Director: Claudio Gastaldi
Concordia
domingo 29 de septiembre de 2024
Nota escrita por: Sergio Brodsky
domingo 29 de septiembre de 2024
domingo 29 de septiembre de 2024

No tener para comer

Hace años que doy charlas y talleres cuyo objetivo es la prevención del suicidio. Las escuelas son instituciones clave a quienes dirigirlas, dado que los jóvenes —factores de riesgo entre los 15 y los 24 años, en nuestro país la segunda causa de muerte— transcurren allí buena parte de su cotidianeidad. Entonces, construimos con los docentes ideas y herramientas para acompañarlos, contenerlos en sus dificultades y “saber qué hacer” ante situaciones de vulnerabilidad emocional.

En el trabajo con los chicos, generamos espacios de encuentro para hablar de lo que les pasa y transmitir la importancia de “pedir ayuda” cuando viven circunstancias críticas. Así, con la consigna: “¿Qué preocupaciones sienten los chicos de tu edad?”, los invitamos a reunirse en grupo para reflexionar junto a sus pares y hacer una lista de sus inquietudes. La segunda instancia es poner en común esa elaboración grupal para conversar y analizar colectivamente esas producciones.

Así, normalmente surgen los problemas de la casa, las peleas de los padres, la crisis económica, los desengaños amorosos, la imagen, el cuerpo, los comentarios críticos de los otros, las frustraciones en la escuela, las peleas con amigos, etc., y el modo de afrontar esos conflictos. En ese punto surgen las formas “mudas”, aquellas que expresan carencias para poner en palabras esas angustias, como el consumo de alcohol o drogas, las autolesiones, la descarga a través de la violencia. Tratamos de promover otras formas más saludables que emergen en el diálogo, como el deporte, encontrarse con amigos, salir a caminar, escuchar música y, sobre todo, hablar: hablar, buscar referentes en la familia para hablar de lo que les pasa; en la escuela, con los amigos, para contarles aquello que los angustia, preocupa e inquieta, incluyendo la ayuda profesional, y clarificando los prejuicios implicados en “ir al psicólogo”.

Estas últimas semanas surgió en una escuela, entre las preocupaciones de los adolescentes, un grupo que apuntó “no tener para comer” como una de las principales. Debo confesar que me costó mucho continuar. Me dirán que no es una novedad esta calamidad, esta horrorosa realidad, pero creo que no tenemos que naturalizarla.

Sabemos que un millón de niños pasan hambre, como mínimo, en nuestro país. Claro que lo sabemos, pero creo que tenemos que decirlo, tenemos que escandalizarnos, salir de la parálisis y la impotencia, de la depresión y el agobio. Tenemos que luchar para cambiar, para transformar esa insoportable crueldad inhumana, ese real intolerable que nos degrada, que nos avergüenza, que destruye a nuestra sociedad y nos deshumaniza.