La preocupación por la imagen internacional llevó a contratar empresas expertas en comunicación y relaciones públicas, como la norteamericana Burson-Masteller, y se hicieron campañas internacionales para mejorar la imagen del gobierno militar. Pocos días después del golpe, el 30 de marzo de 1976, los medios anunciaban que 32 países habían reconocido al nuevo gobierno. Luego, en julio de 1976, Martínez de Hoz viajó a Italia y se reunió en la sede de la AssoLombarda, que era la asociación de empresas de Milán, Lodi, Monza y Brianza, con los representantes de la industria local. A partir de ese momento comienza una saga impresionante de la «mafia» italiana al más alto nivel con la dictadura.
Uno de los mayores vínculos fue con la Logia Masónica P2, liderada por Liccio Gelli. Esta relación duró hasta 1981, en que el gobierno italiano la declaró ilegal. En ese tiempo, la P2 tuvo una intensa participación en negocios privados y públicos entre ambos países, junto con una clara incidencia en las cuestiones políticas de ambos. Aquí hay que consignar que Liccio Gelli no era solo un hombre de negocios que enlazaba empresarios e intereses entre los dos países, sino que fue un activo militante internacional de la derecha italiana, y se cree también un agente de los servicios secretos de EEUU. Su relación con la Argentina se desarrolló a través de Giancarlo Vanoli. Si hermano, Leo, había sido enviado a Buenos Aires por Enrico Mattei en 1948 en calidad de representante del Ente Nazionale Idrocarburi.
Leo murió joven y Giancarlo se trasladó a la Argentina para hacerse cargo de los negocios de su hermano. Fue así como conoció a Arturo Frondizi, y a través de él, entró en contacto en Madrid con Juan Domingo P. Nació también una amistad con Elía Valori y Perón, a quien alojaría en su casa materna de Trastevere, en Roma.
Se registraron varias reuniones, hasta que en el Hotel Excelsior de Roma, Lucio Gelli, fue presentado por Elia Valori a Perón. En su declaración posterior ante la Comisión del parlamento, contó que López Rega le dijo: «He conocido al hombre de Dios» (por Gelli). Siempre en Roma, antes del retorno a la Argentina, Gelli celebró en la Residencia de Puerta de Hierro el ingreso de su nuevo aliado a la Logia P2. El 28 de junio de 1973, el gobierno concedió a Gelli un pasaporte diplomático argentino.
Liccio Gelli fue una pieza fundamental en el entramado de la continuidad entre Democracia y terrorismo de Estado durante el período de 1974 hasta 1981. Además del pasaporte diplomático, en agosto de 1974 fue nombrado por el ministro de Relaciones Exteriores, Alberto Vignes, empleado en la Embajada Argentina en Roma, y el 2 de septiembre Isabel Perón lo promovió como consejero económico en Italia.
Los militares de la dictadura lo mantuvieron en el cargo hasta 1981, hasta que explotó el caso de la P2. El poder de la Logia era transversal y podía pasar sin problemas de asesorar a los grupos de la Triple AAA, a colaborar con Emilio Massera de la Armada.
Sabemos que después de la renuncia de Héctor Cámpora, de su Vice Solano Lima y del Vicepresidente del Senado, Alejandro Díaz Bialet. Eso posibilitó que López Rega hiciera que la Logia llegara al poder ya que su yerno, Lastiri, había jurado en la Hermandad Secreta de la Logia P2. Liccio Gelli tampoco fue ajeno a los sucesos de Ezeiza con el retorno de Perón. Según Gelli, Perón era el único capaz de evitar que la Argentina siguiera como en Chile un camino revolucionario que terminó con Salvador Allende que terminó siendo presidente.
La presencia de miembros de la Logia P2 en el gobierno depuesto y en el golpista, revela la transversalidad del proyecto y la continuidad de las políticas. Aunque aparentemente enemigos, López Rega y Massera estaban unidos en el proyecto de Hermandad Masónica de Gelli. Los organismos financieros internacionales entrarían en juego con una puntualidad asombrosa: al día siguiente del golpe, el FMI concedió un préstamo a la Argentina. La coyuntura internacional favorable a la Junta sufrió un revés cuando Jame Carter llegó al gobierno en EEUU y aconsejó a los organismos internacionales no otorgar créditos a los países que no respetaran los derechos humanos. Fue el momento de la P2 cuando los militares abrieron la puerta a las inversiones privadas.
Eran los años de oro de la Logia. El Banco Ambrosiano, inaugurado por Roberto Calvi (uno de los banqueros de Dios del Vaticano, que después aparecería ahorcado en un puente de Londres). Umberto Ortolani fue otro de los banqueros de la P2 que, como Michele Sindona, estaban interesados en controlar la prensa y financiar al gobierno argentino. Del intercambio epistolar entre Licio Gelli y el general Carlos Suárez Mason (perteneciente a la P2 y Jefe del Primer Cuerpo de Ejército), se deduce claramente la participación de Gelli en el golpe de marzo de 1976.
La estrategia internacional de la Logia P2 era aprovechar las relaciones políticas para hacer negocio, y los negocios para hacer política. Las relaciones comerciales de la dictadura con Italia se incrementaron notablemente. Massera llegó a Italia en 1977 y se entrevistó con el Primer Ministro Giulio Andreotti en una entrevista privada. Ya en Italia, los medios de comunicación denunciaban las desapariciones y las violaciones a los Derechos Humanos en la Argentina. A pesar de esto, Andreotti acompañó a Massera a los Astilleros Navales de la Oto Melara para comprar armamentos. Las Fuerzas Armadas habían decidido invertir US$ 6.000 millones de dólares para modernizar sus equipos, y ni la P2 ni Massera quisieron perder esa oportunidad. La operación finalmente no se concretó porque cuando Massera llegó al Puerto La Spezia, los sindicatos italianos, advertidos, habían proclamado una huelga de protesta ante la presencia del dictador, quien ofendido regresó a Roma y desistió de la operación.
La venta de armas fue uno de los principales rubros del comercio entre ambos países. En 1980, Argentina era el principal comprador mundial de armas italianas. También la operación de venta de los famosos misiles Exocet utilizados por los aviadores argentinos en Malvinas, estuvo también la P2. ¡Atención! Durante la guerra de Malvinas, una delegación del Partido Socialista Argentino, guiada por Pasquale Ammirati, en la que participaban nada menos que Antonio y Franco Macri (tío y padre de Mauricio), se reunieron con el Secretario del Partido Socialista Italiano, Bettino Craxi, para pedirle que intercediera a fin de revocar el embargo europeo. Gracias al apoyo de Craxi, el gobierno italiano de Giovani Spadolini, que tenía nexos con la mafia calabresa Dranguetta, decidió levantar el embargo el 17 de mayo de 1982. Como los franceses mantenían el embargo, Italia era la vía para obtener los misiles y los militares argentinos estaban dispuestos a pagar cualquier cifra.El encargado de las tratativas comerciales fue Glauco Partel, un ex oficial de la Marina de EEUU traficante y agente de los servicios secretos italianos.
Muchas operaciones de la dictadura de tráfico de armas y petróleo fueron realizadas con el Banco Andino de Lima, otra entidad perteneciente al grupo del Banco Ambrosiano. Por el canal del Banco Andino pasó también en su momento el dinero para financiar del Grupo Rizzoli con los negocios de energía y armas y bancos como prioridad de negocios. Formar parte de la P2 era una excelente carta de presentación si querían hacer negocios en la Argentina de la dictadura. Fue así como Lucien Sicouri, presidente de Intalimpianti de Génova, obtuvo la adjudicación del contrato para la construcción de la Central Nuclear de Río Tercero, Córdoba. Pero en marzo de 1981 se allanó la casa de Licio Gelli, explotó el caso de la P2 en Italia, mientras que en ese mismo mes dejaban sus cargos Martínez de Hoz y Videla.
En la Argentina, los militares habían impuesto una «tétrica» calma social, transformando al país en un inmenso «laboratorio» económico para el neoliberalismo. Porque sin huelgas, sin sindicatos ni comisiones internas, eliminada la variable social, las empresas podían aumentar indiscriminadamente el margen de ganancias (igual que hoy, solo que el autoritarismo reemplazó a las «botas»).
Hasta su designación como Ministro de Economía, Martínez de Hoz presidió la Compañía Italo-Argentina de Electricidad. Aunque se excusó de intervenir, impartió directivas a las comisiones de asesores y orientó el trabajo que, por razones de ética pública, no podía participar.
El funcionario del Ministerio de Economía Juan Carlos Casariego de Bel, que sostenía que la Italo no valía más de US$ 8 millones de dólares, desapareció el 15 de junio de 1977, cuando iba a encontrarse con el Vice Ministro Walter Klein, y fue entonces que el Estado terminó pagando por la empresa US$ 400 millones de dólares.
En 1984, por orden de Alfonsín se nombró una comisión para investigar semejante fraude a las arcas de la Nación. Cuando fueron a allanar el estudio de Walter Klein y Héctor Mairal, los jerarcas de los Abogados de la calle Montevideo, abogados de represores y ladrones políticos, por la puerta de servicio escaparon José Alfredo Martínez de Hoz (h) y Mariano Grondona (h) con dos valijas cargadas de documentación.
Más tarde, dos centenares de carpetas recuperadas en el domicilio de un familiar permitieron reconstruir la operatoria de fuga de capitales realizadas a través de ese y otros estudios jurídicos de la «patria contratista». Algo similar a lo realizado por el estudio del Presidente de la UIA, Funes de Rioja, en la elaboración de las leyes del saqueo que se propone ejecutar Milei.
Pasan los años, y la misma oligarquía financiera y judicial nos siguen esquilmando. Pero ya va a llegar el día en que «los patos le tiren a la escopeta»…
El valor del mercado, nuestra soberanía y nuestros recursos naturales
Una foto que trasciende los tiempos y se instala en estos últimos días de un gobierno que promete más cierres de fabrica, más represión. Este es un gobierno de pocos y para pocos que busca y promete la entrega total de nuestra soberanía a manos de empresas para explotar nuestros recursos naturales y humanos como si fueramos mercadería que se estaba en galpones y luego esperar el momento más oportuno para vendernos como paquetes de cosas de valor de mercado.