En una sucesión llamativa, fuimos visitados nada menos que por el Secretario de Estado de EE. UU. Antony Blinken, el segundo hombre en el poder de Joe Biden, para asegurar la entrega de la soberanía del gobierno de Milei. También se hizo presente el jefe de la Central de Inteligencia (CIA), William Burns, quien les dijo imperativamente a los funcionarios argentinos: «Con Rusia nada de nada, lo que se dice nada». Como siempre, prepotentes respondiendo a la Diplomacia Americana. Y no podía faltar la Jefa del Comando Sur, Laura Richardson, que habla de nuestros «recursos» de una manera que revela un hecho consumado: la presencia de los «amigos del norte» que vienen por todo.
Tan es así que les hemos dado el control de la «red troncal del Río Paraná», en complementación con lo que ya habían hecho con Paraguay, otro país «vasallo», sin dejar de señalar la militarización del problema de seguridad de Rosario.
En cuanto a la seguridad interior, las fuentes consultadas coinciden en que al mando de la Secretaría de Producción de Inteligencia Nacional, segundo cargo en importancia en la Agencia, estaría el Coronel (R) Celestino Mosteisrin. De origen tucumano, egresó del Colegio Militar en 1982; al igual que el actual número 2 del Ministerio de Defensa y ex Jefe del Ejército durante el Gobierno de Macri, Claudio Pascualini, de buena relación con la vice. Victoria Villarruel. Mosteirin fue Jefe del Departamento de Inteligencia de Campo de Mayo entre 2013 y 2015. Especialista en Inteligencia Militar, tomó cursos en el Centro de Inteligencia del Ejército de EE. UU. en Fort Huachuca.
Otra Secretaría de relevancia en la AFI, Planificación de Inteligencia Nacional, estaría a cargo del Coronel (R) Bernardo Arturo Herrero, quien ingresó al Colegio Militar en 1976 para egresar en 1979. Hoy sigue figurando como consultor senior de Brainstorming, empresa dedicada a la Inteligencia Estratégica con sede en Río de Janeiro. Es diplomado en Inteligencia Comercial por la Universidad Austral, ligada al Opus Dei, y en el instituto de Inteligencia de las FAA. Durante el Gobierno de María Eugenia Vidal consiguió trabajo en la División de Agua de la Pcia. de Buenos Aires.
En la célebre Dirección de Contrainteligencia habría sido ubicado el Comodoro Mayor de la Fuerza Aérea (R) José María Mársico. Mientras que en la misma dependencia, pero a cargo de la «Base 85», estaría el Coronel (R) Roberto Aurelio Scorcelli, quien llegó a ser Secretario General del Ejército durante la gestión de Nilda Garré. Previamente residió durante un año en Arizona, EE. UU., donde recibió el curso avanzado de Inteligencia del Ejército de EE. UU.
Por último, el Contraalmirante (R) Oscar Patricio González sería el elegido para comandar el área de Doctrina. Como se ve, las tres Fuerzas Armadas parecen estar representadas en la AFI que ha diseñado el gobierno de ultraderecha. Otras fuentes indican que otros militares han ingresado en distintas reparticiones del organismo. La última vez que tuvo lugar una intervención castrense en la inteligencia del Estado (en la ex SIDE) fue durante la dictadura de Jorge Rafael Videla. ¿Eso significaría que el control de la vida civil de la sociedad estará condicionado a un pensamiento castrense?
Todo país naturalmente tiene servicios de Inteligencia. El problema surge cuando esos servicios se usan con fines políticos inconfesables para ejercer un control social que reprima las protestas contra arbitrariedades del gobierno. Nuestro gobierno es de naturaleza civil por antonomasia. Estar vigilados socialmente por elementos castrenses es un arma de doble filo que puede vulnerar principios democráticos. ¿O no?