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Nota escrita por: Ricardo Monetta
jueves 19 de octubre de 2023
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Los motivos y los cambios Geopolíticos que implica la guerra Israel-Gaza (Parte Uno)

En toda guerra existen diferentes causas de origen y propósitos no declarados abiertamente. Y casi ninguna de ellas se gesta abruptamente. Son procesos acumulativos de razones y circunstancias que van madurando, hasta que se produce el estallido. Así, la guerra delegada entre Rusia y Ucrania, ya estaba planificada por la OTAN, como brazo armado, por los EEUU desde hacía casi veinte años. Por eso, el proceso bélico en Medio Oriente, entre Palestina e Israel, tiene como antecedentes la mala política de Inglaterra primero, en 1923 en la mala colonización de la tierra Palestina, y luego la persistente acción de Israel en el avance de despojo de tierras del pueblo Palestino a través de distintos conflictos armados que ya hemos descrito en esta misma columna, con el apoyo de EEUU vetando en la ONU toda resolución en contra de la ocupación ilegal a través de distintos conflictos hasta que llegamos al día de hoy con la tragedia de muertes civiles que son en última instancia los que pagan las consecuencias.

Así como la guerra entre Rusia y Ucrania es una guerra estratégica por la energía y los recursos naturales necesarios para el nuevo orden mundial, esta absurda guerra entre Israel y Palestina va mucho más allá de las instancias ideológicas, religiosas, y fanatismo político. A partir del sábado 7 de Octubre, con el ataque de Hamas, ya nada será igual.

Este nuevo escenario que se plantea desde la perspectiva del enfrentamiento entre el «bloque» atlantista, o sea, la OTAN, EEUU e Israel, y el «euroasiático», deja la inquietante pregunta de si Israel será la nueva Kiev, que librará una guerra por poderes para el bloque «atlantista», debido al fracaso de la guerra en Ucrania, por la cual está pagando muy caro precio Europa, sin beneficio alguno.

Y las razones podrían empezar por impedir un Asia Occidental en paz. Porque significaría la reconstrucción de Siria, en la que China está involucrada, a su vez enemiga de Israel y de EEUU, la reurbanización de Irak y Líbano, y Arabia Saudita e Irán como partes del BRIC 11, y todo esto bajo una asociación estratégica de China y Rusia, eje que respeta los pactos e interactúa con todos los actores regionales, inclusive con los aliados de EEUU en el Golfo Pérsico. Por eso hay que saber que China es muy «consciente» de que toda la expresión bélica tuvo lugar sólo una semana antes de su tercer Foro de la Franja y la Ruta en Beijing, donde están en juego nada menos los corredores de conectividad BRI, además de la Ruta Marítima de la Seda, y la Ruta de la Seda Ártica. Por eso las repercusiones geopolíticas del conflicto en Medio Oriente, impulsarán la aceleración de las conexiones geoeconómicas y logísticas entre Rusia, China e Irán.

Por eso, como en un juego de ajedrez, el foco global de conflictos acaba de mudarse de Ucrania a Palestina.

Volviendo al conflicto entre Palestina e Israel, nadie en su sano juicio puede pensar que la Operación «Diluvio de Al Aqsa» de Hamás fue planificada meticulosamente. Y la fecha de lanzamiento estuvo condicionada por dos factores desencadenantes: En primer lugar, el primer Ministro Benjamín Netanyahu hizo alarde de su mapa del «Nuevo Oriente» (nosotros lo mostramos en el artículo anterior) en la Asamblea General de la ONU en septiembre, en el que «borró» por completo a Palestina, y se burló como siempre, de cada una de las resoluciones de la ONU sobre el tema, respaldado como siempre por EEUU. En segundo lugar, como factor desencadenante, no como origen primigenio, están las provocaciones en serie en la Mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén, incluida la gota que «rebalsó el vaso»: Dos días antes del «Diluvio Al Aqsa», el 5 de Octubre, al menos 800 colonos israelíes lanzaron un asalto alrededor de la mezquita, golpeando a los peregrinos, destruyendo tiendas palestinas, todo ello bajo la atenta mirada de policías israelíes que permanecían en una pasividad absoluta.

Cualquier persona en el lugar que forme parte de ambas comunidades sabe perfectamente que la Mezquita Al Aqsa es una línea roja, no solo para los palestinos, sino para todo el mundo árabe y musulmán. Pues bien, esta provocación, como la posterior invasión brutal de Hamás, me hizo recordar al síndrome de Pearl Harbor, cuando EEUU en 1941 provocó a Japón para que atacara la isla y tener un pretexto de entrar a la guerra.

Yo ya comenté este suceso, el del ataque de Hamas, una excusa sin fronteras sin límites para destrozar e invadir Gaza. Sectores de Occidente que aplauden la próxima «limpieza étnica» creen que con armamento masivo y una cobertura masiva de los medios de comunicación, pueden cambiar las cosas, moverse en un delicado equilibrio, aniquilar la resistencia palestina con los palestinos «adentro» y dejar debilitados a los aliados de Hamas, como Herbola e Irán. Es que el proyecto de Ucrania ha fracasado, dejando las caras de perplejidad de los europeos con sus economías en ruina y empiezan a extrañar su «estilo» de vida, antes de la aventura de Zelenky que anda mendigando más fondos para continuar la guerra con Rusia, hasta que se descubra que fue uno de los que vendió armas a Hamas. No lo digo yo. Lo dicen los propios oficiales israelíes y Joe Biden, «el monje negro» que participó durante más de veinte años en los gobiernos de Bill Clinton y Barack Obama, en masacres terroristas en Irak, Yugoslavia, Afganistán, Libia, Yemen, actuando como lobista en el Senado de EEUU, apoyando las invasiones y bombardeos a la población civil de esos países. Lo cual no significa justificar el terror sembrado por Hamás.

Esto lleva al costo de lanzar una «nueva guerra contra el terrorismo», como en la Argentina se defendió el terrorismo de Estado. Para Netanyahu, Hamás es igual a ISIS, para Zelensky en Ucrania, Hamás es Rusia. Durante el fin de semana en octubre, la puerta de Brandeburgo en Alemania, la torre Eiffel en París, otros países europeos lucieron los colores israelíes. Era lógico. Estaban en consonancia de países que construyeron su riqueza con el colonialismo. Que muchos de ellos todavía lo prolongan. Y sino, pregúntenle a los países africanos, o al Norte de África.

El ministro de Defensa Israelí, Yohav Gallant, proclamó un asedio formal a la Franja de Gaza. No habrá electricidad, no habrá agua, ni comida ni combustible, todo será cerrado. «Estamos luchando contra animales humanos (casi un oxímoron) y actuaremos en consecuencia». Los israelíes pueden participar de «castigos» colectivos, porque con tres vetos garantizados en el Consejo de Seguridad de la ONU (EEUU, Francia y Reino Unido) saben que tienen impunidad garantizada.

Nada importa que Haaretz, el periódico más respetado de Israel, admita abiertamente que «en realidad el Gobierno Israelí es el único responsable de lo ocurrido con el «Diluvio de Al-Aqsa», por negar los derechos de los palestinos.»

¿Hay una explicación más profunda? Remítanse a las ediciones anteriores de esta columna. Luego les contaremos cómo pudieron eludir la barrera más sofisticada del mundo.

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