Expresando un ideal colectivo, manifestándolo todos, y entre todos. Los que transitamos la Universidad, aquella que fue primero sinónimo de ascenso social, tenemos sus marcas en nuestra formación, no solo profesional, sino humana.
Esas luchas históricas del pueblo, de los trabajadores nos han hecho sentir que ir a la facultad, el derecho a estudiar una carrera, era una opción incuestionable, Universidad pública, gratuita y de excelencia, esa tradición forma parte de nuestra identidad colectiva.
Sin embargo, viene este gobierno de ocupación, a imponer los intereses del Imperio, de los poderosos, en detrimento de la vida de la gente, de todos nosotros, más allá de las diferencias, de los matices, de las distintas miradas sobre la realidad pero que consideramos la Universidad como un valor central de nuestra Patria, hiere de un pistoletazo nuestros sueños, nuestro deseo, nuestro futuro, individual y colectivo, el corazón de la esperanza de un mundo mejor, que achique la brecha de las profundas desigualdades sociales y entonces reaccionamos, todes . Una estocada al corazón del pueblo.
Por eso en la marcha que se realizó en Concordia, en defensa de la Universidad y de la educación pública, estaban todos los sectores, los universitarios, los colegios profesionales, mi querido Colegio de Psicólogos, los jóvenes estudiantes, elevando sus sueños en las pancartas llenas de futuro, como palomas promisorias y los sindicatos y los trabajadores y los colectivos de géneros y los partidos políticos y los bombos y la alegría, porque en la marcha circulaban sonrisas, una inmensa alegría, aquella que surge del descubrimiento feliz del encuentro de deseos y expectativas, esa pasión necesaria , en la que coincide Spinoza y Jaureche que conduce los grandes logros de los pueblos, una alegría que surgía de los cánticos y los bombos y una esperanza que brotaba de una unidad profunda, solidaria , de un sentimiento indestructible, de una voluntad inquebrantable de no permitir la confiscación del futuro, de la vida, de los anhelos colectivos.
La emoción es indescriptible, indefinible, inexpresable, solo transmisible en el cuerpo a cuerpo de la marcha, en las convicciones irrenunciables que se unían, en los manifestantes, como un hilo indestructible, en esas imágenes festivas de un futuro que viene, lento, pero viene, como dice el poeta, de un destino que depende cada vez más de nosotros y menos del azar, sigue enseñando, de una esperanza presta a convertirse en realidad, porque sabe que solo necesita de la unidad, de la solidaridad y la lucha.
BERNARDO
Educación en los gobiernos peronistas 1946-1955:
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