Director: Claudio Gastaldi
Concordia
lunes 16 de septiembre de 2024
Nota escrita por: Tekoá Cooperativa
domingo 8 de octubre de 2023
domingo 8 de octubre de 2023

Límites 

 “Quien juega con los límites descubre que a veces los límites te la devuelven.” GERARD BUTLER

El parámetro más difícil de construir es el de los límites; pero es, tal vez, el mayor indicador de equilibrio emocional y madurez mental. Los límites tienen una doble función: una es sobre nuestras propias acciones y la otra es los que les ponemos a nuestro entorno como señal de protección individual.

¿Cuál es el límite para consumir alcohol? ¿Cuál es el límite para gastar en la tarjeta de crédito? ¿Cuál es el límite tolerable a un superior? ¿Qué límite le ponemos a la pareja? ¿Cómo marcamos los límites a las y los hijes?

Sin temor a equivocarme seguramente una de las mayores consultas en las terapias psicológicas estén relacionadas con los límites. La construcción de límites, los autolímites, la educación con límites, son algunas de las variantes que desvelan a la adultez.

Pensemos algunos ejemplos:

-La pareja está en un fiesta familiar y uno de los dos se enoja, insulta vociferando y culmina arrojando el contenido del vaso en la cara ¿Es el fin de la pareja?

-La  esposa estalla en una escena de celos, en medio del ámbito laboral de su esposo ¿Es causal de divorcio?

-El jefe insulta, por un error en la tarea, delante de todos los compañeros de la fábrica, ¿es justificativo para denuncia por maltrato laboral?

-Una jovencita es “tocada” al pasar por un compañero de oficina, ¿es causal de denuncia?

-El niño no quiere comer, el padre responde con un cachetazo ¿es un shocks traumático?

-Una niña hace una escena en el supermercado tirándose al suelo, la madre la levanta tirando del cabello o la oreja, ¿se considera violencia familiar?

La evolución de los derechos individuales y los estudios sobre las consecuencias que pueden dejar determinadas conductas en las personas nos han llevado, como sociedad a darnos intensos debates sobre los límites individuales.

Hoy sabemos que si se bebe no se maneja; que hay otras formas de educar más allá de la violencia física; que determinadas “canchereadas” de varones hacia mujeres se llama acoso; que la autoridad de un superior no da derecho al maltrato ni a la falta de respeto.

Este largo proceso de análisis, reflexiones, estudios, investigaciones, etc. sobre determinadas conductas individuales, nos han demostrado sustancialmente, que pueden ser autodestructivas (como el consumo de sustancias) y otras pueden afectar la autoestima de la persona  que es receptora de determinadas acciones.

Las convenciones sociales y la convicción de que debe haber límites claros en relación a determinadas formas de hacer y decir, ha llevado a la sociedad a regular estas acciones con leyes que ordenan, imponen, protegen, orientan las conductas individuales.

Ahora bien, hasta aquí hablamos de los límites individuales, pero lo que nos interpela por estos días son los límites que nos imponemos como sociedad. A cuarenta años de la recuperación de la democracia, parecía que habíamos arribado a construir ciertos límites que acordábamos no atravesar, no derrumbar: la protección de la vida, los derechos de las minorías, el equilibrio entre la divergencia de ideas, entre otras muchas. 

Estas elecciones nos han sorprendido con novedades como la de reproducir, dentro de los espacios de propaganda, la propuesta de “terminar” con una idea política, “para siempre”; exposiciones donde se naturaliza la venta de niñes, órganos o contaminación de los ríos; eliminar la moneda nacional, hacer explotar el Banco Central. Aunque podemos decir que es parte de la campaña ¿Cuál es el límite? El primer debate dejo como ruptura total de límite la negación de los treinta mil desaparecidos.

“Tan solo estaba explorando los límites de la realidad. Tenía curiosidad por ver qué pasaría. Eso era todo: simple curiosidad.”
JIM MORRISON

Ante esta diversidad de rupturas, de atravesamientos, la pregunta es qué rol nos ha cabido a las generaciones encargadas de las enseñanzas para la sana convivencia social. ¿En qué medida, las llamadas Generación X y Z, fuimos capaces de contar, transmitir, mostrar  y hacer reconocer las vivencias históricas que la sociedad argentina atravesó? Todo esto como para pensar que hay acciones sobre las que habíamos construidos los límites necesarios, que estos estaban fortalecidos, que podíamos identificarlos y, fundamentalmente, ponerlos en práctica

Los Millennial y Centennial parecen (en algunos casos) desconocer totalmente la historia argentina. Que quieran atravesar límites, es natural en el crecimiento y desarrollo, pero también es tarea de la adultez enseñar que no todo vale, que las acciones tienen consecuencias a corto y largo plazo y que de esas consecuencias hay que hacerse cargo, porque de eso se trata la madurez.

En este mar de confusiones, los adultos parecen perdidos entre la incapacidad para ponerse límites a sí mismo y la de educar en términos de límites; esto ha dado lugar a la irrupción de propuestas, que, de ser en otro contexto, hasta parecerían dignas de una sátira teatral. Pero que en este contexto, el de elegir el rumbo que tomará la organización del estado nacional, es de una gravedad que parece no se estuviera teniendo conciencia.

Este espacio siempre pretende pensarse desde el ámbito educativo, y por lo tanto la propuesta es enmarcar esta reflexión en la tarea áulica. ¿Vale que los y las docentes, en estos días cruciales sigan enseñando la ortografía en Inglés, el teorema de Pitágoras, el presente y el predicado en la oración bimembre, la reproducción de los reptiles, la capas de la tierra, la fórmula del oxígeno o la transmisión física de la energía? Sí lo sé, están las planificaciones, están los diseños curriculares…están las mil y una excusas. ¿Pero cuál es el límite? ¿Cuál es el límite para enseñar a las futuras generaciones? ¿Cuál es el límite del ser docente, del ser enseñante? ¿Dejamos que los límites se desdibujen, se corran, se rompan, se quiebren y luego, sobre tierra arrasada, le entregaremos a los Millennials y los Centennials, la ardua tarea de construir sobre el dolor y la sangre, como lo hicimos nosotros y nosotras postdictadura?.

¿Cuál es nuestro límite?

Lic. Verónica López

Tekoá Cooperativa de Trabajo para la Educación