Por Fernando Belottini
Foto: Omar Lagraña
La niña describe su mundo, las particularidades de algunos vecinos, su sociabilidad escasa, pero de potente relación de amistad con un niño del cual sufrirá el primer abandono, luego de que este se mudara.
En medio del duelo, una vecina anciana y solitaria le contará la historia de Cyrano de Bergerac para iniciar un paralelismo con la historia que presenciaremos donde la protagonista, mediante cartas, asume el rol de un primo imaginario para entablar una relación amorosa con una nueva vecina que también se mudará.
Es decir que esta obra, concebida para un público infanto juvenil, nos traerá al mundo adulto una relación poco transitada en la ficción infantil, como puede ser una relación que escapa a los valores heteronormativos. Pero allí no radica tanto la riqueza de la puesta, de por sí llamativa por la temática y la estructura, sino en la versatilidad que despliega Camila Benítez en su actuación ya que, habiéndose dado un formato de unipersonal, debe asumir distintos roles (vecino, vecinas, maestra, madre) utilizando recursos como máscaras, títeres, o tomando una guitarra para incluir una canción para el cierre.
Lo dominante, entonces, fue la solvencia de esta jovencísima actriz, que quizá nos esté indicando la imposibilidad de que el teatro, como expresión artística y social, deje de tener la trascendencia que hoy tiene para públicos que se interesan por mensajes sensibles.
FICHA TÉCNICA
Guión: Guillermo Baldo
Actuación: Camila Benítez
Dirección: Andrés Verón