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El Fallo de la Corte Penal Internacional que ordenó el arresto de Netanyahu revela tramas ocultas

La decisión histórica de la Corte Penal Internacional (CPI) de emitir órdenes de arresto contra los líderes del Gobierno de Israel, Benjamín Netanyahu, y su exministro de Defensa, Yoav Gallant, ha desatado indignación entre los líderes occidentales, quienes, durante décadas, han utilizado a este tribunal con sede en La Haya para avanzar en sus agendas políticas, orientándolas a su justificación.

También las órdenes de arresto comprenden al líder militar del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS), Mohammed Deif. Su equiparación con los, según la CPI, criminales de guerra de Tel Aviv es muy significativa, porque las instituciones creadas por el mundo occidental no pueden ignorar la calificación condenatoria. Esto sería motivo de debate respecto al alcance y la diferencia entre un opresor ocupante y la acción de resistencia de un oprimido.

Pero ahora llega la verdadera prueba: ¿están los Estados firmantes del Estatuto de Roma, que reconoce la autoridad del Tribunal Internacional con sede en La Haya, dispuestos a cumplir con su compromiso? Muchos países que firmaron están dispuestos a aceptar, a regañadientes, la decisión, como Canadá, Italia y los Países Bajos. Sin embargo, algunos han sido reacios, retirándose para «analizar el veredicto emitido por la Corte Penal Internacional». Quizá el caso que merece mayor atención es el de Alemania, firmante del Estatuto de Roma y uno de los mayores aliados del régimen de Tel Aviv (es el segundo aportante de armas después de Estados Unidos), lo que la hace indirectamente responsable de la muerte de 43.367 palestinos, según el último censo de víctimas.

El portavoz de Alemania, Steffen Hebestreit, declaró que «resulta difícil imaginar que se cumpla la orden de arresto a los inculpados», cuestionando la autoridad de la CPI. Y la pregunta surge sola: ¿entonces, por qué firmaron?

La ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, expresó: «Como he dicho, respetamos la ley y la legislación a nivel nacional, europeo e internacional, y por eso estamos analizando en cuanto a su implementación en Alemania».

Es que Alemania ha sido uno de los patrocinadores europeos más firmes de la entidad sionista, negándose a detener la venta de armas a Israel. Una y otra vez, a lo largo de décadas, Alemania ha atribuido su apoyo incondicional a sus propios crímenes de la era nazi contra el pueblo judío en las décadas de 1930 y 1940. Alemania afirma que su apoyo al régimen sionista está motivado por su propia culpa (¿?).

Pero esto es una distorsión total de la verdad. El hecho es que el régimen nazi alemán fue un colaborador directo del movimiento sionista desde los primeros días del gobierno nazi en Alemania. De hecho, mientras las organizaciones judías fueron prohibidas, el único grupo autorizado a existir legalmente fue el movimiento sionista alemán bajo diversas iniciativas. Para los ciudadanos no iniciados en este tema, una alianza entre el movimiento sionista y el régimen nazi parece contradictoria. Pero cuando se observan los intereses materiales, tanto del movimiento sionista como de parte del Tercer Reich, las motivaciones se vuelven claras y evidentes, materializándose en el Acuerdo Haavara, firmado por la Zionistische Vereinigung für Deutschland (Federación Sionista de Alemania) y el Ministerio de Economía del Reich Alemán en agosto de 1933.

El acuerdo era simple: a cambio de permitir que los inmigrantes judíos, particularmente aquellos leales a la doctrina sionista y algunos de los más ricos (lo que indica que nunca se trató de moralidad alemana por la presunta culpa, sino de preservar intereses de clase dentro del sionismo), abandonaran Alemania de forma segura, el régimen nazi ayudaría a transferir a la población judía a territorios palestinos, acelerando la expulsión de los palestinos indígenas de una tierra donde ya eran perseguidos por una población creciente sionista y el colonialismo británico.

El régimen nazi recibió enormes beneficios materiales por este acuerdo. Las organizaciones judías estaban organizando boicots mundiales contra el régimen alemán en ese momento. El nazismo vio esto como una amenaza mayor, ya que creaba condiciones para un aislamiento económico en un mundo posterior a la Primera Guerra Mundial. La colaboración abierta con el movimiento sionista permitió al régimen nazi esquivar las acusaciones de antisemitismo. Además, confundió peligrosamente el antisionismo con antisemitismo, una confusión que el sionismo aprovecha hasta nuestros días en forma permanente (y también la aprovechan los medios y las instituciones, sin aclarar las diferencias, para acusar a cualquier persona o entidad).

Además, el gobierno alemán pudo implementar acuerdos económicos bajo Haavara, lo que resultó en un nuevo acuerdo alemán en las tierras palestinas ocupadas por los británicos. El acuerdo mejoró materialmente a un régimen nazi ampliamente boicoteado, al tiempo que sentaba las bases para la colonización sionista en Palestina. El traspaso de riquezas fue celebrado por los medios sionistas controlados en la Palestina ocupada.

Si avanzamos en el tiempo, vemos que el gobierno alemán, que ha promulgado leyes que consideran «antisemita» cualquier crítica al régimen israelí, vuelve a recurrir a sus raíces nazis. En forma cínica, Hebestreit, citado en The Telegraph, declara que «es consecuencia de la historia alemana que compartimos relaciones únicas y una gran responsabilidad con Israel». Lo de las relaciones compartidas es cierto, pero no en el contexto que se utiliza para engañar al público.

Alemania no está desafiando a la CPI por vergüenza de sus crímenes horrendos del nazismo. Más bien, funcionalmente, es la misma dedicación al movimiento sionista que Alemania declaró en 1933, no solo para evadir las acusaciones de «antisemitismo», sino también para seguir obteniendo miles de millones de dólares por sus exportaciones de armas al régimen de ocupación sionista. Son aproximadamente el 30 % de las armas enviadas a Israel.

Alemania está en una situación económica muy complicada. Ser vasallo de Estados Unidos, como toda Europa, le significó tener que admitir que Estados Unidos, junto con los ingleses, destruyeran el gasoducto Nord Stream, por el cual recibía gas a precio reducido, como toda Europa, teniendo que comprar a sus «amos» por un precio tres veces mayor del que les proveía Rusia en un beneficio mutuo, lo que llevó a la destrucción de su industria.

Pero no solo eso: la policía alemana ha adquirido el sistema Pegasus israelí para espiar y controlar a sus propios ciudadanos. Por eso, reconocer la legitimidad de las órdenes de arresto a los líderes de Israel y HAMAS significaría que todo el comercio con Israel se desmoronaría. Este hecho de negación a la sentencia de la CPI es un argumento para ganarse la simpatía de los neoliberales occidentales que todavía no ven la «huella» de los crímenes cometidos. La raíz de la decisión, como suele ocurrir en el contexto del imperialismo, es el «dios» dinero.

El Acuerdo Haavara sigue vigente hoy, no en su contexto original, pero no muy lejano. La postura de Alemania durante 90 años es una conducta habitual en cuanto a política exterior. Su postura contra la orden de detención de la CPI revela profundos lazos con el sionismo internacional, originados en el Acuerdo Haavara.

La historia siempre oculta más de lo que en realidad sucede.

  • El ejemplo que sigue el presidente argentino. ¡¡¡Dios nos proteja!!! Pensar que Milei ofreció toda ayuda a este delincuente en la guerra contra Gaza ¡¡¡¡Mi Dios!!!!

  • Ésta corte no tiene validez para Israel y una gran cantidad de países.

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