Hoy, Milei y Bullrich nos representan mejor que nadie y la violencia política se asoma cada vez mas

Con ese dato, supieron que podían hacer lo que quisieran. Y por mucho que nos duela, lo han venido haciendo. Siguen fugando dólares; provocando una inflación artificial, llevando el precio de los huevos a niveles incomprables, tanto en el país como en la provincia donde los producimos, y con gallinas que consumen alimentos producidos aquí. Es repugnante cómo se aprovechan. Obligan al almacenero a subir los precios por si acaso el dólar blue sube, pero si el blue baja (como ha ocurrido varias veces, $20 en un día), el precio de los alimentos sigue igual.

Confirmaron que, para muy pocos, «la patria es el otro». Así era antes; hoy la mayoría de la sociedad tiene una visión mucho más hedonista e individualista, llegando al punto de creer, muchos, que la justicia, para ser verdadera, debe ser impartida por ellos mismos. Es decir, el No Estado. Y así vemos lamentables episodios como incendiar la casa de alguien sospechado de algo o matar a golpes a un delincuente menor. Esta violencia social, que hace tiempo no estaba tan cerca de nosotros, es ahora frecuente.

Y aquí es necesario mencionar que la violencia social comenzó a gestarse en la política y también en parte de «la casta» que Milei protege, como es el caso de la justicia en este país, al menos en lo que se refiere a repartirse el poder. Milei no quiere que esta «¡SE VAYA!» al igual que quiere que suceda con los ministerios de salud y educación.

Antes de que los que despojan de esperanza tomaran la ventaja (como lo están haciendo), la gente habría organizado protestas en contra de los miembros escandalosos de la Corte Suprema. Ya no creemos en eso tampoco; justicia por mano propia y adiós, en algunos casos, y en otros, como se sabe, algún arreglo que cambie la perspectiva del juez, dependiendo del estrato social al que pertenezca. En ambos casos, la justicia es inexistente.

LA POLÍTICA YA NO INSPIRA Y ESTE GOBIERNO ¡DECEPCIONA!

Desde aquel incidente con Vicentin (una pandilla de verdaderos corruptos) y la renuncia de Fernández ante el poder económico, la confianza de la gente comenzó a desvanecerse y los oportunistas aprovecharon. La creencia en que las instituciones del poder político podían establecer orden se derrumbó. Fernández y con él, Cristina (aunque en menor medida), cayeron en desgracia por haberlos elegido.

De esta manera, con este panorama, la auténtica élite puso en marcha el plan de Javier Milei como un ariete. Ya no bastaba con generar inflación y fugar dólares para ganar éxito. El nuevo plan era anticiparse al futuro y eliminar cualquier atisbo de resistencia social y política, que suelen ser los dos frentes que, cuando se sienten acosados, salen a las calles y se vuelven peligrosos.

 

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Resumiendo: la gestión de Macri en el gobierno resultó en una devaluación, reducción de salarios y aumento de la deuda externa. Ahora, la administración de Bullrich o Milei (si es que se atreven a llevar a cabo lo que afirman) significará imponer un plan económico con la motosierra en mano; es todo o nada. Y esto tendrá consecuencias sociales impredecibles.

A partir de ahí, hay un pequeño paso hacia la violencia, aunque estoy simplificando. La mayoría de los economistas han advertido que cualquiera de estos planes es impracticable y que, de llevarse a cabo, causaría estragos. Para evitar esto, el ultraliberal Melconian juega desde todos los rincones.

Hasta ahora, Milei ha mostrado afinidad con exministros menemistas como Roque Fernández, que es prácticamente lo mismo que decir Domingo Cavallo. Es decir, aquellos que nos llevaron directo a la crisis financiera que resultó en el colapso de la economía y la fuga de dólares, con la aprobación del radical De la Rúa, a quien acompañaba la Ministra Bullrich, entre otros.

Si este gobierno no pudo, no supo o no quiso enfrentar la explotación financiera y especulativa (lo cual era la esperanza de sus votantes) para redistribuir mejor la riqueza, y esto no ocurrió, entonces ya está, ya lo sabemos. Sin embargo, recordar esas esperanzas genera enojo, enojo por haber sido ingenuos y haber confiado (aunque en ese momento no había muchas opciones, igual que ahora). Así es como la política está quedando con estas pocas opciones. Ayer y hoy.

Tampoco debemos pasar por alto lo que Massa está logrando y atreviéndose a hacer. Esto también podría generar entusiasmo. Como diciendo, bueno, este no es tan «Alverso» como el otro. Sería deseable que muchos de estos dilemas ocupen las mentes ciudadanas.

EL PELIGRO ACECHA: EL ACUERDO DE NO A LA VIOLENCIA POLÍTICA, FRAGMENTADO

Lo que ocurrió después de la derrota electoral de 2019 es conocido. El pacto democrático de no violencia política con el que se refundó el país en 1983 ha ido resquebrajándose y está a punto de romperse.

Intentaron asesinar a Cristina y no pasó nada (eliminar al oponente: «Me quieren presa o muerta», como anunció). Similar a «Uno Menos», ¿lo recuerda? Quizás, como en los primeros años después de la dictadura, la gente dirá «Oh, ni siquiera sabía, no tenía idea», aunque eso no ayudaría mucho.

Qué diferencia de contextos culturales (el asesinato de Kosteki y Santillán llevó a la caída de Duhalde; aquí, nada). El gobernador de Jujuy reprimió brutalmente y tampoco pasó nada. Entonces, «este es el momento», dirán los titulares del país al escuchar a Bullrich afirmar «Si no es todo, es nada».

Es una verdadera incógnita lo que decidirá esta sociedad que no está muy interesada en saber más acerca de lo nuevo (Milei) que se ofrece. Los votantes solo quieren probar y ya. Ni siquiera se plantean que lo nuevo podría ser simplemente una fachada y que lo antiguo está escondido en su interior.

La sensibilidad política y el entendimiento popular se han reducido al extremo: blanco o negro. La política, cabe decirlo también, ha contribuido en gran medida a que las cosas sean así. «Decepción» podría ser la palabra que describa por qué la sociedad, o al menos una parte de ella, ya no cree que la política sea la única herramienta social para el cambio y la esperanza de una mejora en nuestras vidas.

Ante las promesas incumplidas de 2019 y las incumplidas de 2015, Milei es quien toma la delantera, la supuesta solución. Sin considerar la historia; sin mirar atrás para asegurarse, NO.

Es la opción elegida, y eso podría llevar a imaginar la violencia como resultado. El sector social que lo votó no soportará sentirse engañado de nuevo y ahí se verán las consecuencias… si Milei triunfara, por supuesto.

Y quién estaría dispuesto o se atrevería a afirmar tal cosa…

Ese es el panorama.