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miércoles 18 de diciembre de 2024
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Director: Claudio Gastaldi
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lunes 16 de diciembre de 2024
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¿El futuro será feminista o no será…?

Nos sentimos como si habitáramos un mundo nuevo, y dentro de este tiempo habitan, sin riendas, lógicas viciadas del viejo mundo. Porque, claro, es necesario socavar cualquier esperanza de bienestar en la comunidad solidaria y ética para dar rienda suelta a los más feroces anhelos del capitalismo financiero global. Sin embargo, las sensaciones son comunes: ¿se va todo a la mierda? Si es así, nadie tiende una mano, nadie piensa colectivamente, nadie se junta y defiende a un barrio que está por ser desalojado. Así, nadie se anima a armar un partido político nuevo ni da esperanza de nuevas lógicas de construcción comunitaria. Bueno, amigxs… Es momento de pensar y, sobre todo, accionar. Pero, ¿sobre qué bases? ¿Sobre qué principios?
El gabinete del municipio de Concordia
Por: Carolina Fontana

Por Carolina Fontana, abogada

Mientras escribo, el Word no me reconoce la palabra «feminista», lo que no me sorprende, pues hay diálogos que solo circulan en nuestro movimiento: otras lógicas de construcción política, otros modos de vida, otras formas de vivir, amar, producir y distribuir. Estas son las premisas del movimiento feminista. Nuestro, de las mujeres, las mismas que quedamos afuera del contrato social. Sí, el contrato de Rousseau, Montesquieu y Locke que dio nacimiento al Estado moderno tal como lo conocemos hoy, pensado desde la Revolución Francesa, que abrió el camino al sistema capitalista de distribución de la riqueza mundial.

Nosotras sabemos bien, y así lo gritamos en cada lucha, que en esa negociación no participamos las mujeres. Al contrario, quedamos fuera de toda construcción de ciudadanía: para votar, ser votadas, dictar leyes fundamentales de la sociedad… No estuvimos ahí. Y si lo demandábamos, terminábamos en la guillotina. Literal: la que decapitó a Olimpia de Gouges.

Tuvimos que pasar varias olas —que hoy seguimos surfeando— para poder tener voz y decir que queremos un mundo diferente. Un mundo que cuide, que proteja a los viejos, que centre la distribución de la riqueza según las necesidades de desarrollo humano y no del capital, que cuide el medio ambiente como base de nuestra soberanía, que distribuya la tierra como fuente de trabajo, que centre la riqueza en la humanidad.

Hoy vemos cómo ese mundo está muy lejos. Hoy vemos triunfante y sin vergüenzas teñirse de legitimidad la riqueza obscena de algunos pocos, en un país donde la mitad somos pobres.

Mucho podemos decir de las instituciones que alojan las lógicas que sostienen la exagerada desigualdad, pero hoy solo podemos ver, nosotras, el retroceso que implica la derecha en nuestro país. Vemos el gobierno local con un gabinete solo de masculinidades, sin área de género, que cierra el refugio para mujeres en situación de violencia y desamparo. Otro capítulo merece nuestro poder judicial.

Si miramos más arriba, el Gobierno Nacional eliminó el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad; eliminó el INADI; los Centros de Acceso a Justicia; retiene alimentos de nuestros comedores, mayormente sostenidos por mujeres; desarma programas sociales de contención e inserción laboral y social; despide trabajadores; cierra oficinas de atención; desfinancia la universidad pública, la salud y el PAMI de nuestros viejos; discrimina a los extranjeros en contra de nuestro proyecto constitucional. Gobierna para la pulsión de muerte, diría Sigmund.

No creo casual que la derecha se sostenga con mucha masculinidad. Creo férreamente que el feminismo es mucho más que la lucha por la igualdad. Por eso digo que el futuro será feminista o no será… El futuro que merecemos como humanidad, para lo cual necesitamos la paridad.

El gabinete de la actual gestión municipal de Concordia es un claro botón de muestra de este retroceso. Compuesto exclusivamente por masculinidades, representa un quiebre en el camino hacia la paridad que habíamos comenzado a transitar. Sin paridad, no hay igualdad, y sin igualdad, las políticas de género quedan relegadas a un segundo plano. Este esquema no solo implica un retroceso en términos de representación política, sino también en el desarrollo social y cultural, donde los avances alcanzados son amenazados por decisiones que ignoran la necesidad de una participación equitativa y diversa en los espacios de poder.

 

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