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Trabajo, desocupación y salud mental
"No sé puede jugar con la ley de la conservación de la violencia: toda violencia se paga, por ejemplo, la violencia estructural ejercida por los mercados financieros, en la forma de despidos, perdida de seguridad etc. se ve equiparada, mÔs tarde o mÔs temprano en forma de suicidios, crimen y delincuencia, adicción a las drogas alcoholismo y un sinnúmero de pequeños y grandes actos de violencia cotidiana" (Pierre Bordieu meditaciones pascalianas)

La voz en el telĆ©fono suena con una tonalidad neutra, tanto que no se logra descifrar si hay gozo, incomodidad o vergüenza en su expresión. De lo que no quedan dudas es que comunica a una mujer, que identifica con nombre y apellido, que āno serĆ” tenida en cuentaā por la empresa, es decir, que estĆ” despedida. En la banalización del mensaje hay una crueldad inusitada, un desprecio brutal, un hiato que se abre entre ese trĆ”mite, que parece burocrĆ”tico, y la tragedia que inaugura, como si esa llamada no empujara al abismo a esa mujer que responde con los gritos de niƱos en el fondo, como si no la empujara a la desesperación, a una angustia impronunciable, a la caĆda sin red, en un oscuro precipicio.
La pĆ©rdida del trabajo constituye una situación dramĆ”tica, sobre todo cuando no hay nuevas oportunidades a la vista, en una ciudad y en un paĆs en los que priman la explotación, la precarización y la informalidad laboral.
Los discursos gubernamentales hablan de ajustes necesarios, de la imposición de bajar el dĆ©ficit, de cifras y nĆŗmeros, no de personas. Estas calamidades no son nuevas. Quienes trabajamos en el campo de la salud mental en los primeros aƱos del siglo XXI enfrentamos las secuelas indelebles de polĆticas neoliberales que destruyeron el tejido productivo y generaron cifras descomunales de desocupación y despidos, masivas pĆ©rdidas del empleo, situaciones estructurales que estallaron en la crisis del 2001.
Hombres y mujeres devastados psicológicamente. Hombres sobre todo, que expresaban su angustia y su desesperación con ataques de pĆ”nicos, manifestaciones psicosomĆ”ticas, depresiones y oscuras ideas autodestructivas. Sobre todo hombres porque procesaban el desempleo como una traición al mandato social que los conmina a la condición de proveedor de la familia, con una culpa, una impotencia y una vergüenza mortificantes, porque asumĆan la desocupación como un fracaso propio.
Las privatizaciones, inmorales entregas del patrimonio nacional a empresas multinacionales, engendraron fenómenos masivos de perturbaciones psĆquicas y emocionales. Un ejemplo de ellos fue la āola de suicidiosā que padeció Las Heras, un pequeƱo pueblo petrolero de la provincia de Santa Cruz, a fines de la dĆ©cada del 90, en paralelo a la privatización de YPF que redujo su planta de 50000 a 5000 empleados en todo el paĆs.Ā En poco tiempo la desocupación trepó al 20% en el pequeƱo pueblo patagónico, que vivĆa alrededor de la empresa. āLas Heras, con su magma de desempleo y falta de futuro para los jóvenes, es un enigma cuya resolución dista de ser definitiva: los suicidios, como un destino funesto, se sucedieron durante mucho tiempoā dice Leila Guerriero, en su excelente investigación āLos suicidas del fin del mundo: crónica de un pueblo patagónicoā (Editorial TUSQUETS), dando cuenta de los efectos subjetivos y en los lazos sociales de los procesos de privatización y pĆ©rdida de trabajo.
En otros paĆses del primer mundo, la experiencia no fue muy diferente, al contrario, agregó cuotas de una perversidad literalmente intolerable. France Telecom, la empresa de telefonĆa francesa que fue privatizada en 2004, necesitaba una reducción de personal de 20000 de sus 100000 empleados, de modo que dispuso de una polĆtica de acoso laboral y moral inusitadamente sĆ”dica, para forzar la renuncia de esos miles de trabajadores. Traslados masivos, maltrato laboral, acoso moral, carencia de tareas (empleados obligados a permanecer en una oficina sin ventilación ni luz, ni actividad, sentados en una silla como todo mobiliario) etc. Esta macabra conducta para forzar las renuncias produjeron, durante el proceso privatizador, el suicidio de 35 empleados (algunos perpetrados en la misma empresa, con cartas que explicitaban, en el acoso laboral, sus motivos) y decenas de cuadros depresivos. El caso fue tan pĆ©rfido y alevoso que los directivos fueron condenados por acoso moral.
Es claro que el suicidio es un fenómeno complejo, multicausal y multidimensional, pero tambiĆ©n lo es que la esfera del trabajo en el ser humano es tan crucial para su vida psicosocial, que, su carencia, constituye un factor de riesgo de enorme significación en su deterioro anĆmico.
El trabajo es una necesidad humana en la que encuentran satisfacción las necesidades de subsistencia, socialidad, identidad, afecto, integración social, sentido de pertenencia, posibilidades de proyectos de vida etc. y por lo tanto, cuando la experiencia laboral es gratificante, contribuye al bienestar y la salud mental de calidad de los sujetos.
Es cierto tambiĆ©n que el trabajo alienado, la explotación e inseguridad que sufren gran parte de los trabajadores en nuestro paĆs, permite, a veces y a duras penas, satisfacer sus necesidades mĆ”s elementales, primarias, de subsistencia, pero mutila las mĆ”s complejas y propiamente humanas, siendo un factor de estrĆ©s e insatisfacción, subjetiva, familiar y social.
Cuando Freud decĆa que la salud mental consistĆa en la experiencia de amar y trabajar, se referĆa sin dudas a esa primera dimensión, del trabajo creativo y placentero, donde el hombre puede realizar sus necesidades y deseos. Lo que no tiene discusión son los efectos destructivos y literalmente mortificantes de los despidos y la desocupación. Es lo que revela la impecable investigación de Miguel Orellano en su libro āāTrabajo, desocupación y suicidio: efectos psicosociales del desempleoā (Editorial Lumen), a travĆ©s del que dilucida ālos efectos psicosociales de la desocupación y la precarización laboral sobre la salud mental de la poblaciónā, profundizando sobre āla conflictiva relación entre la situación de desempleo y la conducta suicidaā y āaborda las complejas e intrincadas relaciones entre la salud mental y el trabajo. Se pone especial Ć©nfasis en los efectos disruptivos del desempleo sobre la salud colectivaā. Estos Ćŗltimos se acentĆŗan cuando ademĆ”s, el Estado no provee de las redes de contención emocional necesarias para los desamparados, ni de agencias que les permita un horizonte de recuperación posible, sino mĆ”s bien, todo lo contrario, los hunde en la mĆ”s siniestra desesperanza , abandono y desvalimiento.
Es necesario considerar que cada nĆŗmero que impiadosa e insensiblemente se informa sobre despidos y desempleo, en un insoportable tono de burocrĆ”tica crueldad, se sumerge en un abismo a un sujeto y su familia, un sujeto que tiene una historia, una vida, un proyecto que muere en ese instante fatĆdico, sobre todo en Ć©ste momento en el que el gobierno estĆ” poniendo en prĆ”ctica una polĆtica económica criminal, para las clases medias y los trabajadores. Sobre todo, cuando su estrategia es trozar la Patria para entregarla a los grandes grupos económicos, del mismo modo que distribuyen por separado las agresiones a los distintos sectores populares para fragmentar sus respuestas, como si la reforma laboral regresiva, la indefensión de los inquilinos, el ataque al arte, al teatro, a la salud mental, a los derechos de las mujeres y las disidencias, entre otros mĆŗltiples, y al conjunto de la población con el despojo y la expoliación de sus salarios congelados, no constituyera un solo intento de destrucción del pueblo en su totalidad. Esa estrategia abrumadora busca desconcertar, confundir, paralizar y dividir las protestas.
Por tal motivo, es en la unidad y articulación de todos los sectores afectados y su férrea manifestación del descontento, donde reside alguna posibilidad de resistencia a una inédita experiencia de destrucción social.

2 comentarios
Orlando Sosa
y un sistema de producción impuesto a sangre y fuego adorado por los sometidos, durante siglos…in modelo que nació chorreado sangre y barro…
Elvi
El mundo cada dĆa con mĆ”s robot, para todo desde la industria automotriz, hasta la cosecha de lo quieras, todo automatizado. Y millares de personas migrantes en el mundo, pobreza y hambre.