El incremento fue explicado por dos razones: una nueva suba en el impuesto a los combustible líquidos, que justifica el 1 por ciento del encarecimiento; otra del mismo porcentaje del impuesto al carbono y el 2 por ciento restante se debe a la devaluación del dólar.
De esta manera, la estatal YPF elevó el litro de nafta súper de 905 a 941 pesos y el gasoil de 941 a 980 pesos. Lo más probable es que las petroleras privadas apliquen un aumento que tome esos valores como piso, es decir que podrían ser más altos.
Falsas promesas del gobierno
El viernes pasado, el Gobierno había dicho que pospondría un aumento mayor de los tributos que pesan sobre los combustibles. La idea del Ministerio de Economía era no sumar un factor más a la inevitable suba de la inflación de este mes.
La excusa ahora es que con la suba del 4 por ciento se estaría evitando un ajuste del 115 por ciento en la carga impositiva sobre la nafta y el gasoil, lo que hubiera derivado en una suba del 18 en los surtidores, de acuerdo a las estimaciones privadas.
Con el mismo argumento había suspendido el ajuste de mayo, que finalmente se terminó aplicando parcialmente en junio.
Seis meses de suba de los combustibles
Así, el cronograma de actualización de impuestos fijado a principios de año registra que hubo subas en febrero, marzo, abril y junio, para ponerse al día con los aumentos postergados desde el primer trimestre de 2021.
Las subas en los seis meses que lleva este Gobierno derivó en una caída de las ventas de combustibles. La consultora Politikon Chaco reveló en base a datos de Energía que “durante el mes de mayo de 2024 se ratifica el escenario de baja en las ventas de combustible al público en todo el país”.
“En la comparación contra mayo de 2023, las ventas de combustible mostraron un retroceso del 8 por ciento, siendo el sexto mes consecutivo con descensos; sin embargo, respecto al mes previo (abril 2024) las ventas mostraron cierto repunte (+8,5%)”, indicó el informe privado.
Fuente Página 12
