Lo urgente, lo importante, lo relativo

Es una sola imagen en la que confluyen todas las realidades de la ciudad: Un carro tirado a caballo, detenido, y ocupando todo el ancho de banda de la nueva bicisenda que desató controversias entre quienes ven alterado cierto orden y su comodidad y quienes se manifiestan a favor por cuestiones de salud, ambientales, de seguridad y económicas.

En la imagen se ve el recorte de un barrio de clase media y al fondo, en el horizonte, se divisan varios de los edificios más altos y modernos de la ciudad. A metros nomás del carro, a poco de adelantársele, una de esas camionetas poderosas, en color negro, que valen entre 15 y 20 millones de pesos. Toda una síntesis de la sociedad en la que convivimos: ricos, medianos y pobres, mezclados a la luz del día y separados en las penumbras de la noche. Cada uno peleando por lo que puede aspirar: abrochar un negocio, parar la olla, hacer llegar la jubilación, encontrar comida u otra cosa valiosa entre los desperdicios.  

Entre los comentarios que llegan con la foto, muchos ponen el acento en que esta es otra obra superflua, innecesaria y perenne, que más temprano que tarde por falta de mantenimiento y cuidado será un monumento más al abandono y el deterioro.

Esta discusión además de certificar el imperio del automóvil en el espacio público, pasa por si antes de gastar plata en una bicisenda se podían haber arreglado o pavimentar no se sabe qué cantidad de cuadras más… y tal vez terminar con otras necesidades en algún lugar de la ciudad. 

(La bicisenda se hace con plata de nación y se enmarca en el programa “Red de Vías Seguras”. La municipalidad informó de todo menos del costo de la obra, pero se puede estimar que cada kilómetro de bicisenda cuesta -a valores presentes escatimados- unos 6 millones de pesos si tomamos como referencia que, en 2021, el ministerio de Obras Públicas destinó un monto de $186.530.750 para la construcción de una red de ciclovías de casi 48 kilómetros en la localidad de Paraná. Ver: https://www.argentina.gob.ar/noticias/se-firmo-un-paquete-de-obras-para-entre-rios-que-beneficiara-355-mil-personas).

-No se me ponga agreta, Fosforito. Si nos pasamos mirando lo que falta nunca vamos a poder darnos el gusto de nada

-Ya sé, estimado, pero es que a veces tengo esa molesta sensación de que lo urgente siempre puede esperar

-El mundo nunca será justo y la vida es una, trate de disfrutar también

En esa lógica entonces, qué necesidad de hacer un skatepark, una pista de patín, una cancha de hockey sintético, un estadio de fútbol; qué necesidad de poner un mangrullo en cada parque, en cada plaza; una estación saludable, un monolito en homenaje a la pindonga, unas parrillitas en el lago, hacer la ampliación de la costanera, cuando hay gente que no tiene tierra, casa, ni trabajo, ni justicia… Qué necesidad de hacer cualquier otra cosa cuando siempre aparece un pozo nuevo en las calles de la ciudad, cuando hay lugares donde el agua no llega con presión, donde no hay cloaca, ni calles, ni veredas y los merenderos y comedores se quedan cortos de raciones.

Al igual que la ciudad, el mundo todo es un lugar urgente…¿Qué necesidad hay de que cuatro millonarios se asfixien dentro de un submarino en el Atlántico Norte por sacarse una selfie con el Titanic mientras millones se ahogan en el mar o quedan enterrados en el desierto escapando de la miseria y de la guerra? ¿Qué necesidad de gastar miles de millones en hacer un mundial de fútbol que costó centenares de vidas de trabajadores migrantes para que un solo país se quede con toda la alegría y una federación cuasi mafiosa con la guita? ¿Qué necesidad de innovar en pantallas para después ver en HD como un niño muere de hambre y se lo comen los buitres en la sabana africana? 

¿Qué necesidad de cualquier cosa que no esté pensada en atender lo urgente? 

Así planteadas las cosas, cómo no indignarse por una bicisenda que está quedando muy coqueta. 

Así planteadas las cosas, nada vale la pena. 

Fosforito