El texto completo del comunicado:
«Este individuo tiene una pequeña empresa dedicada a actividades políticas: antes, cuando era anti-radical y adulador de Federico Soñez, trabajaba como organizador y fotógrafo ocasional. También puede ser un conductor audaz y eficiente. Ahora, está sirviendo a una facción de la UCR que ha tergiversado un nombre sagrado como el de Illia para identificar a su corriente cada vez más debilitada y distante de las enseñanzas de ese verdadero y ejemplar patriota. En resumen, lo que en la sociedad actual algunos científicos sociales llaman «gerentes de la política».
Suponiendo que lo que dice el exdiputado Kneeteman sobre Pedro sea rigurosamente cierto, más allá de Pedro y sus legítimas aspiraciones, no tiene relación alguna con la situación actual.
Seré más claro con Kneeteman. Veamos.
Ya sea debido a la presión del compañero Frigerio, su coterráneo, o debido a la negativa de Bullrich o Rodríguez Larreta para permitir la unión, es cierto que esto constituye una conducta antidemocrática, autoritaria, mezquina y despreciable.
Los argumentos baratos y toscos de Kneeteman, además de revelar su pobre capacidad argumentativa, son una especie de falacia ad hominem agravada por una falta de honestidad intelectual por parte del actual redactor del exministro de Macri.
Insisto deliberadamente y más allá de Galimberti: negar la unión a alguien dentro de esta coalición electoral, que no sea Frigerio, con los actuales candidatos (experonistas) Larreta y Bullrich, es un claro ejemplo de sectarismo abominable, autocracia, antipluralismo, mezquindad y, sobre todo, una imprudencia electoral que causará daño y descontento entre los correligionarios.
Porque una cosa es perder bajo reglas de juego justas y limpias. Otra cosa muy diferente, como ocurre ahora, es impedir la unión con los candidatos a presidente y vicepresidente, alterando las reglas de igualdad y el fair play.
Si competimos con reglas claras, sin mezquindades ni trampas despreciables, y nos tocara perder en esas condiciones, al día siguiente, sin duda alguna, seríamos los primeros en poner nuestra total disposición al candidato ganador.
Sin embargo, de esta manera, es decir, mediante atajos, se generan situaciones disruptivas que alteran los ánimos, irritan, molestan e incluso duelen. De esta forma descrita anteriormente, no se genera voluntad de colaboración ni empatía con el adversario interno circunstancial, y lo más probable es que nadie ponga energía en militar esa candidatura.
Eso es lo que Frigerio y sus seguidores de ocasión no entienden o no quieren ver».
Lo que alega el exdiputado Kneeteman es una enorme mentira y carece de una base argumentativa sólida y real. Me refiero a cuando menciona posibles problemas futuros y complicaciones logísticas en la impresión de boletas y otras tonterías que no tienen nada que ver con el meollo de la cuestión política.
Lo que hubiera potenciado aún más el triunfo de JxER habría sido permitir que todos los precandidatos locales se unieran con las boletas de los dos precandidatos a la presidencia. Además, esa metodología habría servido para sumar un mayor apoyo a las candidaturas de Larreta y Bullrich.
No solo se trata del capricho y la obstinación de un político mezquino, sino que también revela su ceguera política y su estrategia previsible.
Lamento decirle al Sr. Kneeteman que sus explicaciones carecen de una sólida y sincera base argumentativa, y que su intento de ironía es apenas un intento mediocre. Lamento personalmente que los radicales de ambos sectores hayan llegado a esta situación de gran tensión, generada por un forastero que no solo no pertenece a nuestro partido, sino que ni siquiera es entrerriano. Con esto, nuestras autoridades partidarias y los pretendidos radicales que apoyan a Frigerio no solo han sacrificado convicciones por conveniencia personal, sino que también han permitido la importación de un líder político del puerto de Buenos Aires para que ocupe el lugar de Urquiza y administre los recursos de los entrerrianos.
Es increíble y lamentable que hayamos llegado a este nivel de desintegración y renuncia a nuestra identidad partidaria. Como epílogo, quiero recordar una frase muy lúcida del jurista Rudolf Von Ihering: «Que los lobos reclamen esa libertad, se comprende; pero que los carneros les hagan coro, solo demuestra una cosa: ¡que son carneros!»
