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DOS ORILLAS
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Director: Claudio Gastaldi
lunes 21 de abril de 2025
Nota escrita por: Ricardo Monetta
domingo 20 de abril de 2025
domingo 20 de abril de 2025
La República Perdida
Muchas veces he pensado a la Argentina como una Nación antropófaga, que se deglutió tres generaciones de jóvenes: la de los desaparecidos, la de los chicos de la guerra de Malvinas y la actual, una generación condenada al desempleo, la desesperanza, la anomia o, en un último caso, el exilio. Esta situación actual, abyecta, donde nuestros gobernantes de transición han perdido hasta el último vestigio de dignidad, y cuyo único plan de gobierno para disimular su fracaso es endeudarse más con los buitres del FMI: viajan como mendigos de última instancia, recibiendo dádivas a cambio de la entrega de la soberanía de los recursos naturales que no les pertenecen, asumiendo un vasallaje como nunca se vio en nuestra historia, y encima recibiendo imposiciones de un coloniaje que se creía perdido en los rincones de la Historia.
Ricardo Monetta

Hemos llegado a un estado de cosas tal que hasta lo más simple pero profundo, como lo es el canto del Himno Nacional, se ha convertido en el cumplimiento de un protocolo de Cancillería. Porque habla de algo que no existe. Del sagrado grito de libertad, «del ruido de rotas cadenas» (que volvemos a retomar), y del trono de una nueva y gloriosa Nación (que no existe) y que juramos con gloria morir. ¿Cuántos de nuestros «próceres» de hoy estarían dispuestos a morir por esta Patria que se desangra por una entrega humillante? ¿Dónde está la Democracia tan declamada, vaciada, extraviada, esquilmada a la luz del día, mientras la ignominiosa Justicia duerme el sueño de los justos, acunada en los vaivenes del Poder?

Por eso hoy, en este marco de burbujas cognitivas, violencia política sobre la sociedad, agravadas por las torpezas propias de un presidente impávido, dubitativo y cruel, que festeja como un triunfo un acuerdo económico que suma otro nudo más al cuello de nuestra deshilachada República, que va dejando jirones en el camino de esta entrega miserable del «hábitat» que nos legaron nuestros ancestros.

La narrativa del neoliberalismo es absolutamente incompatible con la democracia social. Bien lo sabían las sectas neoliberales de mediados del siglo XX, tanto en su vertiente austríaca como anglosajona: solo auguraban algún éxito económico para sus planes macabros en escenarios de crisis aguda, shock o dictaduras. Entendían perfectamente, e incluso no dudaban en explicitarlo casi como una confesión, que cuando una economía se abre, desregula sin ton ni son, libera y se flexibiliza, se torna imprescindible instituir un orden autoritario a través del miedo y la represión.

Nuestra República, una vez más, acaba de convertirse en un triste y renovado laboratorio de otros poderes, al cual les brindamos sumisión y obediencia debida. Estamos copiando a la perfección el esquema de aquella ortodoxia monetaria, que es la postulación de una crisis de dimensiones bíblicas, señalando al déficit fiscal como el único responsable de todos los males económicos y la aversión por la representación política, entrega de la gestión gubernamental a las corporaciones económicas y financieras, más, por supuesto, la aplicación de políticas shockeantes capaces de disimular, aturdir, aterrorizar y disciplinar para bloquear la resistencia.

Por supuesto que los encargados de instrumentar, de un modo planificado, semejante fachada infame, son conscientes de la «resignación» popular y del sentimiento de culpa instalados por las privaciones y humillaciones que suponen dichas recetas. No es en absoluto casual que esta simbiosis entre una política reducida a su vertiente policial y una economía colonizada por el arbitrio de las grandes corporaciones y de la «Embajada», se muestre como un «neofascismo neoliberal», que en una escalada planetaria quiere involucrarse en el nuevo orden mundial.

¡Argentinos, la lucha es una sola: resistencia, lucha y organización!

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