Por : Gonzalo Acosta Tito
Se dice que la muerte significa dejar de respirar y que cuando se muere el mundo deja de existir. La muerte hace de la vida una despedida y por ello deja las manos libres. Aunque todos estamos afectados por la muerte, cada uno tiene que morir su propia muerte. Bajo este horizonte se habla de muerte pero se tapa la finitud: su presencia en lo humano. Asumir la finitud cambia la relación que entablo con mi proyecto y mi proyección, señala mis encuentros y despedidas, realza mis esperanzas y temores.
Así la asumió Roque Mario en su convicción y valentía por los derechos humanos en la dictadura, en su ideal democrático con el Partido Intransigente, en su amor a su compañera hasta el extremo, en su éxito material como hombre de agronegocios… En la finitud de su vida entera, finitud que me arrostra y apremia a asumir en mi vida.
Gracias y perdurarás en mi memoria con el aroma que destilaba tu presencia.
Gonzalo.
P.D.:
I
Una de las estrellas
que alumbraba el caminar
se apagó,
su luz atravesó la noche
en el destello del paso humano.
y apenas una pisada orienta el regreso al día.
Unos ojos limpios miran la niebla
lo blanco envuelve el presente,
un camino intacto aguarda sus pasos:
huellas que inauguren heridas
que a la distancia pedirán ser sanadas
no cicatrizadas,
como lluvia que lava las pisadas
no enterrándolas sino
desnudando su barro,
así la primera lluvia del mundo
que despertó un sentido nuevo en la tierra.
II
Lo que cae guarda lo transparente
ese camino que siguen los pasos de quien nos abandona
la verdad también es el árbol seco
con pájaros carpinteros en sus ramas,
es el atardecer que se fijó en tus ojos
son esos pies que tocaron la cima
y puntualizaron lo santo de la finitud:
el frío en unos zapatos
de alguien que ya no está
nos regresa a la esencia mortal,
origen de los pasos cercanos
que caminan hacia una misma meta
volver al polvo de la tierra.
2 comentarios
Zunilda Akerman
Profundo poema, sensible recuerdo
Alicia
Mis condolencias.