Director: Claudio Gastaldi
Concordia
lunes 16 de septiembre de 2024
Nota escrita por: Ricardo Monetta
viernes 2 de agosto de 2024
viernes 2 de agosto de 2024

Elecciones en Venezuela: «Golpe a golpe» cantaba el poeta

Para conocer en profundidad las crisis políticas y económicas, hay que recurrir a análisis sinceros de sus historias de varias décadas atrás, donde la verdad histórica se "escurre" por las grietas del relato con el objeto de disfrazar la realidad. Solamente la República de Bolivia supera a Venezuela en sufrir intentos de golpes de estado a través de distintas maneras, ya sean militares, fraudulentos, financieros, etc.

En el caso de Venezuela, a través de un viejo sistema político colapsado a fines del siglo XX, puede ubicarse allá por el retorno de la democracia en 1958 tras una década de dictadura militar y de la mano de un pacto entre los tres partidos políticos principales de aquel entonces: el Demo Cristiano Comité de Organización Política Independiente (COPEI), el Social Demócrata Acción Democrática (AD), y la Unión Republicana Democrática (URD). Estos partidos, que habían dominado el breve período democrático entre 1945 y 1948, volvían a intentar repartirse el «poder formal» en connivencia y sin conflictos con la oligarquía venezolana y, sobre todo, con los operadores internacionales del petróleo.

El resultado fue una democracia amañada en el Pacto de Punto Fijo, mediante el cual los tres partidos se comprometían a respetar los resultados de aquellas elecciones y formar un gobierno de unidad nacional con un programa común que se repartiera el poder estatal entre las tres fuerzas políticas. Aquel acuerdo iniciaría el camino de la exclusión y proscripción de muchas organizaciones sociales y políticas, como sindicatos y varios partidos de izquierda, como el Partido Comunista y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, que de hecho se opusieron al nuevo régimen durante más de una década y fueron perseguidos por ello. El pacto consiguió sus objetivos de evitar irritar a la oligarquía y a las potencias extranjeras y mantener así una «fachada» democrática restringida que incluso se convertiría en un sistema bipartidista ante el ocaso definitivo de la Unión Republicana, que dejaría al COPEI y a la Acción Democrática como partidos dominantes.

El crecimiento de los años sesenta y setenta, liderado por la industria del petróleo y la industrialización por sustitución de importaciones, contribuyó a alcanzar un nivel de estabilidad política excluyente, aunque sin ninguna política redistributiva o de inclusión social de los sectores más postergados de la sociedad (igual que acá). Este acuerdo daba la imagen de gobiernos de alternancia al estilo de la política estadounidense. En la década del 80, con el precio del barril de petróleo en caída libre, se iniciaría la debacle final del «bipartidismo de Punto Fijo». Dos partidos que adherían a un mismo modelo de país, sin poder responder a las demandas sociales de la época que, por exasperación, llegan a veces a la expulsión del poder dominante, como pasó en 2003 y puede llegar a pasar ahora en nuestro país.

Por si faltaba algo, los acuerdos con el FMI para morigerar la insolvencia de ese entonces y la falta de voluntad de pedirles un aporte a la sociedad que se había enriquecido, hizo que se estrechara a nada la acción de margen política al bipartidismo. La segunda presidencia a cargo de Carlos Andrés Pérez firmó un acuerdo con el FMI para un préstamo de emergencia con condicionalidades vinculadas a la receta tradicional y universal del organismo: por supuesto privatizaciones, quita de subsidios a servicios públicos populares, reducción de la inversión social y liberalización de los precios anteriormente regulados. La inmediata escalada de precios, de las naftas, ¡en Venezuela!, que suban las naftas ya es un estropicio. Y a esto se le sumó la suba en los transportes, lo que causó movilizaciones que derivaron en disturbios y violencia, represión del gobierno y muertes que hoy conocemos como el «Caracazo«.

Las protestas contra Andrés Pérez fueron por abandonar las plataformas con que había subido al gobierno y, encima, en connivencia con dos petroleras de EEUU, Texaco y Chevron, se fugaron más de US$ 300.000 millones de dólares. Todo eso aumentó su impopularidad y hasta en el Congreso su propia bancada casi se convirtió en oposición. Mientras que en los setenta y los ochenta aparecían diferencias entre AD y COPEI, ya el electorado se daba cuenta que «eran más de lo mismo». Porque el sistema nacido en el 58 estaba basado en un clivaje de clases y no había manera de salirse de ese trato desigual en la redistribución de la riqueza.

El desenlace venezolano es la historia que todos conocemos, pero que pocos cuentan y que da origen a la República Bolivariana de Venezuela, ya que para 1998 el bipartidismo estaba en caída libre. Ni la Acción Democrática ni COPEI presentaron candidatos a la presidencia. La crisis económica continua hizo que el PBI per cápita de los venezolanos llegara al mínimo desde 1950 hasta el 98, donde sucede lo inesperado: a pesar del apoyo de ambos partidos al candidato opositor, Hugo Chávez Frías ganaría en forma abrumadora las elecciones. Desde entonces, Venezuela fue asediada, atacada, militarmente, económicamente a través del FMI, y culturalmente a través de los medios de difusión.

Hay que recordar que Hugo Chávez, ya militar joven, fue encarcelado por Carlos Pérez, el «fugador» de divisas más grande en la historia de su país, al igual que Macri lo hizo «con la nuestra». Decía que fue encarcelado por Pérez, que luego se refugió en los EEUU. Cuando en 1994 fue liberado Chávez por el entonces presidente Rafael Caldera a través de un sobreseimiento de la Justicia Nacional, para luego dedicarse a la política y fundar el Movimiento Quinta República, al frente del cual sería elegido presidente en las elecciones de 1998.

Chávez fue muy influido por Simón Bolívar, pero también por Simón Narciso de Jesús Carreño Rodríguez, un extraordinario intelectual venezolano de principios del siglo XIX, que proponía que América Latina «inventase su propio sistema político». Y Chávez comenzó su gobierno convocando a una Asamblea Constituyente en 1999, donde se redactó la nueva Constitución que cambiaría el nombre oficial a República Bolivariana de Venezuela. Y es ahí donde comenzó otra historia.

Continuará con la segunda parte.