Esta no fue solo una derrota del peronismo o del kirchnerismo, sino del progresismo en su totalidad, incluida la izquierda, no solo en Argentina sino en toda América Latina. Ahora, Milei se alza como otra «voz» de Estados Unidos y del FMI, además de convertirse en una referencia del neofascismo en la región y en una punta de lanza contra China, nuestro principal socio comercial.
Milei y su movimiento «Libertad Avanza», con misoginia disfrazada de defensa de la familia, racismo abierto y xenofobia, intentan reemplazar las garantías mínimas de empleo y bienestar ciudadano con el liberalismo más ortodoxo y plutocrático. Durante la campaña, prometió que la «casta» política y empresarial, no la gente, sufriría el ajuste, pero ahora dirige su mirada al Estado en lugar del sector privado. Bajo la falsa excusa de «no hay plata», preservará los fabulosos negocios de la élite empresarial mientras impone un brutal ajuste a las mayorías populares.
Anuncia un ajuste inevitable que debe ser en forma de shock, argumentando que el «gradualismo» nunca funcionó, según la lección tomada del gobierno de sus socios neoliberales encabezados por Mauricio Macri. Sostiene que no hay alternativa debido a la supuesta falta de fondos, lo cual es falso. El dinero existe, pero está siendo absorbido por bancos, el FMI, empresas privatizadas, transnacionales, fondos de inversión, el agro poder y empresas alimenticias que aumentan sus precios diariamente. Milei no tocará sus intereses, sino que los protegerá.
Milei, que proclama «la Libertad», muestra su falta de conocimiento sobre la Democracia. El brutal ajuste del presidente protofascista recaerá en el Estado, a través de recortes brutales en programas sociales y diversas ramas del gobierno. El gasto equivale al gasto gubernamental de cinco meses, lo que significa que «desaparecerán» cuatro de cada diez pesos del presupuesto de un día para otro.
Utilizando la manida frase sobre la «herencia recibida», Milei formula un chantaje: «Hay que aceptar un durísimo plan de ajuste fiscal, o viene el caos de la hiperinflación y la estanflación». Además, amenaza con represión ante la inevitable creciente protesta social.
Milei, en su diagnóstico sobre «la herencia recibida», plantea un chantaje similar: «Hay que aceptar un durísimo plan de ajuste fiscal, o viene el caos de la hiperinflación y la estanflación». Basa esta operación en la difícil situación social dejada por el gobierno anterior. Milei es el primer presidente de la democracia argentina que gana una campaña electoral prometiendo recortes brutales en educación, salud, empleo y salarios, sin experiencia de gestión y con ideas sacadas de viejos libretos.
El hombre que habla con sus perros a través de una médium ha alcanzado el cargo más alto con apenas dos años de experiencia política. Como todos los liberales, impondrá esfuerzos supremos y sacrificios dolorosos al pueblo, mientras la élite mantiene sus privilegios.
La pregunta inevitable surge: ¿Qué pasó para que la tragedia, ya conocida en la historia reciente, se repita con una entrega «llave en mano» al capitalismo internacional cuyos representantes están instalados en la Casa Rosada?
Desde 2015 hasta ahora, las «fracturas» en los partidos del campo popular y nacional entregaron beneficios proporcionales a la capacidad de destrucción real y simbólica del escenario político. Todos, sin excepción, fueron funcionales al gran objetivo neoliberal: dividir a las fuerzas populares y enmascarar al enemigo real. Los traidores políticos, paridos por los partidos mayoritarios, cumplieron un rol fundamental, siendo fusibles del poder de naturaleza rastrera, pero siempre partícipes necesarios. Fueron indispensables en la concreción del plan «mayor» para alinear a nuestra Patria con los explotadores de siempre en el «nuevo orden mundial».
Aunque la derrota circunstancial parezca eterna, más temprano que tarde, la Historia pondrá las cosas en su lugar. ¡Que así sea!