El sueldo básico de un maestro con 25 años de antigüedad es de $ 317.000, el de un directivo con 21 años de trayectoria, $ 413.000. Estos valores los dejan por debajo de la línea de indigencia. Mientras tanto, el costo de la crianza de un niño de entre 6 y 12 años supera los $ 490.614, lo que evidencia la imposibilidad de sostener una familia con el salario docente actual. En enero de 2025, una familia tipo necesitaba $ 1.033.716 al mes para no caer en la pobreza y $ 453.384 para no ser indigente. ¿Cómo se espera que un educador pueda desempeñar su labor con estabilidad y compromiso cuando su sueldo no le permite cubrir siquiera sus necesidades básicas?

El sacrificio docente, ignorado desde hace décadas

El esfuerzo de los docentes se nota en cada rincón de la provincia, pero se hace evidente en las rutas. Los vemos haciendo dedo bajo el sol o la lluvia para llegar a sus escuelas. Mientras los funcionarios viajan en vehículos oficiales, en algunos casos en avión, o cobran viáticos ajustados a la realidad. También son los docentes quienes aceptan, aunque sea insuficiente la oferta del Gobierno, con algunas condiciones razonables dentro del contexto económico y solicitando que se los incluya dentro de la pauta a los que tengan menos de 10 años de antigüedad para motivar a los jóvenes a continuar la carrera docente. Porque la vocación y la responsabilidad siguen intactas, aunque el reconocimiento sea nulo o se los acuse por la crisis del sistema educativo.

¿Dónde queda la educación en la agenda del gobierno?

Cabe preguntarse qué lugar ocupa la educación en la gestión del gobierno provincial. El deterioro del salario docente es un problema de larga data, pero eso no justifica, de ninguna manera, que se continúe con esta política de ajuste y postergación para quienes forman el futuro de nuestra provincia.

El doble discurso del gobierno

El gobernador Rogelio Frigerio inauguró el ciclo lectivo 2025 destacando la importancia de la educación como motor del desarrollo y la equidad. Sin embargo, esa declaración choca de frente con la realidad de la oferta salarial hecha a los docentes. Si verdaderamente se apuesta por la educación, el reconocimiento debe traducirse en sueldos dignos y condiciones de trabajo adecuadas.

La verdadera crisis educativa

En su discurso, Frigerio también afirmó que «las problemáticas de la educación son múltiples y nos propusimos abordarlas en todas sus aristas», y lamentó que el debate haya estado históricamente centrado en lo salarial. Sin embargo, es precisamente la falta de condiciones económicas dignas lo que pone en jaque cualquier intento de mejorar el sistema educativo. Y él no ignora este asunto porque pone especial cuidado en este aspecto para preservar a sus funcionarios. Hablar de educación sin resolver la precarización salarial es desconocer la realidad que viven miles de docentes entrerrianos.

El gobernador también señaló que «personas que desde hace décadas no están en las aulas deciden si los alumnos están o no en las clases». Pero, mientras tanto, nombra a personas que nunca pisaron un aula para, entre otras cosas, negociar los salarios con los docentes. Son los docentes quienes enfrentan día a día las dificultades en las escuelas, quienes mejor conocen la crisis del sector y quienes, con plena legitimidad, reclaman un trato justo y deben ser escuchados por personas que conozcan en profundidad la realidad del sistema educativo.

No hay calidad educativa sin condiciones dignas para quienes enseñan.

El Ejecutivo provincial debe rectificar este esquema injusto y garantizar aumentos reales, con base de cálculo actualizada y criterios equitativos.

Basta de relegar a los docentes mientras se multiplican los privilegios de unos pocos.