En esta segunda entrega, tratando de analizar este absurdo bélico en un mundo profundamente deshumanizado, vemos cómo el avance de la tecnologÃa ha cambiado las estrategias militares, donde casi no hay, por ahora, ocupación fÃsica de territorios, sino que prevalece un intercambio de fuego aéreo con bombardeos letales, como es el caso de Israel. Por el lado de la "corporación musulmana", por asà decirlo, se observa una respuesta con distintos tipos de misiles, desde los locales hasta los mortÃferos hipersónicos, con 10 o 12 veces la velocidad Mach, que es la velocidad del sonido, provenientes de Irán o de sus enemigos "proxy" de Israel, sobre todo de Hamas y Hezbolá.
Los tambores de guerra en Medio Oriente, cada vez más intensos, baten parches de agresividad extrema mientras israelÃes y la comunidad musulmana de siete paÃses intercambian todo tipo de despliegue armamentÃstico en busca de una victoria que, para ambos bandos, no parece muy próxima. Y uno se pregunta: ¿qué papel juegan las grandes potencias? Todo análisis de la guerra que Israel y el llamado Eje de la Resistencia libran desde hace muchos años debe partir de cuatro presupuestos:
Hoy, martes 22 de octubre, se reúnen en Kazán, Rusia, más de 34 paÃses constituyentes del nuevo BRICS, que supondrá la piedra fundamental del nuevo orden mundial en lo que concierne a la economÃa y al comercio entre las naciones. Este hecho es una respuesta a la crisis profunda del capitalismo globalizado, donde las multinacionales industriales, los fondos de inversión (buitres), y el CIM (Complejo Militar Industrial) de los paÃses, pero en especial de EE. UU., ven con desesperación cómo disminuyen sus plusvalÃas y consideran que es imposible sobrevivir sin la explotación de los demás pueblos, con más concentración del capital esquilmado en cualquier lugar del planeta donde se encuentren.
En estos últimos dÃas, el Estado de Israel ha infligido al LÃbano un bombardeo masivo e indiscriminado, de tal manera que las vÃctimas civiles se cuentan por miles, sin que nadie en Occidente deje de mirar hacia otro lado, para no ser censurado o sancionado por su socio cómplice que es EE. UU.
El conflicto en Medio Oriente ha llegado a un grado de tensión máximo, a tal punto que, luego del ataque de Irán de hace tres dÃas a Israel, ha iniciado una escalada cuya evolución es impredecible. La nación persa, que habÃa jurado vengar el asesinato del lÃder de Hamás por parte de Israel, ahora está involucrada en una nueva batalla. Este asesinato fue seguido por un cruento ataque en Beirut, LÃbano, que causó la muerte del lÃder máximo de Hezbolá, Naharale.
En medio de una gran incertidumbre por la toma de decisiones sobre las acciones de guerra, esta ha sufrido una disminución en su intensidad, pese a que en el frente del sureste de Rusia, las fuerzas de la Federación avanzan sin prisa, pero sin pausa, arrasando las posiciones ucranianas. El contexto de información internacional se interroga acerca de cómo seguirá esta guerra que, a su juicio, Ucrania ha fracasado en su misión delegada por la OTAN y EE. UU., aunque le sigan proveyendo armas de todo tipo. Por el momento, Washington promete más ayuda, pero autoriza a Kiev el uso de misiles de largo alcance, lo que podrÃa desencadenar una respuesta por parte de los rusos que escalarÃa la intensidad del conflicto e incidirÃa en las elecciones de noviembre. El todavÃa presidente Biden quiere aparecer como un componedor de tratativas de alto el fuego.
En medio de una escalada bélica inusitada por parte de la ultraderecha que dirige la OTAN, nuestro presidente, en una muestra de servilismo imperial de la más baja estopa, proclama su adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como miembro extra, sin conocer las implicancias y consecuencias que esto podrÃa conllevar. Esto hace que los derechos argentinos sobre las Malvinas se encierren en una oscura bóveda de Inglaterra, que, precisamente, es parte de esa asociación. Pero la cosa no termina ahÃ, ya que a la par, la "entrega" continúa con la cesión graciada del control del RÃo Paraná al Ejército de los EE. UU. ¡Qué tal!
En el intrincado escenario geopolÃtico electoral, pocos casos son tan ilustrativos de la dualidad y la hipocresÃa del sistema occidental como la injerencia de EE. UU. en la República Bolivariana de Venezuela. La narrativa oficial del imperio yanqui proclama una preocupación por la democracia y los derechos humanos. Sin embargo, una observación detallada revela que, detrás de este discurso malintencionado, se esconden grandes intereses geopolÃticos y económicos, centrados en los vastos recursos energéticos y minerales que subyacen en el suelo venezolano, donde el petróleo juega un papel determinante en la acción de las polÃticas exteriores de las grandes potencias. Dicho esto, va de suyo que, en estas circunstancias, se apela a métodos legales e ilegales para alinear la polÃtica exterior de esos paÃses con los intereses de las élites dominantes.
Occidente sufre una desinformación en grado sumo cuando se tratan asuntos de importancia geoestratégicos y polÃticos, en un grado tal que prácticamente el ciudadano común, también medianamente ilustrado, ha quedado atrapado en tanta desvirtuación de la realidad que el fenómeno de la posverdad es el que define la opinión del sujeto. El caso de las elecciones en Venezuela es un claro ejemplo de la manipulación de la verdad oculta, que pone en peligro los objetivos imperiales de paÃses que pretenden quedarse con los ingentes recursos que posee Venezuela.
Prosiguiendo con las elucubraciones de todo tipo que se han hecho sobre las elecciones en Venezuela, se conoció que cuando Hugo Chávez llegó a la presidencia, un informe público de Human Rights Watch, lejos de simpatizar con el chavismo, hablaba de un Poder Judicial "disfuncional y corrupto", e indicaba que la principal Corte Administrativa de Venezuela "habÃa establecido precios para cobrar a los imputados de delitos, para resolver sus casos" (como aquà lo hacÃa el Fiscal Stornelli).