El 28 de noviembre pasado, en Gualeguaychú se había prohibido la realización de jineteadas dentro del ejido. La sanción terminó en un escándalo en el Concejo Deliberante de Gualeguaychú luego de aprobarse por parte del concejales la iniciativa.
Luego que los concejales votaron, hubo festejos en algunos y mucha bronca en otros, por lo que algunas reacciones provocaron enfrentamientos entre las partes que terminó con denuncias en la comisaría primera. «Nos agredieron al salir del municipio en una situación salvaje» argumentaban proteccionistas, en tanto desde los tradicionallistas, expresaban que «hubo insultos y provocaciones durante toda la jornada por parte de quienes defendían la prohibición», se señaló en Radio Maxima Online.
Ni bien fue aprobada la prohibición, aparecieron voces en contra de la misma. En una nota publicada por Ahora, Leonardo Rumacho, presidente de una asociación tradicionalista de Gualeguaychú, criticó la norma. «Para nosotros es una cachetada. Estamos firmes y convencidos de que en enero podremos volver, es algo que llevamos adentro, por generaciones», indicó Rumacho. Y agregó: «El caballo de una jineteada se ocupa en una fiesta 8, segundos, 10 segundos o 14 segundos. Después pasa al campo, donde come y descansa, no tiene otra actividad. No se ocupa para trabajos». En otra nota, publicada por Radio Máxima, Rumacho dijo: «sabemos que el intendente electo, Mauricio Davico, tiene otra mirada, lo va a tratar y lo va a solucionar».
En consecuencia, la prohibición duró menos de un mes. En los circulos de los proteccionistas de esa ciudad admitieron que la prohibición de las jineteadas tampoco era del agrado del intendente anterior, Martín Piaggio, ya que se aprobó en la última sesion del Concejo luego de ocho años de gobierno. Si hubiese habido interés genuino, se hubiera sancionado mucho antes. Pero no hubo tiempo de nada. Asumió el intendente Davico (JxC) y se derogó de un plumazo.
«La jineteada es un maltrato. Es un animal indefenso, lo atan entre muchas personas, lo hostigan, lo golpean. El animal está aterrorizado, golpeado, le clavan espuelas y lo azotan. El depredador lo está torturando, es un acto de extrema crueldad, anacrónico, brutal, innecesario”, dice Gabriela Rosas Tineo, presidenta de la ONG Voluntarios por los Caballos.
