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DOS ORILLAS
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Director: Claudio Gastaldi
lunes 24 de febrero de 2025
Nota escrita por: Guillermo Luciano
lunes 24 de febrero de 2025
lunes 24 de febrero de 2025
Nadie se atreva a tocar a mi vieja
Hacia mitad del siglo pasado, cuando todavía no había explotado la revolución tecnológica, ni muchos menos la ídem informática, los códigos morales y sociales estaban más establecidos en ese limbo de estabilidad que hace que cada generación piense que sus ‘valores’ además de eternos son los mejores que ha alcanzado la humanidad hasta el presente; y, que inevitablemente se horrorice de los de la ‘nueva moral’ (in) que proponen e inauguran sus sucesores, y se sumerjan en una retórica, no por reiterada, menos absurda y obsoleta, explicando a quien quiera oír, que todo tiempo pasado fue mejor y que los jóvenes de hoy han perdido el rumbo y son definitivamente unos inmorales.
Guillermo Luciano

CON LA VIEJA, LA BICILETA Y LA NOVIA, NO

En aquel entonces el límite infranqueable a respetar era ‘la vieja’, una agresión verbal a ella ameritaba una reacción inmediata y con toda la furia disponible en el arsenal del agredido, cualquiera fueran sus consecuencias. Pero después, en segundo orden, había dos valores que se constituían en la segunda barrera a respetar, so pena de provocar una situación imprevisible, uno material y el otro espiritual: ‘con la bicicleta y la novia no’ marcaba la cancha el eventual afectado, indicando al interlocutor cuales eran las cosas que, además, debía respetar, la segunda frontera. La bicicleta, porque era un bien material al que se accedía solo en circunstancias extraordinarias, un logro excepcional en la escuela, o un onomástico del tipo de los que marcaban un quiebre en la valoración social del beneficiario; por ejemplo, de los catorce años, que era la edad correcta para que se le regalaran los primeros pantalones largos, que le permitían ingresar al mundo de la juventud, abandonando definitivamente el de la adolescencia. Un bien material que exigía, en la mayoría de las familias de la incipiente clase media vernácula (con perdón de la palabra) un enorme sacrificio económico que se planeaba con mucha antelación y al que se accedía luego de ingentes sacrificios cotidianos, especialmente de la vieja, que iba acumulando las monedas y quizás incluso, hasta algún billete en la abollada lata de galletitas, destinada a ese cometido. Llegado el ‘día D’ preestablecido con mucha antelación, se hacía entrega del rodado, nuevo o usado, a efectos era lo mismo, que le permitía al favorecido acceder a una nueva posición social en su entorno generacional. Evento de una solemnidad que hoy sería incomprensible, en el que se efectuaban todas las recomendaciones imaginables, para garantizar la custodia del tesoro obsequiado, en condiciones y a la altura de los sacrificios efectuados para su adquisición.

Y finalmente, unos milímetros mas abajo: la novia, sacrosanta damisela, que quienes la habían conquistado, se erigía como el proyecto de ‘vieja’ de la siguiente generación, y por lo tanto merecedora de un respeto a la altura de las circunstancias.

LA ÚLTIMA DE MI GENERACIÓN: CON EL BANCO NACIÓN NO

Ud. me podrá decir que antes del Nación hay cosas más importantes; que los jubilados, que la Ciencia, que la Salud, que la Educación, que la igualdad amplia de géneros y varias cosas más que me estoy olvidando. Y sí, tiene razón, pero todo eso ya lo han tocado y lo han destruido y ni yo ni nadie hemos puesto el pellejo para evitarlo, que porqué entonces el Banco Nación.

EL BANCO NACIÓN LA ÚLTIMA FRONTERA PARA QUE LOS USUREROS SIN ALMA DE LAS FUERZAS DEL CIELO NOS DOBLEGUEN

Es el núcleo del objetivo final del asalto de las Fuerzas del Cielo a nuestra Nación: eliminar toda posibilidad de poner el sistema financiero al servicio de ninguna política que priorice los intereses de los pequeños productores, de los comerciantes, de las pymes, de las políticas públicas, la ciencia, el desarrollo tecnológico, los trabajadores que aspiren a una casa propia. la cultura; en definitiva, las últimas reservas de la identidad nacional.

Hasta ahora veníamos históricamente en un empate técnico: Ni ‘ellos’ habían podido tomar el control total y absoluto del sistema financiero. Ni tampoco nadie nunca los enfrento. Menem plantó el primer hito en el camino de la entrega del aparato financiero regalándoles el Banco Hipotecario Nacional. Y ni Néstor Kirchner ni Cristina Fernández tampoco se les animaron. Y eso que haciendo un racconto del día después, ellos se animaron a muchas cosas.

Un poco el Banco Nación es la última frontera, de hecho, Milei cuando logro que le aprobaran, (coimas mediante), la Ley de Bases, lo tuvo que sacar de la lista de los bienes públicos privatizables.  Pero como viene haciendo en cada acto de gobierno, finalmente no respetó su palabra y ahora firma un decreto habilitando su transformación y privatización. Es la frutilla del postre, la entrega final y definitiva de la administración de los bienes del Estado a los usureros internacionales.

De concretarlo se juntará con algunos millones de dólares más para que los fuguen antes de las legislativas, para mantener la ficción de la estabilidad. Y después vendrá la explosión de la inflación que terminará definitivamente con el salario y las jubilaciones.

Que quede escrito en algún lado.

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